Acusados: Los hombres que la violaron.
Acusados: Los hombres que lo vieron y animaron.
Acusada: La mujer condenada por provocarlos.

El argumento es simple, y es que a estas alturas tampoco hay mucho que pueda sorprendernos o estremecernos porque ya lo hemos visto todo en el cine y la televisión: una chica sufre una violación triple una noche en un bar. Víctima que pasa a ser acusada de provocarles e incitarles a violarla. Comienza una odisea frente a los tribunales con la única ayuda de su abogada.

No se trata de una obra maestra, de hecho, se hubiese podido aprovechar mucho más el argumento, quizás de no haber empezado la película por el final. Pero aquí se encuentra una de las escenas más escalofriantes y... ¿brutales? (esta palabra a lo mejor se queda corta) que he visto hasta ahora en el cine*, provoca una enorme incomodidad e impotencia por no poder hacer nada para evitar lo que sucede.

He disfrutado de las interpretaciones colosales de Foster en 'El silencio de los corderos' y en 'Un dios salvaje', pero aquí tampoco se queda atrás. Si bien la película puede resultar un poco monótona y predecible, tan sólo por ella es un gran acierto verla. Merecida estatuilla que se llevó a casa, ganando a Glenn Close, Meryl Streep, Melanie Griffith y Sigourney Weave.

Ahora sólo me queda verla en versión original para poder disfrutar de ella al 100%, ya que el doblaje también es escalofriante.

*Lejos de las películas al puro estilo Saw.