Aún recuerdo la primera vez que vi esta película. Los años 80. Yo era un niño, pero recuerdo que ya entonces no me pasó desapercibida. Esta tarde la he vuelto a ver y me ha agradado notar lo bien que la recordaba.

La película está estructurada en dos partes totalmente separadas, pero que tienen como nexo de unión el amor puro, ese que todos hemos sentido alguna vez en nuestra vida y que es el que nunca se olvida. Cada sección de la película es el reverso de la medalla de la otra. Es decir, en una (“Del rosa”) vemos a la infancia y un primer amor (y desamor); en la otra (“al amarillo”) Summers nos presenta a dos personas que están en la edad provecta, pero que tienen tanta ilusión y están tan enamorados como la primera vez.

Yo recordaba mejor la primera parte y, sin embargo, me ha gustado más la segunda, que aunque con menos frases de guión tiene una mayor fuerza expresiva. La primera secuencia del “amarillo” con la música de fondo de Antonio Machín es de una nostalgia abrumadora.

Coincido con otra crítica de esta web en que no puedo entender la votaciones tan bajas, ya que yo la considero una estupenda película, de una finísima delicadeza. Y desde esta humilde crítica quiero hacer un llamamiento para que todo el que no la haya visto corra a alquilarla en un videoclub y gaste (spend, que diría un angloparlante) una hora y media de su tiempo en ella.

Hay tantas críticas a esta serie, que no me voy a esforzar en desarrollar el esbozo que tenía preparado para escribir yo una, y lo copio tal cual.

Pros:
Fotografía
Montaje
Uso de la cámara
Progresión del personaje principal
Buena última temporada

Contras:
Efectista
Situaciones inverosímiles
Secundarios sin interés
Trama simple
Ritmo irregular
Final peliculero

Conclusión:
Serie buena, pero sobrevalorada

Qué es lo que tiene esta película para que me guste tanto?

¿Será la música de Morriconi? ¿Será la actuación de Harrison Ford? ¿Serán los guiños hitchcocknianos, como la forma de manejar el suspense, la escena sobre los tejados, el MacGuffin...?

Puede que no sea la mejor de Polanski, pero cada vez que la veo me emociona desde los títulos de crédito iniciales.

No es una comedia.

No es un drama.

No es una road movie convencional con banda sonora de música country al uso y paisajes con fotografía esplendente.

Es un viaje por carretera con Warren para redescubrir la vida, bajo cielos nubosos tan plomizos como los de un cuadro de Bocklin.

Es un canto al carpe diem horaciano, en su sentido más puro y clásico.

Es una invitación a vivir la vida disfrutándola en cada momento, siendo plenamente conscientes del momento presente, porque la vida pasa rápido y el tiempo sin darnos cuenta se nos va como arena entre los dedos.

Es una exhortación a hacer que la existencia suponga un cambio y signifique algo para alguien.

Con un buen guión, de líneas narrativas bien definidas y elipsis de gran sutileza, Diao Yinan ha conseguido una película con una historia tan real como la vida misma y una estética cinematográfica bellísima (fotografía con luz y cromatismo perfectos, delicados movimientos de cámara, composición de planos de arrebatadora belleza), ello a pesar de que los espacios escenográficos oscilen entre un cinturón industrial y barrios sórdidos y despersonalizados de una ciudad china cualquiera.

Fiel retrato de personas solitarias y desubicadas, que sienten profundamente la soledad y luchan contra ella, pero, a diferencia del cine de Kaurismaki, sin esperanzas.