Excelente, es la primera palabra que se me ocurre para esta película que apenas he podido ver hace unos días por cable. Plagada de metáforas y un humor magnífico (humor que prescinde del gag), me ha parecido una visión muy general y certera de la vida, desde las situaciones más vulgares, como "caerles" a un par de mujeres para pasarla bien un rato, hasta el profundo (y extraño) drama de las otras dos que forman el conjunto protagónico, pasando, desde luego, por la vida y perfiles de los dos protagonistas masculinos. Los sueños son componente escencial de la vida humana y tienen, por sí solos, un gran poder transformador; pero también, la realidad es lo que existe objetivamente, y si el sueño cala hondo en el que sueña, la vida real predomina sobre todos los seres y todas las cosas, y eso es algo que queda bien claro en los últimos tramos del filme, sobre todo en las reflexiones del narrador. No quiero alargarme mucho, pero no puedo cerrar sin expresar la tremenda emoción que me produjo esa escena, raramente épica, de Paul huyendo del aeroplano que conducía frenética la Dunaway. Escena bárbara que me hizo temblar de admiración y de risa.

Sin duda que me ha gustado mucho, aunque la metáfora del boxeo haya sido muy utilizada ya con fines similares en otras películas. Su poder, para mí, es la manera particular en que se va desarrolando cada escena o situación, siempre llena de interés y calidad en la dirección (no sé mucho de dirección, casi nada, pero al menos sé distinguir en general cuándo es muy buena o cuándo muy mala). Lo que sí, es que tampoco me parece excepcional, nada realmente nuevo o deslumbrante, o especialmente perturbador, ya que su parte final, aunque muy interesante, ofrece poco de esto. Por eso digo que muy notable, pero hasta allí.