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España España · Madrid
Críticas de artabro
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
Suzume
Japón2022
7,1
3.862
Animación
8
16 de abril de 2023
69 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Makoto Shinkai es el director de la muy interesante "Your Name", una película que me hizo abrigar esperanzas de que alguien tomase el relevo del estudio Ghibli tras la anunciada retirada de sus dos principales directores. Una historia interesante, más compleja de lo que aparentaba a primera vista y con giros de guión inesperados.

Pues bien, "Suzume" es prácticamente lo mismo... pero un puntito mejor que "Your Name". Se mantiene la impresionante calidad de la animación, la atención casi enfermiza por los detalles (mobiliario, construcciones, vegetación, etc.), la historia repite algunos elementos, empezando por la protagonista adolescente y también hay una escalada en su trama que termina en un clímax que no se ve venir. A pesar de eso, cuanto menos se sepa del argumento antes de ver la cinta, mejor. Basta decir que comienza con una chica huérfana que conoce una mañana a un extraño que le pregunta si hay ruinas cercanas donde pueda haber una puerta. Ella no puede evitar involucrarse en la búsqueda de esa puerta y desencadena acontecimientos inesperados. La película conjuga a lo largo de todo el metraje momentos de humor con otros de tensión y logra que te identifiques y te emociones con los personajes (incluso con una silla).

Sin embargo, lo más relevante es que Makoto Shinkai se corona definitivamente en esta película como el heredero del estudio Ghibli. Además, lo hace de un modo consciente, con múltiples referencias, algunas incluso explícitas (se menciona la película "Susurros del corazón") a filmes de este estudio. ¡Incluso la historia comienza en la prefectura de Miyazaki! Pero eso no implica que Shinkai copie a Miyazaki. No, mantiene su estilo, más realista en su dibujo que las películas de Ghibli, con historias en el Japón contemporáneo y una trama romántica que la aproxima a otros estilos de anime.

Y si la película está plagada de guiños a Miyazaki y Ghibli... la historia es un homenaje, inmenso y desacomplejado a Japón y su población. Te sientes realmente en Japón, en sus pueblos, en sus ciudades, en sus lugares abandonados (muestra de una sociedad en regresión demográfica y cada vez más urbana), en esas escenas de comida que te hacen salivar, en esos lugares concretos, reconocibles de lo bien representados que están, ves sus costumbres y vicios, etc. Esto hará que muchos espectadores de fuera de Japón no entiendan todas las referencias y el vínculo emotivo sea menor, pero es una delicia si las reconoces.

Pero incluso así es imposible no ver que la resolución está apresurada y hay elementos que no se terminan de entender (incluso si obviamos que carecemos de conocimientos de la mitología japonesa). Hay un magnífico sentido de la maravilla en la película y escenas preciosas, pero le falta pulir algunos elementos. Por eso no le puedo dar más una puntuación más alta (se quedaría en un 8,4 aproximadamente).

En la zona destripe hablaré de un par de detalles de la trama, aunque no de la historia de la protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
artabro
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8
8 de septiembre de 2022
59 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algunas décadas, la gente iba al cine para que le contaran historias. Podían ser alegres, trágicas o incluso de miedo, pero eso no importaba, el público sabía apreciar el valor de una buena narración, aunque no acabara como deseaba o se imaginara. Desde hace bastante tiempo, sin embargo, la mayor parte de los que acuden al cine quieren ver películas de explosiones, golpes, chistes tontorrones o imágenes fuertes, pero con tramas que, en realidad, pueden prever desde el trailer. Los pocos amantes de las películas más introspectivas y con narrativas menos convencionales, por su parte, desconfían de grandes nombres, efectos especiales, películas con factura destinada a públicos más amplios. La originalidad parece que exigiera discreción de medios.

El primer "error" de la película es situarse a medio camino. Tiene presupuesto y hechuras estéticas de gran producción, pero una carga narrativa muy importante y casi nada de acción física, lo que suele aburrir a los buscan una forma de escapismo menos exigente. Quedarse a medio camino es peligroso porque quizás no intereses a ninguno de los bandos o cada uno puede pensar que es una película para el otro bando. Para ayudar a atraer al público, es indispensable una buena promoción. ¿Y qué hicieron?

El segundo error (y esta vez sin comillas) es anunciarse como una película de George Miller, "el director de Mad Max". Sin embargo, esta película es casi lo opuesto que Mad Max: Fury Road. Si la última de Mad Max era casi una película hecha a partir de un storyboard, todo imagen y donde las palabras casi sobraban, 3000 años esperándote se aferra claramente a un guión. Se nota que está basada en un relato de una escritora reconocida (A. S. Byatt) y a la película no le importa que buena parte de la historia se nos narre de palabra, con bellísimas imágenes de complemento, en lugar de usar diálogos entre los personajes y largas escenas de acción. En defintiva, entre ese reclamo de Mad Max y un tráiler con trampas (parece mucho más movida de lo que es), estás atrayendo a un público que no busca lo que se encuentra.

Y es que la película no deja de ser un cuento que nos narran, como cuando éramos pequeños y pedíamos una historia a nuestros padres antes de dormir. Pero aquí el "cuento" es para adultos y la mayor parte de los adultos han perdido el gusto por dejarse contar un cuento, de modo que la película tiene un público objetivo disminuido. Ese es el tercer "error" de la película. Llegar en un momento histórico en el que escasean los adultos dispuestos a entrar en este tipo de narrativas.

Desarmadas las trampas de la promoción, 3000 años esperándote ofrece una trama en la que no es obvio lo que va a suceder entre una mujer, experta en cuentos, y un genio al que libera de un frasco de cristal y que aguarda a que le pida sus tres deseos. Hay un guión sólido y una imagenería visual poderosa. Las historias que se cuentan Tilda Swinton e Idris Elba (ambos fantásticos) son atractivas y si te dejas llevar por la fantasía, se puede disfrutar enormemente.

Si en tu infancia te encantó la serie de "El cuentacuentos" de Jim Henson, con un magnífico John Hurt, y si Big Fish te pareció mágica, esta película tiene muchas papeletas para gustarte, porque tiene algo de ambas propuestas.

A continuación en la zona destripe, mi aporte a un par de detalles de la trama que he visto criticar.
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artabro
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8
30 de enero de 2023
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué buen sabor de boca me ha dejado esta serie! Después de productos mediocres (cuando no directamente malos) de Star Wars, esta serie ha restaurado mi fe en que se pueden contar buenas historias dentro de esa franquicia. Los personajes, los diálogos, las tramas, etc. todo está bien construido y nunca hay la sensación de que la historia ha sido alargada artificialmente para llenar los capítulos contratados, y donde sólo se saben los puntos de partida y llegada, pero sin tener una idea de cómo llegar de uno al otro. Sin embargo, mucha gente, incluso fans de Star Wars, no ha visto la serie e incluso no ha gustado a algunos que lo han hecho. "¿Cómo es posible?", me pregunté, tras acabar el último capítulo. Tras reflexionar un poco, creo que tengo una explicación.

Hay dos formas en las que te puede gustar Star Wars. La primera es porque te gusta el planteamiento. Una galaxia enorme con todo lo que ello conlleva (infinidad de planetas, especies, androides, naves, historias, etc.) en la que, en un momento determinado, ante un imperio opresor, un grupo de rebeldes se levanta y emprende una lucha desigual. La segunda es lo mismo, pero restringe el foco de su interés. Lo que hace distintivo Star Wars no es lo anterior, sino la existencia de la Fuerza y de una estirpe de personajes sensibles a ella y que, por tanto, pueden realizar proezas a medio camino entre la magia y las artes marciales. Además, hay una familia, los Skywalker, que son especialmente sensibles a la Fuerza y en cuyas manos se encuentra varias veces el destino de la galaxia.

Digámoslo claro. Si para ti Star Wars va indisolublemente unido a esta segunda forma de entender el trasfondo de la saga, esta serie es muy probable que no te interese, ni te guste si la ves. En ese sentido, Andor no es Star Wars. No se habla de los Skywalker, la Fuerza no se menciona y hay muy pocas referencias a personajes, eventos o lugares de todas las películas o series que han salido hasta ahora, con la única excepción lógica de Rogue One, e incluso ahí las conexiones son pocas, salvando al propio protagonista, Cassian Andor, muy bien interpretado por Diego Luna (en general todo el reparto está muy bien).

Andor es una serie que, superficialmente, narra la conversión de Cassian de un traficante de poca monta a adepto a la causa de la rebelión contra el imperio. Pero en realidad, hace mucho más. Por un lado, también nos muestra, por fin, ejemplos de la opresión diaria del imperio sobre toda la galaxia, qué significa un gobierno totalitario y que poco a poco va aplastando vidas y planetas, restringiendo cada vez más las libertades de todos los habitantes de la galaxia, que se van convirtiendo en esclavos. A los aficionados que se disfrazan de tropas de asalto les recuerda que están disfrazándose de cuerpos militares de represión, algo que quizá hubieran olvidado. Pero también nos muestra al imperio como un ente complejo, compuesto por personas normales, que hacen su trabajo sin pensar demasiado en que forman de un gobierno tiránico, sino que tienen sus intereses, objetivos, defectos y miserias, como pueden existir en cualquier empresa o administración pública. En definitiva, se desenmascara al imperio. Buenos y malos van sin cascos (apenas se ven tropas de asalto) y su humanidad (o falta de ella) queda a la luz. También nos crea un mundo más tangible. Ferrix me parece real, no casas hechas con efectos espaciales, lo mismo puedo decir de Aldhani e incluso de muchos sitios de Coruscant (ese bloque de viviendas de clase media donde vive la madre de Syril Karn). Los sitios más artificiales son los más ligados al imperio, como si nos quisieran decir que es el imperio lo anormal, lo artificial.

Sin embargo, creo que lo más importante que hace esta serie es subvertir el canon en un aspecto fundamental. La gente corriente es la base de una rebelión. No un héroe, por mucha fuerza que corra por sus genes. Y es la gente corriente la que hace que una rebelión nazca y triunfe. Esto es lo que hace que esta serie se sienta mucho más madura y cercana a nosotros que otros productos de Star Wars. Nos dice que nosotros también podemos cambiar las cosas y que, en realidad, somos responsables de que cambien o no. No necesitamos esperar a que los jedi aparezcan para actuar. En ese sentido, Andor mata a los Skywalker, y eso es bueno.

Continúo en la zona destripe con algunas reflexiones sobre que el foco de la serie esté en la gente corriente y cómo se plasma perfectamente en el último capítulo.
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artabro
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7
21 de septiembre de 2021
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice que las reglas del cine negro están tan talladas en piedra, desde que quedaron destiladas en Chinatown, que resulta imposible realizar nuevas películas de este género, salvo que se lleven a cabo muy de vez en cuando, pues casi todo sonará a filmes ya existentes, y siempre se correrá el riesgo de caer en el pastiche. A veces, la cosa sale bien (como en L.A. Confidential) y a veces no tan bien (como en Vivir de noche).

Reminiscencia es una película extraña. Por un lado abraza con fuerza la estética y los lugares comunes del cine negro clásico, mientras que, por otro, busca huir de esa ambientación, incluyendo elementos postapocalípticos y de ciencia ficción (una Miami medio sumergida y con más de un punto a lo Blade Runner), posiblemente con el fin de evitar que le adjudicasen ese baldón de ser un pastiche. Lo más curioso de todo es que la directora (y guionista) Lisa Joy consigue que esa mezcla entre los años 30 y la distopia futurista funcione visualmente, y ni siquiera chirría mucho desde un punto de vista narrativo.

De hecho, la película tiene todas las piezas de una buena película de cine negro. Estamos ante una trama clásica de detective y mujer misteriosa que viene a contratarlo, salvo que aquí Hugh Jackman es un exmilitar convertido en técnico localizador de recuerdos (no se me ocurre una traslación más perfecta de la profesión de investigador privado en el futuro) y Rebecca Ferguson es una... mujer misteriosa que viene a contratarlo. La historia es bastante aceptable. Las escenas de acción no están mal, e incluso tienen un par de momentos artísticamente preciosos. Toda la estética de la película está muy cuidada y es de lo mejor de la cinta. Sin embargo, la película falla, pero eso mejor verlo en la zona destripe.

A pesar de sus fallos, es más que aceptable y con un poco de trabajo de guión y, sobre todo, sin su obsesión malsana de querer plantar una tesis y pretender cierta trascendencia, la película sería mucho mejor. Aun así, veo probable que envejezca bastante bien.
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artabro
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5
28 de diciembre de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que para entender este contenido de Netflix es necesario conocer un poco más a su creador, Charlie Brooker.

A comienzos de los años 2000, Charlie se dio a conocer ante el gran público inglés por publicar una columna de crítica televisiva en el periódico The Guardian llamada Screen Burn. Sus columnas eran hilarantes por su habilidad lingüística y por sus críticas muy ácidas a muchos programas de telerrealidad y demás contenidos adocenantes. Al cabo de un tiempo, le ofrecieron hacer eso mismo desde la propia televisión... y nació el programa "Charlie Brooker's Screenwipe".

Ese programa estaba muy bien, aunque muchas bromas no se entendiesen fuera del Reino Unido por no conocer los referentes culturales y televisivos que mencionaba. Sin embargo, durante las fiestas navideñas, Charlie Brooker hacía un programa especial para hacer un repaso del año y ahí, aunque había muchas bromas sobre lo que había pasado en televisión, levantaba un tanto el vuelo y se hacían comentarios sobre la sociedad que se estaba creando por culpa de los contenidos televisivos, las redas sociales, etc. Algunas de las premoniciones y advertencias que allí hacía después se han ido haciendo más obvias y corroborando (se puede buscar el que hablaba de la "non linear warfare"). Era una especie de Black Mirror explicado. Después Charlie Brooker se enredó con dicha serie y, por último, con Netflix.

Y llegamos a este programa, que es una especie de Wipe de 2020, pero en un formato diferente. Su objetivo se podría decir que es el mismo, repasar el año que acaba, pero se hace de un modo mucho más domesticado. Ya no sale Charlie Brooker presentando (sólo como voz en off en las "entrevistas") y no se realizan análisis de ningún tipo. Queda todo reducido a unas pocas pinceladas. Los temas tratados no creo que lleguen a diez y el formato de falso documental, aunque trae algunos golpes brillantes como los de Hugh Grant o Lisa Kudrow, no son más que chistes, sin reflexión.

Lo que es peor, la globalización de Netflix ha provocado que todos los temas que se traten deban ser entendidos en todos los países del mundo en los que se encuentra esta plataforma de streaming, pero, en vez de diversificar, para que haya temas que afecten a cada país o región del mundo, se ha reducido a temas de EEUU y Reino Unido. De hecho, la segunda mitad casi toca exclusivamente las elecciones estadounidenses. El resultado es que poco le falta para poder ser calificado de colonialismo cultural; lo que sucede en esos dos países es lo único que cuenta, el resto... da igual.

Por eso le pongo un 5. Los chistes no son malos, pero el contenido original era mucho, mucho mejor y es una tristeza que Netflix haya acabado con otro contenido que ayudaba a pensar, convirtiéndolo en, simplemente, un contenido para echarse un par de risas sin que deje ningún recuerdo al cabo de pocos días. Y eso, en un año como este, donde tantos análisis sociológicos brillantes podrían hacerse... es una auténtica desgracia.
artabro
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