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España España · Son Carrió
Críticas de Doménec
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Críticas 8
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
18 de diciembre de 2022
12 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos visto AVATAR 2 en familia y lo hemos hecho en 3D.
Si AVATAR (la del año 2009) ya supuso toda una revolución visual, me arriesgaré a decir que con ésta habrá un antes y un después del cine, al menos del cine de efectos especiales y visuales.
Lejos de las teorías de sostenibilidad climática que apunta, del agua, de los giros argumentales del guión, de tramas y subtramas,...No voy a ser exigente pidiéndole a una película todo lo que ella no tiene ningún interés en mostrar, y además no le corresponde, su objetivo es otro: AVATAR 2 es pura y llanamente un delirio visual sin precedentes en la historia del cine!!!!!!!!.
Una inmensa explosión de colores, de luces, de sonidos, una inmersión hipnótica en una textura visual casi catártica... para mí es más que suficiente, es lo que íbamos a ver.
Una cinta de 190 min de metraje en una sala casi llena, en la que más del 50% eran niños y niñas con sus gafas de 3D transcurrió como un conjuro, como la silenciosa invocación de un elixir... Una maravilla de los sentidos.
El hombre viajó a la Luna, abolió la esclavitud, descubrió las hondas hercianas, construyó la máquina de vapor... y en pleno siglo XXI hizo AVATAR. Aprovechen estas Navidades y vayan a verla (¡ah! y el 3D es espectacular!)
Doménec
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7
10 de octubre de 2019
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amenábar nunca ha mostrado voluntad de hacer un cine de autor. Nunca ha escondido su apuesta por un modelo académico de generosas cifras de producción y público mayoritario. Nos guste o no, la franqueza siempre se agradece.
Los códigos intelectuales de acceso a sus películas nunca han sido demasiado exigentes ni excluyentes. Siempre ha demostrado tener un gran oficio, reconocible estilo y un buen conocimiento de los géneros cinematográficos a la hora de adentrarse en el terror, el thriller, cine histórico, etc. Si es cierto que las temáticas de sus obras no han sido de "blockbuster", no es menos cierto que siempre han gozado de buena aceptación por parte de crítica y público.
Pero todo esto, lejos de ser un problema, en su caso ha sido una virtud: con honestidad y un cierto alejamiento de los círculos mediáticos ha logrado construir obras cinematográficas de envergadura y solidez con las que ha atraído un gran número de público, lo cual -viendo el panorama actual- no es nada fácil.
En MIENTRAS DURE LA GUERRA el mecanismo sigue siendo el mismo, pero a diferencia de obras anteriores, el tema es, cuanto menos, más controvertido: es una película que vuelve a abrir la herida de la guerra civil, y lo hace posicionándose políticamente sin ser, insisto, un autor.
Podemos estar o no de acuerdo si la manera de acercarse al conflicto civil español es ésta o podría ser otra, podremos abominar de la música enfática de algunas de las escenas, de la simplicidad de algunos de los personajes, o del oportunismo político en tratar temas de identidad territorial, etc. Lo que no podemos es pedirle exigencias autorales que en ningún momento buscaba; tratamientos y matices en personajes que probablemente al gran público no le interesan y a él, insisto, tampoco: como he dicho antes, las fórmulas de Amenábar forman parte de un modelo de producción que es lo que es, y a pesar de la excepción temática de esta película, le funcionan.
Y funcionan porque nos permiten acercarnos a un personaje, Unamuno, convincente y a veces emotivo (bien perfilado por Karra Elejalde), desde la franqueza y desde el respeto. Dibuja un retrato coral de personajes secundarios masculinos y femeninos casi todos ellos maginíficament interpretados (inmenso Eduard Fernández, como siempre), evitando la tentadora proximidad del maniqueísmo.
No sé si es una gran película, ni me importa. Lo que sí puedo afirmar es que no es cine de cartón-piedra como algunas críticas afirman; no es una película maniquea como afirman otros; creo que es una gran producción, muy bien cuidada en en las caracterizaciones los de personajes (Franco, Millán Astray, etc), en el diseño de producción (ejemplar las ambientaciones y localitzacioms de espacios interiores: casa de Unamuno, Universidad, etc.) y que recrea con acierto un fragmento de funesta historia española a través de la mirada vacilante y próxima de Miguel de Unamuno ... y vista así, no está nada mal!
Doménec
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2
31 de marzo de 2019
102 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar... o la banalidad cinematográfica
Hay preguntas que nos acompañan y acompañarán siempre, interrogantes que por más que pasen los años, por más sabiduría que acumulemos, por más experiencia... nunca seremos capaces de responder. Cómo flota un barco, cómo vuela un avión, cómo las ondas hertzianas viajan a través del espacio y el tiempo para transformarse en sonidos inteligibles que escuhamos en un transistor; por qué la Santísima Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios que lo hace existir en tres personas distintas... Podría seguir enumerando un sinfín de interrogantes sin respuesta que por más que la ciencia, la religión, etc. se empeñen en explicarnos, nunca nos sacarán de la ignorancia. Uno de esos interrogantes que seguramente me llevaré conmigo a la tumba es: ¿qué tiene Almodóvar que ve todo el mundo ve y que yo jamás he sido capaz de ver?
Incapaz de responder a tamaño enigma, hace años que decidí -dada mi ignorancia- no acudir más a ninguno de los estrenos del director manchego. Creo recordar que la puntilla final la dejé en “Volver”, y ha llovido desde entonces. Hoy, dejándome llevar por las entusiastas valoraciones de prensa y público, por esos elogios al que la crítica nos tiene acostumbrados... “el mejor Almódovar sin duda de...”; por listas y puntuaciones que hablan poco menos que de obra maestra “un giro impecable en la trayectoria invernal del director manchego”... y vulgaridades de este nivel...he vuelto a sucumbir!. Y... la verdad...tendría que detenerme aquí, pero voy a seguir: pocas veces la banalidad tiene una forma visual tan egocéntrica, insulsa y desmedida como en esta nueva película de Almodóvar. He de reconocer que si en esta ocasión la tentación ha podido conmigo ha sido por el tema elegido: un creador en el epílogo de su carrera, aquejado de múltiples dolencias que observa su vida y repasa sus éxitos, fracasos, luces y sombras. El argumento, aunque fuera por única vez, conectaba con mis inquietudes. No voy a caer en arrogancia cinematográfica, ni me compete, ni seguramente estoy a la altura; pero dado el tema escogido, no estaría nada mal que Almodóvar se diese una vuelta por “Las Fresas Salvajes” de Ingmar Bergman, o el “Ocho y medio” de Federico Felini... O por citar algo más reciente “Synecdoche, New York” de Charlie Kaufman, y un largo etcétera, de películas cuya única ambición no ha sido otra que la de visualizar la crisis de sujetos abocados a la parálisis creativa, haciéndolo de una manera reflexiva, trascendente, introspectiva, delicada... y por consiguiente universal. Pero en “Dolor y Gloria” no hay por dónde empezar. Ya la arrogancia del título se las trae, pero la banalidad de su planteamiento cinematográfico es de tal magnitud, que hay fragmentos supuestamente emotivos que mueven a la carcajada, dramas de celofán que ni empatizan ni conectan... Y esa habiual y magnificada tragedia de sus personajes que nos debiera incumbir y llevar a la compasión... que es de salir huyendo
Hay no obstante algo que me preocupa más. Almodóvar es libre de caer reiteradamente en sus errores, en su falta de conexión, en su impericia cinematográfica... allá él. Lo que sigo sin entender y que me llevaré conmigo al más allà es qué mano negra se esconde detrás de medios, prensa, festivales de prestigio, revistas especializadas, etc... para considerar casi únanimemente cada obra de Almodóvar como la enésima reencarnación del bien y del mal, como la definitiva obra maestra de nuestro director más internacional...buf... Que Dios nos pille confesados... aunque esto de Dios y la confesión -tan almodovariano- es otra de esas cuestiones para las que tampoco...
Doménec
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10
14 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
ROMA... o su palíndromo... AMOR.... La infancia, ese fragmento de nuestra vida que hemos idealizado con frecuencia, que hemos compartido en charlas, recreado en encuentros fortuitos, y por qué no decirlo: añoramos cada vez que el tiempo nos recuerda que la vida se consume muy a nuestro pesar. Lugar luminoso, feliz... que se deposita en el recuerdo sin matices. En aquel pasaje de nuestra vida no existía el gris; en un rango de dinàmico monocromo, pasábamos del blanco cegador al negro deslumbrante sin solución de continuidad: allí todo era perfecto...o casi todo... al menos eso es lo que Alfonso Cuarón piensa. Y a quién no se le ha ocurrido alguna vez cristalizar aquel recuerdo en imágenes, y que una generación tras otra pudiese acceder a aquel pasaje inmaculado de nuestra vida aun a sabiendas de que objetivar la memoria en imágenes es ejercer nuestro simple derecho a deslizar un relato de ficción en el que tal vez lo que pasó nunca transcurrió, pero la forma de cuya transmisión bien sea oral o visual engrandece el mito de aquello que, tal vez, nunca fuimos.
ROMA es un poco todo eso... Trabajo coral, prodigio mecánico, virtuosismo cinematográfico, memoria materializada en imágenes inmortales, equilibrimso visual, portento fotográfico, herencia del clasicismo fílmico más apabullante... Una película cuyos plano-secuencia se quedan pegados en la retina como la nostalgia se queda anclada en el olvido... Momentos deslumbrantes, conmovedores; de cuando el cine era el cine y la pasión un impulso sin dígitos...
Doménec
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9
9 de febrero de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no he conseguido sobreponerme al mazazo de La casa de Jack de Lars Von Trier. Han pasado casi 24h y sigo sin quitarme de encima esta sensación entre nauseabunda y genial que la película genera. Pocas veces en la historia del cine he tenido que apartar la mirada de la pantalla, lo hice con el Saló...de Passolini, con el Funny Games de Haneke... y ahora con la casa de Jack. Me pregunto si hay necesidad de visualizar de manera tan explícita el sadismo, si hay necesidad de escupirle al espectador y retorcerle las tripas, de mantenerle con los párpados abiertos ante la violencia extrema como el personaje de Kubrick en La Naranja Mecánica... No lo sé... Pero es verdad que si el grado de tolerancia ante la violencia existe, no lo es menos que depende de nuestra proyección mental hacia el mismo, y en eso Lars Von Trier es Dios: el problema cae de nuestro lado, no del suyo. Creo que nada ni nadie debiera impedir sus excesos, al fin y al cabo la libertad de expresión es eso, y en mi haber, la capacidad de decidir si compro o no una entrada para presenciar tamaña atrocidad. Que Lars Von Trier es un psicópata, un obsesivo, un enfermizo engentro con un descomunal talento para el séptimo arte ya no lo voy a poner en duda, bendito sea. Benditas sus obras cada cual más subversiva, imperfecta, megalómana, sobrecogedora, genial; benditas sus salidas de tono, sus palabras desafortunadas, políticamente incorrectas, despreciables y abominables... todo eso es Lars Von Trier... un sujeto único, necesario, una personalidad inclasificable capaz de hacer de la casa de Jack un coágulo de sangre con el que salpica nuestra conformidad, nuestro apacible derecho a no saber decir nada porque simplemente ni tenemos el talento, ni la valentía para saltar... y que cumplas muchos más!
Doménec
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