Que Carles Porta es el gran maestro del true crime español a estas alturas, y después de ver El Crimen de la Guardia Urbana, no debía discutirlo nadie.
Que vivimos una época dorada del true crime español tampoco.
Desde podcast realmente vibrantes como Dossier Negro de La Vanguardia hasta este maravilloso Una historia de crimenes hay mucho en medio.
Mejor y peor.
De esta gran docuserie empezaré diciendo lo malo para después centrarme en todo lo demás.
Casi todo bueno.
Lo peor de ella es que quiere abarcar demasiado. Quiere ser tan grande que se desmadeja poco a poco y mete con calzador algunas historias que no caben en la tónica general.
Va de más a menos. Y una vez has terminado la historia ya has olvidado lo que la hace grande que son sus primeros minutos.
Por lo positivo decir que es una serie dura que no teme mojarse y llevarse por delante, con hechos, a quien sea.
Con protagonistas, esos pequeños monstruos latentes que viven entre nosotros, aquellos que un día, sorprendidos, comentamos ante una cámara que jamás lo hubiéramos sospechado de un chico/a tan majo/a. A estos asesinos les corre sangre por las venas y por las manos.
El comienzo es espectacular. Me atrevería decir que esta en igualdad de condiciones del mejor Carles Porta. Lo que sigue sin ser aburrido o prescindible sí no alcanza el mismo nivel.
Otra docuserie con personalidad propia a la que sobran arrestos y quizá le falté más pluralidad en las voces.

Hace unas semanas se abrió un melón en redes que aseguraba que la mano negra detrás del sistema estaba empeñada en normalizar, digámoslo de esta sutil manera, el amor a los niños con la serie de TVE que protagoniza Alejandra Jiménez. No tengo constancia de algo tan reprobable.
De lo que sí tengo constancia es de que hay un deseo de normalizar la pornografia desde hace años.
Sobretodo desde el ámbito femenino. Con esas series infumables de Zorras, Malas y Greys del todo a cien.
De sobra es sabido que a los machos muy machos y más machos no nos tienen que avisar, lo inventamos nosotros. Para eso calzamos manos.
Aunque aquí se les fue la mano si lo que pretendían era elevar la libido de las chicas. Porque aquí es macho hasta el que musicaliza tremendo ñordo.

La testosterona, en este remedo sin substancias de un film noventero de Ritchie-aunque casi me recuerda más, en su frenético vaivén, al Layer Cake de Vaugh- le sale a todo el mundo por las orejas.

El hijo de Manuel Rivas,ay, se dedica a imitar un acento quinqui que para un pijo de cole de curas queda totalmente fuera de recinto.

De sonrojo ajeno el plano final del capítulo uno. Ay, que manera de subir la libido a las féminas como si de una de esas despedidas de soltera con pililas como cuernos de demonia se tratase.
Se puede ser más rancio?
Y creíamos haberlo visto todo en materia series malas con la de Mario Casas de hace un año.
Con films o series como esta se le quitan a uno/a hasta las ganas de fllr.

Resumiendo, que diría un bardo sin gracia, ni esto es Boogie Nights ( ni siquiera el porno gay King Cobra con el desaparecido James Franco), ni Nacho Vidal es Dirk Diggle, ya no digamos John Holmes.

Y el bacalao, tanto el musical como el feromonico, es estomagante tanto si eres de Levante-como un servidor-como si eres de Castilla.

Si es que se han querido apuntar hasta a las nuevas generaciones metiendo un tema de Ajax (de Ajax y Prok) que pega lo mismo que a un santo una escopeta.

Pa' l que le guste, oiga. Yo me voy a fllr que cuarenta minutos dan para mucho más que esta serie.

Cutresalchicherismopower.

Lamentablemente vivimos en una realidad en las que las mejores ideas ya han sido concebidas y ejecutadas, puestas al día, y vueltas a actualizar.
No existe eso que llamamos originalidad.
No existe ,ya, eso que nos tuerza el culo de lado.
No existe el humor negro porque ya no queda nadie que sepa defenderlo y porque ya no queda ni sentido ni humor cinematográfico ya que todos nos tomamos muy en serio.
Que la ficción inglesa está muy por encima de la ficción americana y sólo un poco por debajo de la ficción asiática a nadie debería sorprenderle.

(Lo que debería sorprendernos es que Pacifiction no se haya llevado todos los Goya.)

Esta serie, tan agraciada y divertida, que esa plataforma tan descomunal que es Filmin tiene a buenas presentarnos, sin ser nada del otro jueves le da sopas con onda a todo Netflix junto.
Por su comedia, su desparpajo, su buen hacer actoral y su banda sonora ejemplar.
Es, resumiendo e hilando gordo, como si Javier Fesser tuviera gracia y se hubiera propuesto dirigir Snatch, cerdos y diamantes de Guy Ritchie.

Si no la has visto, mirala, hazte un favor.

Ah, y si no estás abonado a Filmin no vas a entrar NUNCA en el reino de los cielos cinefilo.

Soy un macho deconstruido.
He leído la Teoría King Kong de Virgine Despentes.
He leído a Camille Paglia.
(Postureo rudo.)

Soy punk desde que tengo uso de razón.
Me he comido muchos conciertos patéticos por llevar esa etiqueta...
Y de tanto escuchar más malo que bueno...
He visto conciertazos en los que solo éramos 2 que habíamos pagado la entrada y los amigos del grupo.
YO he visto a TURBONEGRO, la última banda punk, en el Azkena 2004 presentando Escandinavian Leather.
Al turrón:
Musicalmente esta historia es la hostia. Se nota el respeto que se siente por este estilo musical. Me creo a todos y cada uno de los personajes gracias a su amor por la música.
Lo del tema de la religión lo entiendo pero no lo entiendo. No estoy muy enterado. Musulmán, integrista, tradicional...al ser Inglaterra un país tan multicultural es curioso meter un grupo social que mentalmente tenemos tan distanciado de este y otros géneros musicales que provoca el choque cómico más básico de la historia.
Y ya que estoy aquí y rompiendo una lanza en favor del punk femenino, voy a hacer una lista de bandas básicas, que coñ*!:

Plasmatics, The Slits,L7, Runnaways, X-Ray Spex, The Go-Gos...y mis favoritas Betty Blowtorch (si las descubres darás gracias al cielo)

Aún tratando un tema tan extenso como puede ser la transición española, con medios de sobra, Alberto Rodríguez, como en su anterior El hombre de las mil caras, no llega siquiera a arañar la superficie.
Cine convencional que sólo logra trascender en momentos puntuales en los que imita el cine del primer Steve McQueen.
Una película que pasará sin pena ni gloria a la historia como la anteriormente mentada.