Adele lo borda. Clava el papel de adolescente ansiosa, obsesiva e insustancial que después de tres horas de película y una elipsis de tres-cuatro años lo único que cambiado es su peinado. Choca al principio esa “autenticidad” de la que hablan todos, y la cantidad de matices que le da al personaje y a sus expresiones, pero al momento te das cuenta de la trampa. En una película rodada en primer plano casi permanente durante TRES ETERNAS HORAS es inevitable que el protagonista lo inunde todo. En mi caso, lo inunda todo de indiferencia y desgana, porque es precisamente el tipo de personaje que me importa una mierda, y eso ya es un problema de guión y no de interpretación. Precisamente por eso no fue nominada a mejor actriz en Cannes.
El caso de Lea Seydoux es distinto, porque esta tiene algo más de talento. Su transformación para el papel es magnífica y tira del carro en ocasiones refrescando la pantalla de la empanada de su compañera. Aún así cae en el mismo problema, inmovilismo, cliché y falta de desarrollo. Una película plagada de tópicos facilones sobre homosexualidad con un guión naïf e inocentón en exceso que camufla sus carencias bajo toneladas de sexo explícito (muy bien rodado, eso sí) y planos de “visión masculina” absolutamente injustificados y que te recuerdan desde las primeras escenas que esta película de lesbianas “huele a polla” por los cuatro costados (lo que viene a decir que se nota a legua que está dirigida por un hombre). No me extraña nada que las actrices esté tan furiosas con el director; el montaje final de esas escenas de sexo roza el ridículo.
Me acuerdo de Fucking Amal, de Lukas Moodyson, que con una película inocente sobre lesbianas, y que dura la mitad de tiempo, logra transmitir bastante más de lo que logra Adele en tres larguisimas horas.

Llevado por la locura carcelaria (y por la inexistencia de entradas del Festival de Cine Europeo de Sevilla), decidí ver la esperada Celda 211.

¿Qué puedo decir? Resumiendo:
- El protagonista, Alberto Ammann, es bastante malo (yo diría que muy malo).
- El guión, pasable. Es de alabar la "novedad" del género carcelario en el cine español... pero a la altura en la que estamos, con la globalización tal y cómo está, no es tan novedoso meterle mano a este género. Recomiendo "Leonera" de Pablo Trapero como un ejemplo más edificante. Por otro lado, la historia deja cabos sueltos que no se explican demasiado (por ejemplo el papel de Carlos Bardem y los Colombianos en el desenlace)
- Los secundarios: todos están estupendos, y son ellos los que le dan brillo a la historia (me refiero a los presos) desde Luis Tosar, en su mejor papel hasta la fecha, hasta el último de los yonkis de la cárcel.... De los que están fuera de la cárcel mejor no hablamos porque están rematadamente mal, quizás salve a Resines, por el cambio de registro. Los demás están suspenso, empezando por Marta Etura, que protagoniza unas escenas "flashbacks" junto al protagonista que son para echarse a llorar (de risa).

En fin, yo creo que es una oportunidad fallida para hacer una película memorable que, sin duda, arrasará en los Goya... así somos en España. La culpa del fracaso, a mi entender, es del director, demasiado televisivo, demasiado inocente, demasiado malo.

Saludos.

Ya el saber que Jarmusch rodaba en España despertó en mí una ligera e incómoda sospecha de fraude, afectada, en cierta medida, por el fiasco reciente de otro esperado rodaje en España, el de Woody Allen con "Vicky, Cristina, Barcelona" . Las noticias eran pocas: aparecen Luís Tosar, Oscar Jaenada y un largo etc. de extras y enchufados cinéfilos, la mayoría como exigencias "protaquilleras" de "la parte contratante" de origen español (esto explica también la testimonial presencia japonesa por los pasillos del AVE, que convierten todo el espectáculo en un "pudding" internacional de dudosa credibilidad).

Como suele pasar cuando no se tiene idea de lo que se está rodando, la cinta se convierte en una sucesión de paseos interminables, conversaciones cíclicas, frases recurso y demás clichés "Jarmuschianos" con el único objetivo de conseguir toda esta cháchara "postparto" que estamos representando nosotros aquí. Jugar al despiste, que dicen los políticos.

Pensé en "Alphaville" de Godard, o incluso en "Made in USA" como excusas o formas de mitigar mi desencanto ante lo que estaba presenciando, y como forma de explicar el sinsentido y el absurdo presupuestario que ha supuesto esta patochada, pero fue imposible al ver aparecer a Tilda Swinton vestida de cowgirl catódica y blanquecina meneando sus huesudas caderas por las calles de Madrid. Justo en este momento perdí todas mis esperanzas.

Quizás sea culpa mía, no lo niego. Quizás el ver a nuestro "asesino-protagonista-monjezen" paseando por el Reina Sofía, parándose a observar lo peor de su colección y tomando cafés dobles rodeado de ratas voladoras en la plaza más fea de Madrid, acosado por un helicóptero que canta por su postproducción y por su pésima integración al fotográma sea algo que yo no llego a comprender, o que mi sensibilidad amorfa no asimila. Quizás el ver a Bill Murray en el desierto de Almería? en un chalet adosado rodeado de soldados paramilitares norteamericanos (como si esto fuese una república bananera) me recordase demasiado a aquel episodio de McGyver en el que va al País Vasco y todos los vascos son bigotudos, llevan chaleco y hacen ejercicio por las mañanas entre los enormes palmerales y plataneros de la espesa selva de Euskadi...

Por tratar de disfrazar la vacuidad de enigma, por cortar un folio en blanco en trocitos y hacerlo pasar por un puzzle de mil piezas, por servirse del crédito propio como cocinero (por cierto, muy merecido) para servir arroz tres delicias de los congelados; por todo eso, esta película merece mi total y absoluta repulsa.

En fin, quizás lleveis rezón todos y sea una gran película, o quizás al final todo sea un sueño de Resines y lo único que he echado en falta es a Fran Perea.

Un auténtico fiasco. Previsible, floja y sin gracia. Se apoya en testimonio de gente que se ha quedado sin empleo resaltando una contemporaneidad forzada y pegajosa. George Clooney parece estar pidiendo toda la película un Expresso Nescafé mientras luce trajes de Armani en un anuncio del Corte Inglés. Los secundarios, de pena, a excepción de Jason Bateman, que vuelve a hacer de Jason Bateman... será que me cae bien.

Una broma de mal gusto.

Un refrito de escenas de Fellini mal copiadas.

El número de Kate Hudson da vergüenza ajena.

Fatal.

Durante toda la película se te vienen a la cabeza las escenas originales de Fellini de las que están copiadas: cogen de Amarcord, 8 1/2, La Dolce Vita... el problema es que Daniel Day Lewis no es Marcelo Mastroianni, ni sus acompañantes son las actrices de Fellini.

Es algo triste que se hagan películas así.
Ni siquiera las canciones son pegadizas. No está a la altura de Chicago, ni por asomo.