El contexto es demasiado actual para no sentirte identificado con al menos uno de los muchos elementos que aparecen aquí. Te atrapa la luz; aséptica, formal, pero llamativa al fin y al cabo. Cuando te quieres dar cuenta eres un miembro más de la producción, incluso corres el riesgo de que deje de ser una ficción para convertirse en un plano real, en una situación que, a pesar de su evidente insania, te provoque un frenesí casi palpable.

Presentar el humor como el peor de los elementos de tortura es un trabajo digno de reconocimiento, y más aún en un mundo acostumbrado a la impasibilidad, a la indiferencia. La crítica al poder, y en especial a su debilidad ante el absurdo y lo macabro es excepcional. Este primer episodio de "Black Mirror", consigue invertir la pirámide social, haciendo que muchos desconocidos de toda Inglaterra tengan la capacidad de destruir o salvar a la élite en un ejercicio de reconocimiento personal, en una prueba de solidaridad generalizada.

En cualquier caso, "El himno nacional", puede ser perfectamente una oda a la barbarie del mundo moderno, de ese mundo desarrollado, que es débil e inestable, si se sabe bien donde tocar.