Probablemente la película más redonda de Woody Allen.

Tal vez lo que se relata no es mucho ¡pero cómo lo cuenta! Detrás de su aparente sencillez hay un ejercicio de estilo admirable. De esos que hacen que una película sea definitivamente grande.

Estamos aquí claramente ante un autor que sabe muy bien qué quiere decir y cómo contarlo de un modo magistral.

No es casual que este título supusiera la consagración de Allen y que marcara un hito en su trayectoria.

Imprescindible.

La última película de Mignogna respira sinceridad por los cuatro costados y nos vuelve a enseñar las cualidades del buen cine que se realiza al margen de las grandes producciones, de los grandes mercados.

Sin dudas, una de las mejores películas de lo que va de año.

Cine noble. Sentido. Humano. Estupendo. Qué pena no encontrar de momento otra propuesta así en nuestra cartelera.