una vez más desgarra y remueve la lucidez de los niños, víctimas con esperanza, con curiosidad para conocer al otro, con el convencimiento que el conocimento mutuo es necesario e imprescindible para la paz.
"Quiero que hablen los niños" repetía incansable una de las niñas... una vez más, su capacidad para encontrar más en común que diferencias, nos da una lección de resolución pacífica de conflictos...
Película necesaria y entrañable, con medios y argumentos sencillos, a través del testimonio de l@s chic@s, nos aproxima al conflicto palestino-israelí sin fomentar la demagogia ni el enfrentamiento violento. Va más allá de cualquier justificación política o religiosa para acercarse al lado humano de las dos partes implicadas en el conflicto, al sufrimiento de los seres humanos, independientemente de su origen.

Aunque aparezca la tan utilizada figura del poli bueno y la del aprendiz de poli, se diferencia de otras, en mi opinión, por una trama bien hecha y unos diálogos excelentes, que mantienen atento al espectador a lo largo de todo el filme.
Una recupera la confianza en que el cine vuelve a ser arte en manos de seres humanos inteligentes y creativos (sensación frecuente cuando una ve cine argentino).
Cada detalle a lo largo de la película tiene un papel importante. La película no tan solo aporta acción y humor sino reflexión sobre las relaciones entre compañeros de laburo, sobre la valentía, la coherencia, la necesidad de dominar la técnica en cadauna de las profesiones, del lado humano del profesional y para mi otra reflexión importante... de todo lo vivido, aunque a una le parezca que le es ajeno, se puede aprender para después salir de apuros.