Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de uvetorres
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de mayo de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una niña (de fuego) desaparecida, cinco mujeres (aparentemente al borde de un ataque de nervios) y un superhéroe enmascarado (el Rayo Diamantino, pero en inglés para el titulo que así suena más internacional) son los ingredientes que componen el debut cinematográfico del dibujante madrileño Carlos Vermut. Con apenas 20.000 euros de presupuesto, procedentes de los derechos de la serie de animación Jelly Jamm, Vermut firma una de la óperas primas más prometedoras de los últimos años.

Siendo sinceros, Diamond Flash es una película ciertamente densa. De hecho, no encontró distribuidora que quisiera ponerla en salas y tuvo que limitarse a una premiere vía online en Filmin. No hay mal que por bien no venga, pues la jugada le salió rentable y la película se convirtió en la más vista de la plataforma las dos semanas siguientes al estreno, consiguiendo un rápido paso a DVD (que será un producto residual, pero oye, ahí sigue, resistiendos) y algunas proyecciones en cine. No es un drama al uso, ni una película de superhéroes al uso, ni un thriller al uso. Diamond Flash no es nada al uso. Podríamos decir que es un popurrí de las tres cosas, pero mejor será hablar en términos de hibridación y confluencia de elementos temáticos que queda como más elegante. A modo de viñetas de cómic (como no, teniendo en cuenta la trayectoria previa de Vermut y entendiendo los pocos medios disponibles) se van planteando distintas historias sobre asuntos que pueden no ser de agrado de algunos.

Quizás en la conexión de los hilos argumentales está la virtud (o el error, depende por donde se mire) de Diamond Flash. Porque es verdad que hay días en los que no apetece dejarse caer en los brazos de la reflexión cinéfila y es preferible ver una historia más sencilla. En Diamond Flash la cosa se complica, hay que pensar y estar atento a los detalles, porque aunque a priori no lo parezca, todo tiene razón de ser. Aunque también nos vale admitir que las preguntas sin respuesta tienen su gracia y contribuyen a ese halo de misticismo que tanto les gusta a los artistas. Otro de los puntos fuertes de este debut es el tránsito por el tan inexplorado surrealismo en el cine patrio
contemporáneo. Paradojas a lo David Lynch conviven con elementos puramente almodovarianos (nunca unas alubias con chorizo significaron tanto y tan poco) y consiguen un ambiente más cargado que el de los bares cuando se podía fumar.

Bueno, y porque también hay un superhéroe, que eso como que mola siempre, y una mala malísima con afición a pintar figuras de yeso (y porque no decirlo, saliéndose de todos los bordes para ganarse todavía más la antipatía del espectador). Carlos Vermut llegó para quedarse y su Diamond Flash no es más que el punto de partida de la que ya se prevé larga carrera cinematográfica. Ah, y Eva Llorach, no borres el número de Carlos de la agenda, que nunca se sabes cuando te podrá hacer falta.
uvetorres
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
14 de mayo de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
¿Quién iba a pensar que estudiar una cueva perdida en un pueblo (también perdido) en Ávila iba a ser tan mala idea? Pues díganselo al personaje de Carmelo Gómez en el debut del director madrileño Jorge Sánchez-Cabezudo, La noche de los girasoles. Esteban y Pedro (Mariano Alameda) son los dos espeleólogos (bueno, más Esteban que Pedro) encargados de determinar si una cueva recientemente encontrada tiene o no algún interés científico y/o turístico (poniendo especial énfasis en esto último). Les acompaña la novia de Esteban, Gabi (Judith Diakhate), que decide esperarles fuera hasta que terminen. Y es en esa espera cuando sufre una brutal agresión por parte de un señor que vende aspiradoras (Manuel Morón).

La película se deja ver con más o menos facilidad (y no por ello vamos a negar que podría ahorrarse perfectamente veinte minutos de metraje) especialmente por una estructura capitular muy poco vista en el cine español, aunque al final nos demos cuenta de lo poco que aporta más allá de la novedad. La fragmentación del relato permite al espectador encajar las distintas piezas del puzzle según va obteniendo información, pero poco se puede hacer cuando prácticamente desde el principio se conocen todos los detalles (que sí, que queda muy bonito eso de repetir la misma escena desde un ángulo distinto y diez minutos más tarde, pero no sin aportar información nueva). Los personajes son para darles de comer a parte y pretenden ser extremadamente normales a la vez que profundos, solo para acabar siendo demasiado planos.

Sin tener en cuenta lo anterior y en favor de la ópera prima de Sánchez-Cabezudo, es de merecer la representación de las incongruencias de la vida cotidiana. ¿Por qué el violador se decide por una víctima u otra? Más que nada, por el azar. La casualidad en el cine puede verse como algo rebuscado, pero en la vida real puede ser verdaderamente aterradora. Ese momento exacto en el lugar exacto (que el montaje se encargará de recordar) provocará la caída de los personajes, que no puede estar más vinculada al propio fin de la vida rural
(que será muy aburrida, pero el mal rollo que da un campo abandonado a media tarde es impagable). Los pueblos se mueren dicen muchos, pero la verdad es que los estamos dejando morir hundidos en su propia miseria, carcomiendo todo lo que pille a su paso. En La noche de los girasoles el drama rural se mueve entre elementos puramente costumbristas (que tanto pueden alejar al espectador de a pie, sumado a la promoción de la película
como un thriller español) y llamativas, pero fallidas, propuestas que tan bien podrían haber funcionado de otra manera.
uvetorres
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
14 de mayo de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Hola amigos, bienvenidos un día más al canal. Hoy por fin, el esperadísimo room tour que tanto me habéis pedido en comentarios (léase con voz efusiva y con musiquita de ascensor de fondo). Esto es lo que dirían las protagonistas de Blog de haberla rodado en 2021, a la vez que publicarían stories con un filtro puesto. Pero están en 2010, cuando Aída Domenech (aka Dulceida) empieza a escribir en Blogger antes de que hacer vídeos se ponga de moda. El debut cinematográfico de Elena Trapé se presenta precursor en el furor del videoblog y se adentra en la vida de un grupo de chicas adolescentes que traman un plan secreto para vivir emociones fuertes.

Una cosa curiosa pasa con las primeras películas de los graduados en la ESCAC, que se me hacen un mejunje Art Attack y me despiertan interés y recelo a partes iguales. La propuesta de Elena Trapé resulta atractiva en su planteamiento, aunque vamos a obviar que la misma historia ha dado para al menos dos TV movies (una hecha en España y dirigida por Fernando Colomo, y cuyo título no vamos a desvelar para no hacer spoiler), probablemente por basarse todas en un mismo caso “real” ocurrido allá por 2008 en Massachusetts (entrecomillado porque lo poco que encontramos al respecto es bastante contradictorio, pero bueno, como pasa en Massachusetts, es creíble). Sin embargo, la película se desinfla según avanza el metraje por el evidente retraso que la directora hace de la bomba final (que más bien se queda en petardo), que no corresponde con las
gigantescas expectativas generadas. Y es que cuando nos metemos en el mundo del adolescente cinematográfico uno espera una buena dosis de dramatismo que demuestre lo terrorífica que pueden llegar a ser la edad del pavo. Pero en Blog eso no llega a ocurrir. Habrá quien alabe lo realista de los personajes, comprensible visto el tratamiento de la adolescencia en la cultura patria con cúspide en Física o Química (fuera bromas, gran serie donde las haya).

A favor, vamos a destacar las interpretaciones de sus jóvenes actrices, perfectamente creíbles más allá de las inverosimilitudes del guion. La simulación del vídeo casero que ocupa gran parte de la película funciona bien y no resulta incómoda pero pierde su fuerza de manera radical cuando es substituida por imagen convencional en los
últimos minutos (total, una vez te has acostumbrado a una calidad regulera, justificada, pero regulera, no la cambies). Al final, Blog se queda en una ópera prima con luces y sombras que no ha resistido, ni resistirá, demasiado bien el paso del tiempo. Y ya sabéis, si os ha gustado esta crítica, dadle like, adiooós.
uvetorres
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
14 de mayo de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
¿Qué pasaría si de repente descubres que eres tú quien controla a un monstruo gigantesco que aterroriza a la ciudad de Seúl? Pues nada, que va a pasar. La fliparías muchísimo, se lo contarías a tus colegas y os echaríais unas risas. Bueno, esta es la respuesta que da Nacho Vigalondo en Colossal, porque seguramente habrá quien se plantee alguna barbaridad. Gloria (Anne Hathaway) es una treinteañera incapaz de mantenerse sobria un día entero que tras el ultimátum de su novio se ve obligada abandonar Nueva York y regresar al pueblo de su niñez (pongamos cualquier pueblo random de Pensilvania). No, no nos hemos hecho un lío y hemos buscado la sinopsis de una comedia romántica indie, resulta que todo está en la misma película.

Es probable que la mente de Nacho Vigalondo sea uno de los lugares más misteriosos jamás observado por el conocimiento humano. Si algo le caracteriza es que nunca sabes por donde va salir y tan pronto te presenta una paradoja temporal con ese vasco de España que es Karra Elejalde como un thriller protagonizado por Frod..., digo Elijah Wood. Colossal no va a ser menos, e incluso, siendo la película de mayor presupuesto del director cántabro (unos 15 millones de dólares entre coproductor de aquí y de allá), sería una falta de respeto que la ida de olla no se elevara al infinito. Anne Hathaway debe estar hasta las narices de las sorpresas, que si princesa, que si su mejor amiga se casa el mismo día que ella, ahora encima es un kaiju-eiga (el término genérico para referirse a un monstruo gigante destructor de ciudades), pero no se le nota y hace de su interpretación uno de los mejores aspectos de la cinta (¿realmente existe alguien a quien le caiga mal Anne Hathaway?). Su personaje, al que ponen un pelo muy parecido a la Hathaway de Princesa por sorpresa pero con flequillo para resaltar que sigue siendo como una adolescente muy perdida en la vida, no encuentra otra manera que superar su adicción al alcohol que empezando a trabajar en un bar, cosas de la vida. También porque el enchufismo existe en todas partes, y es Oscar (Jason Sudeikis), un amigo de la infancia, quien la emplea, quizás por pena, quizás por intereses amorosos (llámalo X), o eso es lo que Vigalondo nos quiere hacer pensar. Los monstruos reales aparecen de la misma manera que afloran los monstruos internos y las heridas que quedaron abiertas en el pasado (venga esa reflexión profunda).

Puede que los puristas señalen la inverosimilitud de la historia, y tendrán razón. Pero nos da igual, porque la mezcla de géneros funciona con gracia, incluido ese gran lastre en que se pueden convertir los efectos especiales, sin necesidad de buscar explicaciones científicas (ya lo dijo Xena en Los Simpson: “siempre que vean una cosa así, lo hizo un mago”). Fuera bromas, no podemos pasar de largo el potente mensaje sobre el empoderamiento femenino y la denuncia contra el uso de la violencia, en todo caso injustificado. Gloria es torpe, inmadura e inconsciente pero no por ello dejará de valerse por sí misma ni se dejará amedrentar por nada, pero sobre todo, por nadie.
uvetorres
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
14 de mayo de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
"Tengo miedo de cerrar los ojos. Tengo miedo de abrirlos. Dios mío, vamos a morir aquí". Oh, espera, eso es de otra película. Pero bueno, nos viene que ni al pelo para describir el terrorífico panorama que plantea Selfie, la tercera película del casi desaparecido Víctor García León. Después de 11 años desde su última película, el director madrileño regresa al candelero cinematográfico con la historia de Bosco (Santiago Alverú), un niño bien venido a menos, por culpa de un padre ministro del PP y con la mano un poco larga, que se ve obligado a abandonar el chalet(azo) familiar en la Moraleja y su "em bi ei" (el Master of Business Admistration) para trasladarse al pintoresco barrio de Lavapiés (donde se puede comprar comida perfectamente).

La cosa va de dineros, sobre todo de falta de dineros. Después de varios proyectos fallidos por cuestiones de financiación, con un presupuesto de apenas 10.000 euros García León consigue levantar una divertida película que encuentra en el falso documental uno de sus puntos fuertes. Otro está en su protagonista, pues Alverú consigue dotar a su personaje de tanta credibilidad hasta llegar al punto de no saber cuanto hay de interpretación y cuanto de realidad (dirán las malas lenguas que hay un referente llamado Willy, cuyo apellido no es Toledo). La obvia presencia de la cámara durante el relato despierta el recelo de todos los personajes a excepción de Bosco, que parece no ver nada extraño en ser seguido continuamente por un equipo de grabación. El viaje de este, ahora pobre, chaval a su infierno particular compone una mordaz crítica a la decrépita política contemporánea a
través de los estereotipos de la izquierda y la derecha (impagable el cameo de Esperanza Aguirre haciendo lo mejor que sabe hacer: ser Esperanza Aguirre). Un militante de Podemos que alquila habitaciones y se prepara la oposición a golpe de juego de rol, una trabajadora social ciega muy maja o una madre que ve el futuro en los posos del café son la representación de una idea que es más vieja que la pana (que ahora está muy de moda): la
estupidez humana no entiende de ideologías.

Pijos y progres alelados en un país al parecer igual (o más) alelado que no tiene otro consuelo que tomarse la situación con humor. Porque un poquito de mala leche en tiempos de buenismo "mrwonderfuliano" es un bien de primera necesidad. A modo de crónica social, Selfie va transitando algunos de los rincones de la condición humana hasta comprender que todos disfrutamos de alguna manera de la desdicha ajena Víctor García León reafirma así su papel como una de las mentes más creativas del cine español de las últimas décadas y ojalá no tarde tanto tiempo en ofrecer nuevas historias. Mientras tanto, estaremos en casa de Dron, esperando.
uvetorres
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow