Un viaje interestelar de colonización en una lujosa nave automatizada, muy bien trabajada, suponen el punto de partida de este film. La clave en torno a la cual gira el argumento es la escala del tiempo en estos viajes interestelares. Dadas las enormes distancias, son necesarias cantidades de tiempo tales que hacen necesaria la hibernación para que un humano pueda abarcarlas. Además, imposibilitan el contacto con la tierra y las personas a las que dejas atrás, con las que no volverás jamás a tener contacto.

Esto hace que cuando uno de los pasajeros (Chris Pratt) se despierte en mitad de viaje por accidente, se vea en una soledad dramática por sus dimensiones. Está rodeado de pasajeros a los que casi puede tocar, pero separados de ellos por decenas de años, para cuando despierten, para cuando pudiera abrazar, besar o entablar conversación con alguno de ellos, será irremediablemente un cadaver desde decenas de años atrás.

Esta angustiosa situación en la que se ve inmerso el protagonista pudiera ser el magnífico escenario en el que se desarrollase una película de terror, aventura, drama,...en este caso el guionista ha querido que fuese el escenario de una historia de amor.

Ésta surge cuando el protagonista, en su dilema, despierta desesperadamente a una pasajera (Jennifer Lawrence) de la que se enamora en base a sus notas, y surge inevitablemente entre ellos un bonito romance, aderezado por los espectaculares paisajes que los rodean.

Otro personaje que da equilibrio a la trama es el barman robótico (Michael Sheen), que supone el único bote salvavidas ante la soledad, aunque sea de manera artificiosa. Otro personaje del film es un miembro de la tripulación (Laurence Fishburne) que también despierta, tan sólo para aportar su "pase vip" a determinados accesos de la nave y que el argumento pudiera avanzar, totalmente prescindible de otra manera.

Deja muy buen sabor de boca si ves la película como lo que es, una bonita historia con el viaje interestelar como fondo, no como primer plano. Aún así da para plantearte preguntas y soñar despierto con el futuro.

The Martian es una película optimista, que de manera vistosa divaga sobre el espíritu de supervivencia, y de la capacidad de superación del ser humano. Cómo ser optimista y luchar por la supervivencia cuando parece imposible conseguirlo. Cómo superar cada piedra que se encuentra en este camino a base de ingenio y tecnología.

Todo este trayecto hace que el espectador sienta orgullo de su especie, y por un momento se olvide de la capacidad autodestructiva y cruel que se plasma en cada telediario, para regodearnos únicamente con nuestras virtudes. Merece la pena el rato.

Es cierto que la película no explota el potencial dramatismo y tensión que una persona en la desesperada situación en la que se encuentra Matt Damon puede experimentar (¿se puede estar más sólo ?), como sí lo consigue por ejemplo Gravity. Pero la película no trata de eso, no lo explota porque el protagonista desborda optimismo, y lucha contra toda esa adversidad con humor y afán de superación. Para mí un soplo de aire fresco, es necesario también ver esta versión positiva de la condición humana.

Técnicamente la película es impecable, con una ambientación hiperrealista, desplegando grandes efectos especiales sin salir de ese tono real que casi se puede tocar. Las explicaciones científicas, aunque sujetas a discusión, resultan creíbles; nada que ver con Prometheus en este sentido.

En resumen una épica historia de supervivencia que quiere mostrar la gran capacidad del ser humano para luchar por la superación.