Le tengo mucho respeto a la productora estadounidense HBO, y es que son los responsables de la existencia de series como Roma, Deadwood, Los Soprano y muchas otras obras maestras de la pequeña pantalla. Esta serie no es como las que he mencionado antes, para empezar porque no pretende igualar a esas superproducciones, pero sí es una perla, una rareza que gusta descubrir, algo que no hay que perderse. Esta es una comedia distinta, empezando por la ausencia de las risas enlatadas, continuando con las magníficas interpretaciones y terminando con las historias: cortas, inteligentes y delirantes. El protagonista (Jason Schwartzman) es un escritor, mediocre, que no encuentra inspiración para su segundo libro, y además debe superar la ruptura con su novia, a la que no supo retener. Como le gustan mucho los relatos de detectives decide, medio en broma, poner un anuncio en internet como detective privado, sin licencia. Para su sorpresa el anuncio tiene respuesta y en cada capítulo tiene la posibilidad de resolver un caso. Todos los casos son hilarantes, como aquel en el que tiene que recuperar un monopatín robado. Para aderezar la serie el protagonista tiene dos amigos que le ayudan en algunos de sus casos. Uno de ellos es un dibujante de comics (Zach Galifianakis), repleto de complejos, y el otro (Ted Danson) es el director de la revista para la que trabaja, que lo tiene como amigo y como asesor personal.
Recomiendo la serie porque creo que la televisión necesita de producciones como esta: diferentes, sencillas, bien hechas y sobre todo: entretenida.

Voy a empezar contando lo que esta serie tiene de malo: es de culto. Es decir, que nunca la veréis en horarios de máxima audiencia, y nunca será objeto de discusión en los corrillos del trabajo. Y aquí se acaban los puntos “negativos” de la serie. La historia narra las vivencias de un aburrido profesor de química al que le diagnostican un cáncer terminal. Viendo que se le escapa la vida y que no le deja nada a los suyos decide asociarse con un antiguo alumno suyo y “cocinar” drogas químicas. Y todo esto a espaldas de su familia. A partir de este punto se van sucediendo situaciones inverosímiles que difícilmente pueden dejar indiferente al espectador. Aunque la serie pueda parecer una comedia, y es que la risa está asegurada, realmente es una drama en el que asistiremos al descenso a los infiernos de su protagonista. Los personajes están perfectamente modelados y van evolucionando con fluidez durante la historia. Las interpretaciones son soberbias, destacando el papel protagonista interpretado por Bryan Cranston. que no en vano ha ganado tres premios Emmy consecutivos a mejor actor de drama por esta serie. Por último, y al contrario de lo que pueda parecer, no puedo recomendar el visionado de esta serie. El motivo es simple: después de esta serie ninguna otra os parecerá buena. Es broma: es imprescindible.

Ya cuando leí el libro me di cuenta de lo complicado que iba a ser el traducirlo a una película. Para transmitir lo que la autora quería contar iba a ser necesario un metraje que iba más allá de lo razonable. Por eso me alegré mucho cuando me enteré de que la productora iba a hacer dos películas. El libro tenía dos partes diferenciadas y era lógico partirlo en dos películas. En más, sospecho que J.K. Rowling tenía esa idea en mente cuando escribió el libro. Esta entrega es evidentemente más lenta que sus predecesoras, pero es que hay que evolucionar la historia y los personajes antes de llegar al final, que es largo y épico, o al menos en el libro lo es. Esta transición era necesaria, y tengo que decir que el director ha salido bien del paso, aunque no puedo decir lo mismo de algunos actores, que no han madurado igual que sus personajes. En definitiva, si has visto las anteriores entregas de la saga no puedes dejar de ver esta, y cuando veas esta no podrás dejar de ver la siguiente. Lo siento, pero estás atrapado, como yo.

Esta serie tiene varios problemas graves. El primero es que el episodio piloto, dirigido por Frank Darabont, es demasiado bueno. A partir de ese capítulo la serie va bajando el nivel de forma alarmante, hasta llegar a un final de temporada demasiado sencillo, y por qué no decirlo, decepcionante. Si el nivel del piloto se hubiera mantenido estaríamos hablando de una serie de 9 o de 10, pero no ha sido así. Se plantean las situaciones típicas del genero, y se resuelven casi siempre de forma descafeinada, pero por lo menos resultan creíbles. El segundo problema grave que tiene esta serie es que los personajes son demasiado planos: el bueno es muy bueno, el malo es muy malo y el tonto es muy tonto. El protagonista es un policía con un sentido del deber que se sale de lo común. Tanto que resulta predecible y algo ridículo en ocasiones. El resto de personajes son también arque típicos y con menos recorrido aún que el protagonista. Se echa en falta algún personaje más complejo, alguna relación más complicada, alguna situación menos trillada en el género, no sé, algo más.
No sé cómo será la segunda temporada, pero espero que se dejen un poco más los sesos en los guiones, porque los personajes son los que son y no se puede hacer mucho más, pero el género da para mucho más.

La Chica Danesa es una buena película, al menos desde un punto de vista académico, pero una vez en tu casa la maduras un poco y empieza a decepcionarte. Todo en ella está pensada casi de forma milimétrica para deleite de los académicos... perdón, de los espectadores. En primer lugar están las interpretaciones, entre las que destaca la de Alicia Vikander como auténtica protagonista de la película, seguido de un Eddie Redmayne al que algunos ven sobreactuado pero que yo percibo correcto. La dirección artística es espectacular, casi lo mejor de la película, con una fotografía muy luminosa para darle aún más brillo a la perfecta ambientación de la época. El vestuario impecable (que mona va siempre la Vikander). La música perfecta. Exteriores cautivadores ¿Y qué falla? Pues el descaro con el que se presentan en la carrera hacia los Oscars, dejando por el camino la posibilidad de contar una historia más profunda, con más matices, más arriesgada. El ritmo narrativo tampoco está claro, y es que no se percibe el paso del tiempo aunque realmente están pasando muchos años. Se echa de menos un poco de cine del de verdad, y es que el tema daba para ello, pero claro, igual hacía falta otro tipo de director para ello. El camino hacia la transexualidad nunca estuvo más edulcorado. Pese a ello, creo que la película merece un visionado, y es que las virtudes que tiene, que no son pocas, son más que merecedoras de ello, y de hecho son las que elevan la nota. Suerte en los Oscars Tom.