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Críticas de Pp Ferrer S
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Críticas 132
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
16 de junio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia localizada en el Egipto de los faraones da para grandes decorados, masas de gente y diversidad de vestuario que consiguen la espectacularidad deseada. Otra cosa es que todo ello nos lleve a una historia interesante. La esclavitud de los israelitas y la dureza de sus trabajos se contraponen a la fiesta continua que parecen disfrutar los egipcios. Dos pueblos viviendo en un mismo espacio y de creencias tan diferentes servirán para hacer emerger el amor entre dos de los miembros de dichos pueblos. Pero no cualquier miembro, sino ambos de alta alcurnia: príncipe uno de Egipto y princesa la otra de Israel. Las diferencias religiosas aparecen en cierto momento y Curtiz hace hincapié en los milagros para resolverlas. Hay una clara alusión a la Biblia, y la presencia de un profeta que sacará a los israelitas de Egipto, Moisés, no deja lugar a dudas. Nuevos fastos y fiestas en Egipto son el motivo de nuevo espectáculo fílmico, pero solo en la apariencia, pues la historia no adquiere clímax. Un año antes Cecil B. DeMille ha realizado “Los diez mandamientos” en su primera versión muda, hecho que, sin duda, Michael Curtiz conoce. En fin, pensando en las enormes dificultades que tendría la realización de un espectáculo como este en aquellos tiempos me atrevo a valorarla con algo más que un aprobado.
Pp Ferrer S
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5
15 de junio de 2019
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Amores y desamores entre la nobleza y la burguesía en una Viena convulsa por la ocupación de Napoleón. Aunque la base de la película es el folletín, tan en boga en el cine en esos momentos, Curtiz introduce su relato bélico, sus intrigas políticas y las grandes diferencias sociales. Cuando coloca la cámara en interiores, a Curtiz se le ve muy preocupado por los decorados que potencia en gran manera con un tratamiento de la luz que nos recuerda el expresionismo alemán. Los techos son altos, las puertas, los ventanales; y todo eso hará que lo recubran con grandes telas, eso sí, permitiendo el juego entre luces y sombras. Aquí es donde radica para mí el interés de la película porque las historias de amor son muy sabidas y los intérpretes las exageran tanto que en algún momento llegan a la caricatura. Por otra parte los primeros planos no hacen más que potenciar ese histrionismo interpretativo. Como quiera que la historia se desarrolla con el trasfondo de la invasión napoleónica, Curtiz aprovecha para darnos buenos momentos de batallas colocando la cámara en lugares muy interesantes. Después, las intrigas palaciegas, son utilizadas para presentar grandes salones con una perfecta escenografía. Técnicamente se utiliza de manera continua el objetivo que encuadra a los personajes en un marco circular oscuro, pero hay algunos aportes de gran valor cinematográfico, encuadrando a varias personas en un plano de conjunto y entonces utiliza un recuadro rectangular alargado. Yo creo que buscando estos aspectos técnicos es la única manera de ver hoy en día esta película.
Pp Ferrer S
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7
12 de junio de 2019
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La película está estructurada en dos partes formalmente independientes y cada una de ellas basada en pasajes bíblicos de Sodoma y Gomorra. La primera parte es de ambientación actual siendo el pecado la ambición y el poder. En esta parte se sacrifica el amor para conseguir los ídolos de la era moderna. Se combina un grandioso espectáculo, con las fiestas en una gran mansión, con una historia íntima del pecado por la riqueza, llevado hasta la muerte de algunos personajes. Si el espectáculo lo consigue con mucho movimiento de masas, el aspecto moral se pierde en una interpretación demasiado histriónica. La moralina ensombrece todo el aspecto dramático. La segunda parte mantiene su espectacularidad, pero a medida que avanza se hace más reivindicativa contra el poder opresor y, cómo no, contra el poder de los sacerdotes. La trama amorosa apenas existe y lo importante es la relación entre la reina y los poderes fácticos, religiosos, ejército, etc. En cuanto que todos ellos oprimen al pueblo. Si en la primera parte eran las fiestas las que aportaban la espectacularidad, aquí son las batallas. Pero el espectador debe esperar hasta el mismo fin, porque Curtiz es capaz de cualquier cosa, hasta de utilizar los recursos cinematográficos más vulgares con tal de agradar al espectador. Se le perdona teniendo en cuenta el momento de realización y sobre todo porque el final de “Casablanca” le redime de cualquier veleidad.
Pp Ferrer S
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6
11 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este corto realizado por Michael Curtiz (quien lo iba a decir) contiene imágenes de alta intensidad dramática que ilustran los versos de Antal Farkas. Es asi mismo, en cuanto a imágenes, un pequeño manifiesto reivindicativo de una sociedad que clama y lucha por su libertad. Los movimientos de pequeños grupos están realizados como grandes gestas. Y el dramatismo de las imágenes en el hogar, contiene toda la esperanza de un mundo libre que el protagonista (en la realidad el líder revolucionario húngaro Béla Kun) traerá con esa bandera roja tan representativa. El corto me ha recordado la lucha que Pasolini mantuvo para unir cine y poesía, y que de esta misma unión surgiera la lucha por su ideología comunista.
Pp Ferrer S
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6
11 de junio de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un tiempo en que el cine trata de imitar al teatro y así llevar sus dramas a los pueblos donde no llegaban las buenas compañías y los grandes actores. En general se trata de montar unos decorados, casi siempre interiores, por donde los actores deambulen ante una cámara quieta. En esta película, el mejor ejemplo es la escena del café donde los dos amigos están bebiendo y hay un continuo movimiento de camareros, vendedoras y las muchachas de la orquesta. Un buen director, y Curtiz ya apuntaba, incluye en los momentos oportunos los planos medios y primeros planos de los actores que exageran su interpretación como si estuvieran en un escenario de teatro y los últimos de la fila tuvieran que ver sus gestos y escuchar sus palabras. Curtiz trata de contenerlos, pero está claro que todavía los actores eran los divos y el director no pintaba mucho para ellos. Otra muestra más de la influencia del teatro es dividir la película en partes, o como también se llaman en teatro, en actos. Las historias, mezcla de drama y de comedia, no podían ser muy complicadas, pues cualquiera, con la mínima preparación pero con gran sensibilidad, tenía que entenderlas, y muy especialmente las mujeres, que en esos momentos llenaban las “salas” de cine que en cualquier pueblo se montaban, mientras los maridos se emborrachaban en el bar. Y sobre todo que no falten los elementos del folklore nacional, vestidos y bailes (la música, aparte). Una película sólo recomendable para los amantes de la historia del cine, de la que sin duda Michael Curtiz es elemento fundamental.
Pp Ferrer S
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