A todos nos gusta la Calle Larios, pero la vida se parece más a La Palma-Palmilla. Y de eso va Malaka, una serie con una inteligencia y con un gusto inmensos, calidad desbordante, especialmente en el reparto, que tiene unas actuaciones tan fidedignas que un malagueño podrá pensar que en lugar de una serie está viendo un documental.

La ya de por sí buena dirección se vale de una banda sonora excepcional que casa perfectamente con los silencios planteados desde el guion. Malaka va sobre afrontar todo aquello que no queremos afrontar: un pasado que ya tenías olvidado pero que ahora aparece, las malas decisiones que empiezan a pasar factura, el arrepentimiento tras la muerte de una hija... Y cuando se afronta algo se hace desde el silencio, desde la reflexión y desde la acción, y esos tres ingredientes aparecen constantemente.

Si Malaka fuese un producto HBO (tiene un aire a True Detective) no pararíamos de halagarla. Pero amigo, this is Spain, hasta que no la compre Netflix y reciba el cariño mundial no nos daremos cuenta de que es una de las mejores series nacionales que se han hecho nunca.

Absolutamente recomendable.

El primer paso para que una película se convierte en obra maestra, es que con el paso del tiempo se vuelva cada vez mejor. Para ello es casi fundamental que no se comprenda realmente el día de su estreno. Yo voy a intentar arrojar algo de luz, la que buenamente pueda.

"Érase una vez en...Hollywood" es la última película de Quentin Tarantino. La décima será harina de otro costal, pero es en esta donde se despide, es por ello por lo que cambia el registro y muestra una faceta mucho más profunda y reflexiva, lo que va a suponer el principal escollo para que se entienda el mensaje real, pues muchos se han tomado esta película como un divertimento más cuando realmente la película juega en otra liga.

Las autoreferencias son más que evidentes, pero lo relevante de ellas no es que las utilice por pura estética, sino por su mensaje, porque podemos ver que el fuego, el lanzallamas o el diseño de los cines recuerdan a "Malditos bastardos", pero lo que toma verdaderamente de esta película es el metalenguaje. Lo mismo ocurre con las escenas de aeropuerto que establecen un vínculo con "Jackie Brown", pero lo que importa es que toma de ella su faceta de romper expectativas. Lo mismo ocurre con la estética pop y cinéfila propia de "Pulp Fiction", pero lo relevante es que retoma el mcguffin. Pasa lo mismo con los pies sobre salpicaderos, dignos de "Death Proof" pero lo interesante es que vuelve a aparecer la idea del cine como fetiche y el orgasmo como final. El juego no acaba ahí, Bruce Lee parece enseñar a Sharon Tate los "cinco puntos para hacer explotar un corazón", Rick Dalton graba en localizaciones de Django y Cliff apunta a Tex tal y como ocurría en Reservoir Dogs.
Tarantino nos va a explicar su cine.

Todo este metalenguaje en el que se ve reflejado Tarantino no termina ahí, su creatividad ya no pasa por escribir diálogos elocuentes sino interesantes, y decide que la originalidad no va a residir en nuevos recursos visuales sino en el juego metanarrativo. Como paradigma de esto, baste subrayar que por ejemplo Leonardo Di Caprio charla con una joven promesa de la actuación, o que a Brad Pitt le llamen "el guapito". No son los ejemplos más interesante pero sí los que mejor demuestran la diversión e ironía con la que se toma este juego.

Intentaré no decir nada que no se haya dicho ya, pero no puedo evitar resaltar la escena de Sharon Tate en el cine viéndose a sí misma. Disfruta viendo como los demás disfrutan. Para eso es actriz. Y para eso es director el bueno de Quentin, que repito, tiene en todas estos ejemplos de metalenguaje a su alter ego.

La ambientación es excelente y motivo suficiente para ver y disfrutar la película. Ya no sólo la música excelente: el vestuario, la escenografía con mil y un detalles, los coches, la cantidad de extras... Hay quienes no entienden que el cine en plena posmodernidad no tiene porque contarte una historia, con el simple hecho de hacerte vivir una cierta época ya es suficiente, ese es uno de sus poderes. A mi me parece fascinante como vivimos un rodaje desde la perspectiva de un actor que, sorpresa metalingüistica, ve como se acerca el final de su carrera. Vemos a todo tipo de profesionales de la industria, a los que Tarantino les demuestra el mejor de los reconocimientos. Y si la película desborda buen rollo es porque todo lo hace desde el amor, consideración y respeto a quienes nos hacen felices durante al menos un par de horas. La alegría de vivir.

Y por si no has disfrutado del viaje, del cuento, ante el mundo gris Tarantino te propone un orgasmo final: placer efímero y breve. Donde ahora sí se muestra como siempre ha sido, pero además estereotipado gracias a todo el bagaje previo. Ya se sabe, el negro es más negro sobre blanco.

La película, y la filmografía entera de Quentin Tarantino, se explican justo en los últimos 5 minutos de película. Y por ello te invito a que leas la zona Spoilers.

La generación posmoderna ya tiene, por fin, el film que quizá más la represente. Las referencias de Panos Cosmatos a la hora de crear Mandy parecen claras a la mínima que estemos algo sabidos en la cultura millennial. Mandy no es el tipo de cine que existe gracias la generación de los 80, es el cine que responde a la cultura de los 2000. Es el tipo de cine que creció con Tarantino y no con Kubrick.
Mandy es el cine que responde a la generación de los videojuegos. Si su estética neo vintage ya nos recuerda sobre todo a FarCry 3 Blood Dragon, la imaginería, ambientación y contexto parecen una copia exacta de la versión original de FarCry 3. No faltan las torres de electricidad en mitad del bosque, los quads, todo tipo de armas, la alusión a elementos místicos como el cuchillo de nosequé, y la intrusión en el mundo psicótico del LSD. Quien haya jugado a ambos juegos, o a otros muchos similares, se dará cuenta rápidamente de todas estas referencias.

Sin embargo, la trama es más bien una visión oscura y posmoderna de la Biblia que responde a la pregunta: y si Jesús de Nazaret hubiese visto su propio calvario en su esposa, ¿cómo habría respondido? Y de ese hilo tira durante buena parte de la película, con los evidentes símbolos de la corona de espinas o los clavos en las manos. Los romanos ahora son una secta digna de Charles Manson, el desierto ha dado paso al bosque y José ahora no es carpintero sino leñador. Sin embargo, esto que podría parecer bastante divertido, se torna arrítmico y tedioso durante buena parte del film debido a una falta notable de diálogo que su suple con creces en la recta final con una explosión de acción y una buena dosis de humor negro y sarcástico. La película tampoco se toma demasiado en serio a sí misma y se agradece.

El cine conscientemente post Tarantino no tiene miedo en tomar de él sus recursos (mítico manga japonés en mitad de Kill Bill) y se vuelve tan ecléctica como desee. Esto también llega a la excelente composición musical del recientemente fallecido Johannsonn: un delicioso hibrido entre lo minimal y el rock, que al moverse entre dos corrientes tan opuestas acaba creando una pretendida confusión.

Pero Panos Cosmatos no es tan talentoso como para saber cuando parar. Y es que Mandy se acaba haciendo bola por la reiteración constante de recursos y el onanismo de su director, que alarga y alarga ciertas situaciones por mera recreación estética. Así pues, el ejercicio de estilo se agradece, pero se atraganta. Era una apuesta valiente, ciertamente subversiva pero quizá no tan rompedora si se saben ver sus referencias.

Se nota perfectamente quien entiende una película y quien no, ya sea porque no le interesa , no presta atención o su intelecto no alcanza. Todas las críticas negativas a esta película en esta página responden a alguna de estas tres explicaciones; hay quien la suspende por meros prejuicios ideológicos (no le interesa), porque no comprende algunos símbolos (no presta atención), o porque sencillamente no entienden que una película tiene una serie de premisas que no hay porqué explicar y prefieren que se lo den todo ultramasticadito (su intelecto no alcanza).

La película es una obra maestra en lo técnico (está excepcionalmente bien dirigida, fotografiada y montada) y en lo profundo (todo lo relacionado con el ser humano que es atemporal y se repite constantemente; la inmigración, la injusticia, la muerte, la solidaridad, la codicia, el sacrificio, el amor, la esperanza. Todo el ser humano está en la cinta).

Además, es una obra maestra oficial porque así lo ha querido el tiempo. Ya no sólo es que sea vigente 13 años después, es que ha crecido, y al paso que vamos seguirá creciendo aún más.

Lo mejor: la importancia que se le otorga a las obras de arte de todas las épocas, documentos que certifican el bucle en el que vive y vivirá el ser humano.

Lo peor: que haya quien aún no la ha disfrutado.

Muy breve:

Impresionante sería el adjetivo que utilizaría si sólo se me permitiese una palabra para definir la película. Y es que es así, impresiona. El arranque es plenamente inmersivo, transmite un pánico y un terror psicológico muy difícil de olvidar. Es terrorífico, sin dar miedo. Ese magnífico "Mientras estén cantando, sabremos al menos que están bien", esa silueta en sombra sobre el anuncio, esa atrevida relación Hampa-Policía con fin social, esa persecución por las calles, esa M en la chaqueta, esa encerrona en la fábrica, ese juego de tensiones, esa escena en el sótano con ese juicio magnífico que deja unos diálogos y un mensajes increíble para la época y tan transgresor que aun hoy se sigue debatiendo, ese cuadro puramente expresionista de las madres lamentándose justo al final... Qué maravilla.

Si hoy en día siguiéramos viviendo en un mundo en blancos y negros la película no sería tan impactante.