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España España · ALACANT
Críticas de Antoni
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de junio de 2006
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito y las consiguientes secuelas de La Señal, de Hideo Nakata no son casuales. Son la consecuencia de un logro bastante difícil que consiste en elaborar un mito en el más clásico y genuino sentido del término, inserto en nuestro mundo contemporáneo y hacerlo, además, creíble.
La fuerza de los símbolos que sustentan el mito que subyace en La Señal son la clave de su éxito e impacto mundial.
Nos encontramos ante un mito con una fuerza comparable a los grandes mitos de la Antigüedad Clásica, con claras semejanzas (y también diferencias) con Edipo.
Veamos primero el mito de Edipo.
Edipo nace bajo una maldición divina: matará a su padre y se casará con su madre. Es un designio de los dioses y no puede impedirse. Cuando Edipo nace, para evitar el cumplimiento de la maldición, sus padres deciden su sacrificio. Sin embargo, la inevitabilidad del destino, inamovible, hace que sus vergudos se apiaden del bebé y lo entreguen en adopción. Edipo crece creyendo que sus padres adoptivos son sus padres biológicos. Por eso, cuando en un arrebato de furia infantil, mata a un aparente campesino que se cruza en su camino, no sospecha que está matando a su padre biológico. El destino está escrito y es inexorable. En eso se basa la tragedia clásica y su poder catárquico. La gran ironía dramática es que Edipo desconoce toto esto hasta el momento final del desenlace, cuando Tiresias le revela la verdad.
La fuerza simólica del mito de Edipo sigue inalterable 2400 años después. Parecía imposible superarla.
No diré que La Señal la supera, pero al menos se le acerca o se le iguala, y todo ello en un contexto tecnológico de pantallas catódicas y cintas de video.
Al igual que Edipo, Samara nace con una maldición, la de una fuerza sobrenatural capaz de manifestar de manera criminal todo el odio del niño inmaduro a quien no se le satisfacen todos sus deseos (como Edipo cuando mata a su padre por no dejarle pasar). Esta maldición impulsa a su madre biológica a asesinarla ahogándola bajo el agua, pero sus cuidadores psiquiátricos lo impiden en el último momento y entregan a Samara en adopción (como en Edipo). La madre adoptiva acabará asesinando igualmente a Samara arrojando su cadáver a un pozo.
Y aquí comienzan las diferencias de contenido con el mito de Edipo, pero no la fuerza de su simbología.
Antoni
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