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España España · Barcelona
Críticas de Rothgo
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de mayo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un contratista decide dar el pelotazo de su vida, construyendo una carretera que, también es mala suerte, atravesará un antiguo túnel bajo la montaña maldita de Betaal, allí en la India. Como los aldeanos de aquella zona no están por colaborar en el asunto, las autoridades envían un contingente militar con el fín de inculcarles las bondades del desarrollismo.

Los elegidos para la misión son un escuadrón de militares con el carisma y el atractivo personal de una cebolla. Tenemos el repertorio habitual: Una jefa estricta pero respetada, un protagonista con pasado traumático, una chica dura y taciturna, un novato... Al grupìllo de alegre e intrépida soldadesca se unen la mujer y la hija del contratista porque sí, por aportar color y por imperativo del guión.

Total, que los militares terminan enfrentados a los aldeanos en lo que viene a ser un sano intercambio de pareceres, opiniones y plomo caliente. Y claro, con todo el lío se termina por despertar de la siesta a los espíritus malignos que moran en el túnel y que resultan ser también soldados, pero británicos del periodo colonial.

Esta es una mini serie hindú coproducida por la Blumhouse a la que me enganché con buen ánimo y ganas. Sin embargo, -oh! campos de soledad, Oh! mustios collados-, que decepción tan decepcionante.

Lo que aquí nos venden es una historia que daba para un largometraje y ya. En su lugar tenemos 4 episodios repletos de situaciones mil veces vistas en el subgénero del terror de supervivientes. Y un guión que reclama por tiempos todos y cada uno de sus tópicos y situaciones más previsibles.

Es una lástima, porque "Betaal" atesora unos zombis/endemoniados adorables: Poseen un look de barraca de feria encantador, con sus ojos rojos luminosos y todo. Pero es que, además, van vestidos con uniforme de soldado inglés, de cuando los tiempos del Glorioso Imperio; Llevan su casaca roja (convenientemente desgarrada por el paso del tiempo, of course), disparan mosquetes con británica puntería e incluso forman, disciplinados, al toque de un siniestro tamborilero.

Cuando aparecen en pantalla, causan regocijo y alborozo a cualquier selecto conocedor del cinema zombi (me incluyo). Lo demás me pareció vulgar e insulso. Comprendo que esto es cine de género, y que el cine de género vive justo de revisitar una y otra vez una serie de tópicos y coordenadas comunes. Pero hay una línea que separa eso de lo simplemente vulgar, y en "Betaal" se utiliza para facturar un producto rápido y lo que es peor, sin alma.

ME QUEDO CON: Me gustó la fotografía de la serie; es oscura pero dotada de unos colores brillantes y estridentes, le dan un tono cercano a un cómic.
Y los zombis, claro.

ME SOBRA: Los diálogos de melodrama, los protagonistas de cartón-piedra y el escaso margen para la imaginación que se le brinda a una idea que daba para algo más divertido y original.
Rothgo
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10
18 de junio de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kirk Douglas recorriendo la trinchera en un maravilloso travelling.

El grupo de reconocimiento nocturno, arrastrándose entre las alambradas, con el miedo en el rostro.

Dos soldados compartiendo charla en las literas, dirimiendo si es preferible morir ensartado por una bayoneta o acribillado a balazos.

El asalto a la Colina de las Hormigas, donde nunca vemos a los alemanes, solo los percibimos en el silbido de los tiros y el impacto de los obuses.

El contraste de las terribles condiciones de ¿vida? de las trincheras y el palacete donde los generales deciden el destino de miles de hombres, estiman porcentajes de bajas "aceptables" y charlan animadamente sobre la patria y el deber entre vinos caros y champagne.

El juicio a esos pobres diablos. Y lo que le sigue.

Solo por todo esto que cito, esta ya sería una película más que remarcable.

Pero para mí, lo que la convierte en extraordinaria es su punto final: Susanne Christiane, cantando "Der treue husar", a los soldados franceses. Es difícil describir el sentimiento que te embarga en esa escena. No sé que nombre ponerle.

Solo se que me hizo abandonar la sala de proyección con un sabor amargo en la boca y un nudo en el estómago.

Ojalá existieran muchas mas películas como ésta.
Y Ojalá no tuviera que existir ninguna película así.
Rothgo
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7
4 de junio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Cruise hace de Tom Cruise -como siempre-, pero se esfuerza en parecer un doctor en medicina general de cierto éxito; como Emilio Aragón en "Médico de familia" pero más molón. El hombre está casado con la Nicole Kidman, que ya te das cuenta que es ella nada más empezar porque sale en pelotas en el primer plano de la película, para que no albergues dudas. Entre los dos forman el típico matrimonio que da rabia porque tienen dinero, un apartamento divino de la muerte en Manhattan y una niña que seguro que toca el piano y monta en pony ella sola y dice "por favor" y "gracias" siempre. Y los dos son jóvenes y guapos, claro.

La parejita decide salir una noche, pero no van al cine o a ver un monólogo como la gente pobre; van a una fiesta de esas bien, en las que los camareros sirven a discreción copas de champagne francés como si fuera agua del grifo. Y ella tontea con un señor mayor húngaro, que parece el conde Drácula pero sacado de la revista "Hola!", pero la cosa no pasa de un "Ay, si tú quisieras y yo me dejara".
En cambio, él está a punto de pegársela con dos zagalas que andan por ahí zorreando, pero no lo hace porque sucede una cosa que no viene al caso.

Total, que al volver de la fiesta tienen una discusión y él se queda muy traumatizado porque ella le confiesa que tiene fantasías sexuales y que aunque es una santa y un ejemplo de casta virtud, alguna que otra vez si que le han entrado ganas de catar otro varón.

Atormentado por estas revelaciones (o algo así, porque con Cruise es difícil saber) el buen doctor se verá involucrado a partir de ese momento en diversas peripecias, todas con el denominador común del sexo y cada vez más complejas y peligrosas.

***** Todos (o casi) aprendimos de pequeñitos el inapelable axioma que resume y define la existencia de todo ser vivo viviente: nacer, crecer, reproducirse, pagar una hipoteca y morir. "Eyes wide shut" es una aproximación a los motivos subterráneos que han acabado ensalzando el contrato social del matrimonio, como fórmula más afortunada para aplacar nuestros instintos reproductores.

En efecto, Kubrick emplea 2 horas 39 minutos para explicar esto. ¿Mucho? ¿Poco? Más allá de posibles mensajes y lecturas de esta película, el genial cineasta nos brindó por última vez una odisea visual y perceptiva única: en este caso, las escaramuzas sexuales del personaje de Tom cruise, en forma de noches extrañas e irreales, ensueños y pesadillas sin más salida que despojarse (simbólicamente en el film) de la máscara de la vergüenza, de la mentira y la culpabilidad, para caer de nuevo en los maritales brazos de Nicole Kidman.

En medio de su particular viaje al centro del sexo extraconyugal, se abre un paréntesis en el film para introducirnos en una de las fiestas más perturbadoras y herméticas que nos ha dado el cine, algo así como una versión malsana de aquella adorable reunión mostrada en "El Guateque" de Blake Edwards. La palabra Fidelio, como el título de la ópera de Beethoven que elogia el amor marital, es el salvoconducto que nos introducirá en la mascarada, en aquello que no debe ser visto, ni intuido, ni contado.

Ojos fuertemente cerrados, dice el título de la película.
Pero queremos mirar.
Y saber...

ME QUEDO CON: el elegante uso de la steadycam y la fotografía de Larry Smith, que contribuye a dotar al film de una notable atmósfera onírica.

ME SOBRA: Tom cruise no me parece la mejor opción en términos dramáticos. Lo meticuloso y cuidado de los diálogos y que aún así queden no pocos cabos sueltos. Y la incapacidad de Kubrick para mostrar algún momento de tensión sexual con un mínimo de atractivo, calidez o sensualidad.
Rothgo
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5
12 de junio de 2020
13 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está cinematograficamente demostrado: el avión es el peor medio para transportar algo valioso. En una película, cualquier cosa valiosa o importante que se traslade vía aérea, acabará inexorablemente estrellada en algún lugar; en lo alto de una montaña ("Máximo riesgo", 1993), en un bosque nevado ("Un plan sencillo", 1998) o en una ciudad abarrotada de criminales y maníacos ("1997 - Rescate en Nueva York", 1981).

En "Da 5 bloods", los norteamericanos pierden un cargamento de lingotes de oro en mitad de la jungla vietnamita, durante la bélica cruzada que dicho país emprendió allí para impedir la expansión del comunismo, la caries, el mal aliento y toda clase de males para el mundo libre.

Por lo visto, los de USA lo transportan así para pagar a una milicia local, que se ve que son como algunos jubilados de mi barrio, que no entienden de cheques ni de tarjetas de crédito ni nada y todo lo quieren en efectivo. Así que en lugar de quedar con ellos en algún bar de moda y pagarles entre daiquiris y birras, cargan el oro en un avión y claro, pasa lo que pasa.

Para recuperarlo, meten en un helicóptero a un grupillo de pringados y para la selva que van, a recuperar los dolares de los esforzados contribuyentes americanos. Al llegar al lugar se topan con un grupo de "charlies" cabreados, que les reciben con tiros y mas tiros.

Tras resolver el incidente, los supervivientes del combate acuerdan quedarse los lingotes, para enterrarlos y volver a por ellos algún día en el futuro. Ojo, no para quedárselos y darse la vida padre, sino para donarlo a sus hermanos y hermanas de color y resarcirles de todo el daño y las sinvergonzadas a los que les ha sometido el Tío Sam desde siempre.
Sí, sí. De verdad. Lo juro.

Total, que muchos años mas tarde regresan al Vietnam actual, ya vejetes y en el invierno de sus vidas (sé que se suele decir " en el otoño de sus vidas", pero digo yo que algún día habrá que empezar a adaptar este tipo de frases de índole meteorológica al cambio climático, ¿no?).

Muy pronto comenzarán las disputas y los malos rollos entre los "brodas", resueltos a adentrarse una última vez en las junglas de Vietnam para localizar los lingotes y, de paso, recuperar el cuerpo de uno de sus camaradas de armas.

***** La nueva película de Spike Lee son 2 horas y media de intriga, acción y agitación política. Por un lado, tenemos una película visualmente juguetona, que sorprende en su uso de diferentes formatos cinematográficos,
con frecuentes cambios de tonalidades y fotografía. Hay referencias a grandes films, algunos muy evidentes, y también al habitual universo personal de su director: su afición a los deportes, su obsesión por las zapatillas deportivas... Formalmente, diría que es una película fresca y dinámica.

Lo demás son un puñado de excelentes actores al servicio de relato de suspense muy trillado y una clase de historia revisionista acerca de lo que Vietnam supuso para los afroamericanos: el enésimo pisotón. Y tiene razón. Por desgracia, en estos días, más que nunca. Pero no sé si eso es lo que necesita una película superlativa en metraje, pero que no deja siempre el espacio necesario a los personajes o a la trama, y sí demasiado a la reiteración ideológica.

El resultado es un hilvanado de escenas que van desde lo brillante hasta lo ridículo; la escena en la cual los personajes se enteran de la muerte de Martin Luther King me pareció sonrojante; y es un buen ejemplo de la obsesión de Lee por dotar al film de un alma genuinamente política, hasta incluso llegar a estropear la propuesta.

Dicho de otro modo: que los espectadores descubramos el sufrimiento de los veteranos que lucharon en ese conflcto, sus cicatrices internas y su sentimiento racial y de hermandad frente a la adversidad es interesante. Pero deja de serlo cuando en cada escena o en cada diálogo se ilustra, se sermonea o se reivindica. El mensaje me parece claro: los jóvenes que lucharon en la guerra se muestran idealistas, con fuertes convicciones en su espíritu de fraternidad racial. Pero los ancianos que regresan a por el oro arrastran ya con ellos la avaricia e incluso la xenofobia y el racismo hacia otros seres humanos. incluso uno de ellos es votante de Trump...

Es una lástima que Spike Lee esté más interesado en demostrar que a director de talento y a negro no le gana nadie. Y que convierta esta historia en un festival de ambas cosas.

Uno de los personajes principales lleva una gorra visera, de la campaña electoral de Trump. "Haz a América grande otra vez", ¿se acuerdan?. Probablemente, esa gorra dice más de este film, de su circunstancia, de su contexto y de las intenciones de su creador, que las 2 horas y media empleadas para este reencuentro de veteranos de guerra con su pasado, y con aquel país en el cual enterraron vidas y sueños.

ME QUEDO CON: Las interpretaciones. Que se recupere a Jean Reno en un rol dramático. La puesta en escena, el uso de la fotografía y del formato. Y las escenas de acción están muy bien resueltas.

ME SOBRA: Escenas -como el monólogo mirando a la cámara- que no aportan nada , en una película ya de por sí muy larga. Un guión que usa y abusa de casualidades y coincidencias para que avance la historia. Y será cosa mía, pero el uso de las canciones y de la banda sonora me pareció desacertado en algunas escenas, me parecía una impostura de esas que te sacan de la película a patadas.
Rothgo
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7
25 de julio de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hagamos algo de cinefilia - ficción: ¿que pasaría si David Cronenberg hiciera una comedia romántica?

Probablemente nunca lo sepamos, pero estoy seguro que el resultado sería algo muy similar a "Los perros no llevan pantalones".

Aquí la cosa va de un cardiólogo que no lleva nada bien la pérdida de su mujer. Tiene una hija adolescente, de esas que lo mismo se hacen un día un piercing en la lengua, que se apuntan a un cursillo de apicultura o se ponen a leer a Kierkegaard. En una de estas movidas de la niña conocerá a Mona, una chica que ejerce de fisioterapeuta de día y de ama en juegos sexuales de dominación de noche. A partir de ese momento, se establecerá una relación cada vez más profunda y compleja entre ambos.

El humor de esta película no es fácil: pero hay algo de fascinante y perversamente divertido en ver como sirven bebidas con sombrillitas en un antro nocturno donde azotan a la gente; o en ver al protagonista arrancarse una uña mientras charla sobre su futuro profesional con un colega.

De look sotisficado (pero no cargante), apoyado por una fotografía excelente y una planificación y dirección de las que van al grano, "Los perros no llevan pantalones" se queda a las puertas de lo memorable por culpa de algunas decisiones arbitrarias en el guión: La primera toma de contacto entre Mona y el cardiólogo me parece inverosímil, por ejemplo. Y apenas queda esbozado el personaje de la perturbadora musa embutida en cuero negro.

Que nadie espere en esta película algo de la amable sonrisa de una Jennifer Aniston, o sesiones de sado-maso para pieles sensibles. Aquí hay una atmósfera fría, nocturna, enfermiza. Y un personaje protagonista reducido a una caricatura grotesca, en su búsqueda de la felicidad perdida a través de un éxtasis que le exige descomponerse, literalmente, hasta la asfixia.

ME QUEDO CON: Su elaborada fotografía y su atmósfera gélida, onírica. Y su propuesta, desconcertante pero dotada de un extraño encanto.

ME SOBRA: Que mucho de la historia esté simplemente esbozado, tengas que intuirlo, o directamente esté metido con un calzador.
Rothgo
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