La película empieza con una presentación de las emociones divertida y con buen ritmo que nos muestra a la jefa, Alegría (que tiene, un poco, complejo de superioridad, si se me permite); Tristeza, que mete la pata hasta que te desquicia (a ti y a Alegría); y los tres chistosos, Ira, Miedo y Asco, de los que he de decir, que Miedo es el mejor y Asco la más desaprovechada.

La niña protagonista, sufre un cambio en su vida y entra en una espiral de depresión (o esto quiere contarnos Pixar).
Pixar narra muy bien para un espectador infantil el proceso por el que pasa la niña: la Tristeza invade los recuerdos esenciales alegres de Riley, que son los que sustentan las Islas de su personalidad y las va destrozando poco a poco hasta que ya no puede sentir nada.
Sin embargo, en mi opinión, lo que ocurre en la historia, se corresponde más con una rabieta que con una depresión.

Se muestra de manera brillante, para el entendimiento de los espectadores infantiles, el funcionamiento de la mente: los recuerdos como bolas de colores según el sentimiento, los recuerdos esenciales que conforman la personalidad, las Islas de la Personalidad, el laberinto de la memoria a largo plazo, el basurero de recuerdos, el pensamiento abstracto (una joya de escena), la Fábrica de Sueños... me parece un planteamiento genial! Y todo envuelto en un Diseño de Producción de la hostia.

La historia evoluciona así hasta que Alegría tiene que bajar la oreja y reconocer el valor de Tristeza y Tristeza se vuelve alegre y arregla las cosas (esto me pareció una contradicción, pero entiendo que es una película infantil y tenía que hacer cosas buenas para ser una protagonista).