Interesante película que narra los chanchullos políticos y la corrupción que campea por sus anchas cuando hay dinero (público) de por medio. Su argumento es tan extrapolable a cualquier país corrupto, que de forma inconsciente restamos valor a lo que vemos en pantalla --quizás porque lo hemos visto ya muchas veces en la vida real--, pero no quita para que sea terrible. En este caso, las mordidas van a costa de una operación urbanística en un ciudad italiana.
Con marcado sabor italiano, a veces demasiado (música, ambientación, estética), la película no escatima en violencia. Dado que aquí no hay buenos ni malos, el espectador no llega a simpatizar con ninguno de los personajes, ya que todos miran por sus intereses y no les importa quitarse de encima cualquier obstáculo. Ante ese panorama tan podrido, parece que solo la lluvia puede limpiar la ciudad de Roma, aunque sólo sea por un día.

Pastiche lowcost con unos actuaciones un poco espesas. Tiene algunos momentos gore y tal, pero su penoso devenir no proporciona ni risas ni terror. A evitar.

El eterno problema de las películas donde se adereza el drama con toques de humor. Aquí el drama es potente, no apto para personas que hayan atravesado una situación difícil recientemente, y el humor no terminar de cuajar algunas veces. Pese a ello, la película es entretenida y las actuaciones correctas.
Quizá la cinta hubiera ganado un poco más si se concretase un poco más la evolución del personaje principal, ya que su desenlace se antoja un poco perezoso.

Película dramática que vuela un poco respecto a su premisa --una adolescente que busca el equilibrio entre su pasión y el cuidado de su hermano pequeño--, y que se deja ver pese a lo intrascendente de algunos pasajes.
El conjunto es aceptable, aunque se echa en falta un poco más de energía en la puesta en escena. Se deja ver.

Fin de una trilogía que ha supuesto una revisitación a otra antigua franquicia que a su vez contaba con varias secuelas. A su favor tiene que, en su conjunto, y pese a ser un producto comercial, la tres películas ofrecen el entretenimiento esperado. En su contra, que la calidad va de más a menos a cada secuela.
Gracias a los efectos visuales de última generación, el director ha sido capaz de construir un primer acto en donde los auténticos protagonistas son los simios, con apenas diálogo. Quizás es la mejor parte de la película, ya que después la trama se vuelve bastante previsible, con detalles inverosímiles que restan al conjunto. El final, un poco tosco para una película que debería ser el cierre argumental, parece escrito de forma apresurada.