Hoy es un día triste para mí, es el día que he visto la cuarta entrega de la “trilogía” Indiana Jones. Mi primer pensamiento al terminar la película fue un recuerdo, una noche de Reyes Magos en casa de mis abuelos, en la que mientras toda mi familia estaba pendiente de sus regalos yo y mi hermano estábamos encerrados en la habitación de mi tío viendo la Última Cruzada. Para mi esa noche fue mágica de verdad y no la de hoy.

Hoy es un día para una sola cosa, y es pedir que no se vuelva a manchar el nombre del Dr. Henry Jones junior, que por otro lado en mí está seguro, más incluso que dentro de una nevera, que si lo pensamos bien es la verdadera reliquia de la película y no esa fea calavera de cristal que no hace más que traernos tarzanadas.

No quiero, no puedo cebarme más, y mañana cuando abra los ojos pensaré que Indy es el de siempre y que lo que hoy he visto nunca ha ocurrido.

Mágica forma de tratar los planos, fascinante guión, asombrosa historia, de extraordinaria inteligencia y misteriosamente bella. Todo ello unido a un espectacular reparto hacen una película maravillosa.

Era como cualquier otro sábado, me levantaba sobre las doce ya cuando se empiezan a escuchar los murmullos de la vida, tenía cierta resaca y la luz insistía en apuñalarme los ojos, nada me decía que iba a ser uno de los días más fatídicos de mi vida.

Mientras comía pensaba en el partido de fútbol 7 que jugaría con mis amigos más tarde y en si Micky y Hume querrían pomelo(mus) después, pero esa tarde me tenía guardada la sorpresa más desagradable que podía haber pensado...

Después de cómo casi siempre perder con el Voorlander(mi equipo) la noche parecía que iba a más y sino preguntarle a Franchis y a Davo que tal estaban las jarritas de cerveza que nos hincamos antes de la maldita sesión.

Cuando llegamos a la puerta del cine había un clima extraño, cargado diría yo, la gente que salía de la anterior sesión era como una legión zombis no sentían ni padecían, algunos incluso llevaban la boca abierta, más tarde entendí que el bostezo iba a ser uno de mis más fieles amigos durante la proyección, no se separaría de mi durante los 147 minutos más interminables de toda mi vida.

Ya sentado en la butaca estaba impaciente porque empezara y no prestaba atención a los anuncios y trailers anteriores, pobre de mi!!! sin duda sería lo más interesante de esa noche. Al fin empezó, y aquí os voy a pedir un favor, no me volváis a hacer recordar lo que pasó en esa sala, no se si lo superaría, lo único que puedo rescatar son los chistes que hacíamos mi amigo Resi y yo sobre la película; Tío gracias por salvarme la vida!!!.

Cuando terminó me levante de mi butaca y vi una luz al fondo, siiiii era la puerta, fui hacia ella salí al exterior y tome aire, había estado dos horas y media sin respirar ahogándome con la película, después de eso un pensamiento cruzo por mi mente, ya soy un hombre, me he expuesto a la mayor y más cruel tortura jamás creada y he salido vivo, entonces sentí paz en mi interior.