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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.193
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y él lo sabe bien, pues aunque sea una máquina, aunque esté hecho de cables y circuitos y aunque tenga ruedas en vez de piernas, puede sentir como un ser humano, ¡porque está vivo!
Hablamos de aquel simpático y patoso ser mecánico que enterneció los corazones de muchos allá por los años '80: N.º 5. O, como a él le gusta que le llamen, Johnny 5.

Este robot con la capacidad destructiva de Terminator, al que le caía un rayo como al monstruo de Frankenstein y que le dejaba tan manso y adorable como E.T., también logró enternecerme y divertirme horrores cuando era un crío. Siempre quería tener un robot como él; ahora, revisionando la película después de tantísimo tiempo, pues la cinta se hizo trizas de ponerla reiteradamente en el VHS, una sensación de nostalgia me ha embriagado al reencontrarme con mi viejo amigo N.º 5, desde el mismísmo principio, cuando aparece en pantalla el título del film.
Los productores David Foster y Lawrence Turman tuvieron la idea de presentar al público un robot al que pudieran querer y, sobre todo, entender, tratando el tan manido tema de una máquina con la capacidad de expresar sentimientos como los humanos, como ya hemos visto otras muchas veces, fichando para el proyecto a los guionistas S.S. Wilson y Brent Maddock y al director John Badham, para quien esta película significaría otro notable éxito comercial, máxima que siempre ha seguido en su cine.

Resulta que en los laboratorios NOVA se está trabajando con un invento revolucionario, unos transportes de armas nucleares inteligentes, o lo que es lo mismo, robots portando bombas y cosas para matar, aunque los militares dicen que servirán para establecer la paz. Tras la demostración, comienza una fuerte tormenta y, así como quien no quiere la cosa, un rayo cae justo en uno de los prototipos, el n.º 5, para ser exactos; parece que está averiado, que funciona mal, pero nada más lejos de la realidad...lo que sucede es que, a causa de la intensidad de la descarga, el robot ha cobrado vida (¡!).
Por supuesto esa no es la perspectiva de los científicos Newton y Ben, que mantienen la firme teoría de que una máquina no está viva, ni siente ni padece, "¡sólo procesa el programa!". Sin embargo, y contra todo pronóstico, este N.º 5 ha tomado conciencia de sí mismo, como un humano...de hecho, es más humano que los individuos que van tras su busca; por suerte nuestro amigo contará con la ayuda de Stephanie, una chica que se ha encariñado con él y con la que descubrirá muchas cosas con respecto a lo que significa estar vivo.

Pese a no ser más que la típica película familiar de los '80, destinada al sector infantil, concretamente, "Cortocircuito" tiene algo, un alma, inocente y pura, de la cual carecen hoy las películas; eso es lo que hace tan especial al cine ochentero, y más aún al de fantasía y ciencia-ficción. Badham vuelve a demostrar que sabe manejarse en el cine comercial, que tiene talento para hacer de la historia una dinámica y muy entretenida aventura para todos los públicos, entrañable, con mucho humor, acción, gotas de romance y hasta parodiando su propio cine (lo podemos ver en aquella escena donde N.º 5 imita al Travolta de "Fiebre del Sábado Noche", debut del director).
El film pone en solfa el tema de la Guerra Fría, tan usado en el cine americano de la época, critica el abuso de la televisión que tanto se daba en los EE.UU. de la era Reagan y, con una vena de lo más "spielbergiana", trae a colación uno de los temas más usados en la ciencia-ficción: ¿una máquina puede sentir emociones?, ¿pensar por sí misma sin necesidad de programas?, ¿romper las reglas que sus creadores le han impuesto a través de la ciencia por medio de sentimientos? No en vano el robot protagonista se hace estas preguntas, se cuestiona sobre su propia existencia mientras aquellos que le han creado en un principio ahora le persiguen para destruirle, lo que añade un punto melancólico y pesimista a la historia.

Steve Guttenberg vuelve a hacer de papanatas de buen corazón, que se le da de miedo, compartiendo pantalla nuevamente con G.W. Bailey, con quien ya se vio las caras en "Loca Academia de Policía" (por cierto, que el tío casi hace el mismo papel). La muy boba y tremendamente empalagosa Ally Sheedy, de la que me enamoré de pequeño (por qué no admitirlo), es la que le da la nota emotiva al film, mientras que Fisher Stevens, como buen extranjero en el cine de los '80, y Austin Pendleton, dan la nota cómica y desenfadada. Y hasta podemos ver al mismo Badham haciendo de cámara de televisión.
La estrella, de todas formas, sigue siendo ese mítico N.º 5 que se configura como una mezcla del E.T. de Spielberg, el Starman de Carpenter y el C-3PO de Lucas que de seguro todos quisimos tener de amigo cuando éramos pequeños, y con el que Syd Mead, diseñador en "Tron" y "Blade Runner", realizó un gran trabajo.

La moralina que persigue esta fantástica película, y el robot protagonista de la misma, es de lo más sencilla y justa: vive y deja vivir.
Increíble. Un robot nos lo puede mostrar de manera más noble que un ser humano...y antes que Wall-E, ojo, que hay por ahí algunos ignorantes que no saben que Johnny 5 llegó antes.
Chris Jiménez
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6
16 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos del 2.000 salieron dos películas, casi a la misma vez, con el mismo título y enmarcadas en el género del suspense.
Una tenía al mítico Al Pacino de protagonista, la otra al aún más mítico Max Von Sydow. Una de ellas estaba dirigida por Christopher Nolan...¿pero quién coño quiere a Christopher Nolan teniendo a Dario Argento a mano?

Las dos presentaban el mismo título en castellano, pero la de Argento, que se llamaba "Non ho Sonno" en su versión original, nos cuenta la historia de un criminal que conmocionó Turin en los años '80 iniciando una terrible cadena de homicidios, la cual fue conocida como "los asesinatos del enano". Vincenzo de Fabritiis, un escritor de novelas de suspense, fue acusado por el sagaz detective de la policía Ulisse Moretti, quien resultó muerto de un disparo...el caso concluyó y acabó cerrado.
Cerrado sí, pero eso de concluido no está muy claro, ya que, casi veinte años después se han reanudado los asesinatos: primero dos prostitutas, luego una bailarina. ¿Está aún vivo el criminal o hay alguien obsesionado con él y se ha propuesto imitarle? La policía no tiene pistas, así que la solución es que vuelva a tomar parte Moretti, al que los años no han perdonado y sufre importantes lagunas mentales; el número de víctimas aumenta y la clave parece ser una antigua (y muy siniestra) canción sobre asesinatos de animales, que el viejo ex-detective deberá desentrañar con ayuda de Giacomo, un joven que de niño vio morir a su madre a manos del mismo criminal.

Treinta y dos años habían pasado, nada menos, desde que el bueno de Dario Argento comenzase su longeva y en ocasiones irregular carrera cinematográfica, y lo hizo con un género en el que acabó consagrándose como director. "El Pájaro de las Plumas de Cristal", "El Gato de las Nueve Colas", "Rojo Oscuro", "Tenebre"...todos y cada uno de sus clásicos "giallos" marcaron una época y le dieron el empuje que necesitaba dicho estilo, generando una sucesión interminable de imitaciones, algunas más malas que buenas, que alcanzó su punto máximo en la década de los '70.
Mucho tiempo había pasado desde aquello, y yo soy de los que creen que los años dorados de su cine le son ya imposibles de recuperar al italiano, sobre todo porque revitalizar con éxito un género tan explotado y manido como el "giallo" es tarea complicada, y su penúltimo film, "Giallo", (valga la redundancia), lo pone bien de manifiesto. Tras su intento fallido de resucitar la leyenda del Fantasma de la Ópera en 1.998, el director optó por volver a su cine de suspense y crímenes de siempre, y lo haría realizando una especie de homenaje al género que le encumbró.

Así funciona "Insomnio". Argento demuestra una vez más que se puede hacer un "giallo/slasher" de manual muy interesante sin tener que innovar ni crear subterfugios baratos y repitiendo claves ya conocidísimas; de hecho, tenemos todos los ingredientes para cocinar una buena película de suspense a la italiana: los brutales asesinatos de chicas jóvenes, el policía que vuelve tras los pasos del homicida después de muchos años, las pistas que no conducen a ninguna parte, el trauma del protagonista que le conecta directamente con el asesino, el erróneo culpable, y, como no, el giro final fuera de toda lógica que no puede faltar. Aunque, en el caso de "Insomnio", dicho final tiene más sentido del que uno podría esperar.
Eso sí, más que homenaje, podríamos decir que la película es un autohomenaje, ya que el director recurre a elementos que, de algún modo u otro, estuvieron presentes en sus anteriores obras, y no sólo por volver a rodar en el escenario teatral que tanto ama éste o la banda sonora compuesta por los míticos GOBLIN; la idea de imitar asesinatos escritos en una novela recuerda a "Tenebre", la unión tan pintoresca de Moretti y Giacomo evoca a la formada por Karl Malden y James Franciscus en "El Gato de las Nueve Colas", por no hablar de que la clave del crimen es una canción que habla de matar animales, y si hacemos memoria, muchos en los '70 siguieron la tradición "argentiana" llenando los títulos de sus "giallos" con nombres de animales ("La Tarántula del Vientre Negro", "La Cola del Escorpión", "La Iguana de la Lengua de Fuego", "Una Lagartija con Piel de Mujer", etc., etc.).

La mayor sorpresa del film es que Argento cuenta con Max Von Sydow para el papel protagonista; ya ven, el hombre que apareció en algunas de las más legendarias obras de Ingmar Bergman y que una vez se enfrentó al mismísimo Satán, aquí aguanta el tipo decentemente a sus 72 tacos encarnando al típico policía retirado y aquejado por los años que ha de revivir sus demonios enfrentándose al asesino que creía muerto, compartiendo pantalla con un joven Stefano Dionisi que no defrauda, la verdad. Los demás están correctos; Chiara Casselli, Roberto Zibetti, Paolo Maria Scalondro, la veterana Rosella Falk...todos, en general, bastante correctos.
Sí, la mejor época del director de "Suspiria" quedaba lejos, pero su talento en el género aún resistía bien a principios del 2.000. "Insomnio", con su ultraviolencia y sus ocurrentes giros de argumento, garantiza un rato la mar de entretenido, a pesar de sus clichés y sus casi dos horas de duración.
Chris Jiménez
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8
5 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una fría mañana irán a buscarte, te atarán los brazos a la espalda, te llevarán a rastras hasta el patio, te harán subir al patíbulo, te pondrán una cuerda alrededor del cuello [...] y te dejarán solo. ¿Sabes lo último que oirás?, la sacudida de tu cuerpo al caer por el hueco cuando abran la escotilla".
Son las amargas e iracundas palabras de un hombre que desea con toda su alma cumplir una venganza, un hombre que ha de tomar el tren de Gun Hill a las nueve en punto de la noche junto a dos hombres...y uno de ellos con un corte en la cara.

Los años '50 estaban tocando a su fin, quizá la década de gloria por excelencia para el cine del Oeste, cuando aún permanecían los convencionalismos y la tan correcta mitificación del género antes de que en los tiempos que estaban por venir se comenzara con su definitiva desvirtuación, la cual vendría comandada por cineastas como Sam Peckinpah, Monte Hellman, Clint Eastwood o el italiano Sergio Leone...pero aún se podía respirar esa esencia del más puro "western" en muchos títulos.
1.959 dio carpetazo al decenio con una colección de joyas imprescindibles para el amante del género, y lo pusieron de manifiesto Howard Hawks y su mítico "Río Bravo", Edward Dmytryk con "El Hombre de las Pistolas de Oro" o John Ford con "Misión de Audaces". También fue el año en el cual otro maestro se despidió de los '50 tras haber dado tantas buenas obras en la década, y es que, antes de situarse entre los más grandes de la Historia del cine, junto a Ford, Hawks o Mann, gracias a sus "Siete Magníficos", John Sturges estrenó dos películas, "Cuando Hierve la Sangre" y "El Último Tren de Gun Hill", que figura por méritos propios entre sus logros más duraderos.

Y todo fue porque el gran éxito que ganó la Columbia Pictures con "El Tren de las 3:10" irritaba a los productores de Paramount. Un verdadero duelo de titanes, cinematográficamente hablando, donde Hal Wallis decidió colaborar nuevamente con Sturges para llevar a la gran pantalla otra gran muestra del género con la que hacerle la pascua a David Heilweil y Delmer Daves, así se reunió prácticamente a todo el equipo de "Duelo de Titanes", reencontrándose en el reparto Kirk Douglas y Earl Holliman, para un nuevo film:
En un precioso día, una mujer de ascendencia india es violada y asesinada por dos jóvenes con ladrillos en lugar de cerebro que dejan tirado el cadáver en mitad del bosque; por suerte, el hijo de ella logra escapar en uno de los caballos de los asaltantes. Resulta que la nativa americana es en realidad Catherine Morgan, la esposa del recto sheriff Matt, un tipo que ha perdido de la manera más violenta a la mujer de su vida y que va a llevar a los culpables ante la justicia, sea como sea. De este modo averiguará que uno de ellos es el hijo de Craig Belden, viejo amigo y dueño absoluto de Gun Hill, pero eso a Matt no le preocupa; su misión es subirse al próximo tren con dos hombres que han de pagar su crimen...y la va a cumplir.

Clásica historia de venganza, justicia y ley la que nos trae el sr. Sturges a partir de una idea original de Les Crutchfield; una historia, en concepto y argumento, claramente influenciada por otros grandes títulos de entonces, como "Sólo Ante el Peligro" o la antes mencionada "El Tren de las 3:10", con las cuales comparte algunas similitudes. El director maneja con oficio, como es lógico, la puesta en escena y el desarrollo de la trama, conducida por la búsqueda de venganza en un Oeste cínico gobernado por hombres injustos y habitado por cobardes desalmados donde se replica uno de los patrones más usados del género: la confrontación de ideales y emociones que sitúa en un gran dilema a los protagonistas principales, unidos por una vieja y larga amistad presta a quedarse al borde del precipicio.
Otro de los temas que trata el guionista James Poe son la posición de ayudar a los indios, siempre satanizados en el "western", y la reflexión sobre las malas relaciones entre unos padres conservadores y unos hijos descarriados y abocados a la decadencia (era lo que estaba a la orden del día en los '50). Pero lo mejor del film es, sin duda, ese aire de suspense e intriga que tan bien sabe imprimir Sturges, reforzado gracias a los últimos 40 minutos del metraje, ya que, como en la de Zinnemann, Morgan se encuentra sólo ante el peligro, esperando en la habitación del hotel, y cuanto más espera más se tensa el ambiente.

Disfrutamos de la gran presencia de esos enfrentados gigantes que son Douglas y Quinn, los dos maravillosos en sus respectivos papeles (aunque yo prefiero al primero); muy notable también la secundaria Carolyn Jones, al principio en un personaje un tanto estereotipado (a las mujeres de hoy les repateará) pero revelándose importante en la historia, y atención a un joven Brian G. Hutton, futuro director de "Los Violentos de Kelly" y "El Desafío de las Águilas", encarnando al desgraciado de Lee Smithers. Apuntar también los buenos diálogos de Poe, secos, mordaces y punzantes, lo que hace subir el tono de amargura y cinismo de la película, y, cómo no, el gran duelo final entre esos dos actorazos que logran aquí una de sus mejores interpretaciones.
Joyita del género rodada en grandiosa VistaVision, de las más importantes de aquel último resquicio de los '50, el adiós a una etapa y el comienzo de otra: el crepúsculo. Sturges vuelve a dejar claro que es de los más grandes.

El diálogo entre Matt y Rick, donde el primero le explica el aciago destino que le aguarda en la horca (con cuyas frases he empezado esta crítica), es demoledor a más no poder, y absolutamente magistral.
Chris Jiménez
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5
23 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La profecía va a cumplirse. Los astros se han alineado. El Diablo va a ser despertado, comenzando así una nueva era de oscuridad que nadie podrá impedir...
De este modo, entre tinieblas, demonios y fuerzas maléficas, el sr. Carpenter nos trae la segunda entrega de su Trilogía del Apocalipsis, que completan "La Cosa" y "En la Boca del Miedo".

No había salido muy bien parado John Carpenter de su encontronazo con la taquilla cuando su majadería de aventuras, magia y fantasmas "Golpe en la Pequeña China" fracasara estrepitosamente, aunque él siempre se ha mostrado orgulloso de haberla dirigido, y hoy por hoy permanece como una joyita de culto del género. Esos malos resultados al intentar realizar cine comercial hicieron que el director optara por regresar a los cómodos y más seguros terrenos que el cine independiente siempre le había deparado.
Tras cinco años alejado del terror (¿se puede considerar "Christine" una película de terror?...hay quienes piensan que sí), con el que tan bien se manejaba a finales de los '70 y principios de los '80, Carpenter se aventuró a mezclar el género con la física, la religión y las teorías científicas, firmando el guión como Martin Quatermass, dando así a entender que se influenciaba de Nigel Kneale, creador de la serie de televisión "El Experimento del Dr. Quatermass", que contó con varias adaptaciones cinematográficas y que guarda varios aspectos en común con "El Príncipe de las Tinieblas".

Una confesión escrita por un sacerdote guardián es descubierta por otro de la misma diócesis; ésta desvela un horrible secreto que ya no puede permanecer más tiempo oculto, y junto a él una misteriosa llave la cual abre una habitación en el interior de una iglesia abandonada de Los Ángeles. Como para el sacerdote es mejor obtener pruebas científicas que hacer conjeturas pide al profesor de física Birack que le ayude a descifrar un viejo libro donde supuestamente hay grabados mensajes sobre el Apocalipsis y que estudie el extraño líquido verde que contiene una urna guardada dentro de la habitación de la iglesia.
Lo que hay en esa urna es la pura esencia del Mal, el espíritu de Satán, y su propósito es servir de prisión; los alumnos de Birack tendrán que estudiarla, y todo marcha sin problemas hasta que empiezan a ocurrir hechos muy extraños. Todos se acabarán quedando encerrados en el lugar, a la espera de que el Maligno vuelva desde su recóndito plano de existencia, sino hacen lo posible por impedirlo, claro está, lo que significará enfrentarse a fuerzas desconocidas y terroríficas.

Lo más interesante de este film, como decíamos antes, es que a Carpenter le da por juntar ese terror de regusto a serie "B" que tan bien sabe hacer con teorías metafísicas, antimateria y todo ese rollo científico el cual queda enfrentado a supersticiones de ámbito religioso y al mundo de los sueños y las predicciones; asimismo, el hombre continúa con algunos temas recurrentes de su cine, como es el fin del Mundo (que manía tiene con eso), la amenaza alienígena y su obsesión por las fuerzas ocultas, esas que permanecen enterradas sin que sepamos de su existencia y que fácilmente podrían revelarse para destruirnos.
La intención del director y la premisa estaban bien pensadas, eso hay que reconocerlo, pero sin duda fallan tal y cómo él quiere contarlo, pues el aspecto serio y verdaderamente terrorífico de la historia queda como en segundo plano, disfrazado de película de terror al uso de los '80, incluso muy manida, diría yo, y poco ayudan algunos diálogos que abusan del humor llegando a rozar lo ridículo y el sinsentido. Al fin y al cabo, "El Príncipe de las Tinieblas" es puro Carpenter, con sus cosas buenas y malas; se encuentran similitudes con "La Niebla", "Asalto a la Comisaría del Distrito 13" o "La Cosa2, aunque su narrativa se ve influenciada por Lovecraft y Stephen King y el estilo visual recuerda al terror italiano que practicaban por la misma época Fulci, Argento o Bava.

Repiten con el director el carismático Victor Wong como el profesor Birack y el repelente de Dennis Dun, que añade la nota cómica...aunque de cómica nada de nada, ¿eh? (¿por qué siempre tenía que ser un chino el que hiciera las gracias?). De Jameson Parker, Lisa Blount o Peter Jason no es que se pueda decir mucho, pero creo que están correctos; Jessie L. Ferguson y el genial Donald Pleasance son los mejores con diferencia, aunque el plantel no es una de las mejores virtudes del film. El mítico Alice Cooper sale de secundario como uno de los mendigos chiflados que amenazan la iglesia.
Entretenimiento asegurado para los fans del cine de terror de serie "B" de los '80 y del director, no obstante, éste tendría que habérselo tomado más en serio y haber hecho una película de miedo de verdad (bueno, cuando me la vi por primera vez me pasmé vivo, lo reconozco). Su mejor baza es su poder visual; a eso no hay quien gane a Carpenter.
Chris Jiménez
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7
23 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En 1.972, cuatro de los mejores hombres del ejército americano fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy en día, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra quizá pueda contratarlos".
Mítica introducción para una legendaria serie.

¿Cuántos pasarían las tardes de los sábados, a mitad de los '80, pegados al televisor para visionar las aventuras plagadas de déjà-vus de estos cuatro justicieros? "El Equipo "A" ", creada por Frank Lupo y Stephen J. Cannell para la NBC, presentaba a los héroes urbanos de sobremesa más entrañables de aquella década (a su lado McGyver se quedaba en nada), y durante su reinado catódico de cinco tremebundas temporadas, desde Enero del '83 a Marzo del '87, impartieron su bizarra justicia como nunca se había visto antes en la pequeña pantalla.
Porque, desde luego, si por algo se caracterizaban estos cuatro individuos era por ser unos forajidos completamente inusuales. Miles de interrogantes y muy pocas respuestas: ¿cómo es posible que, siendo mercenarios, fueran tan altruistas y jamás pasaran factura a sus clientes?, ¿por qué estando en busca y captura por la justicia desde más de una década, cualquier hijo de vecino podía encontrarles tan fácilmente?, ¿es que nadie tenía fichada su eterna furgoneta negra con franja roja? (homenaje indirecto y en negativo al Ford Torino de "Starsky y Hutch").

Todo eso daba absolutamente igual, lo cierto es que este Equipo "A" (creo que jamás se explicó el significado de esa enigmática "A"), originalmente miembros de una de las unidades de las Fuerzas Especiales en la guerra de Vietnam, eran lo más próximo a cuatro Robin Hoods modernos en una extravagante Norteamérica plagada de granjeros extorsionados, como en la maldita Edad Media, aunque el presidente de la NBC, Brandon Tartikoff, llegó a definir la serie como "un cruce entre "Los Siete Magníficos", "Doce del Patíbulo", "Mad Max", "Misión: Imposible" y "Canción Triste de Hill Street" con Mr. T conduciendo", presentándola como tal.
Nunca había una estructura realmente clara, no eran muchas las referencias al pasado y los resultados, capítulo tras capítulo, eran muy previsibles. Sea como fuere, para el recuerdo quedan las aventuras del coronel John "Hannibal" Smith, mi personaje favorito, encarnado por el carismático George Peppard, el chiflado capitán "Howling Mad" Murdock, interpretado por ese impagable Dwight Schultz, el apuesto teniente Templeton "Faceman" Peck (llamado "Fénix" en la versión española), al que Tim Dunigan dio vida en el piloto, luego siendo reemplazado por Dirk Benedict, ¿y cómo olvidar al rudo sargento de pocas palabras Mr. T, a quien el mítico Bosco Baracus dio su imperturbable rostro y sus bíceps de granito?

Su mezcla de talentos, en la mejor tradición de los "role play games" de toda la vida, era tan básica como efectiva y su bonhomía, ejemplar (entre explosiones, lluvias de balas y aparatosos ataques...¡nunca moría nadie!), y eso por no hablar de sus aventuras, tan adictivas como entrañables, aun repitiendo el mismo guión hasta el tedio, y es que siempre pasaba igual: los chicos del equipo son contratados por el abusado de turno, al enfrentarse a los malos son capturados y apresados en un cobertizo, hangar o similar lleno de material de bricolaje, luego idean algún cachivache ofensivo y vencen a los malandrines por goleada, justo antes de que llegue el cabreado coronel Decker (...o Lynch, o Fullbright, según la temporada).
Y entonces pues se escapan del campo de batalla, dejando una estela de triunfo y la frase lapidaria de siempre, la de "me encanta que los planes salgan bien"; fantástica coletilla siempre recitada por el guasón de "Hannibal", que venía que ni pintada para definir las buenas artes de nuestros amigos...y es que las victorias siempre saben mejor cuando uno remonta un mal resultado hasta ganar por K.O. técnico, como era el caso, y de eso nuestro Equipo "A" sabía un buen rato.

Sabían de eso y de cientos de misterios sin resolver, ya que...¿por qué a las metralletas nunca se les acaban las balas?, ¿cuál era la razón por la que "Hannibal" llevaba siempre guantes de cuero negro?, ¿sufría desviación de columna el bueno de Mr. T con toda la quincalla que le colgaba del cuello?, ¿por qué los disparos nunca impactaban en los malos pero siempre en las ruedas de sus coches? Preguntas sin respuesta en una de las series de acción y humor para toda la familia más memorables de los '80.
Y pese a que el protagonismo siempre recaía sobre el cuarteto, lo cual es muy lógico, también pudimos ver caras conocidas en la serie, como las de Charles Napier, Robert Vaughn, Isaac Hayes, Yaphet Kotto, Dean Stockwell o el mítico Hulk Hogan.

Joe Carnahan se puso al frente de una adaptación cinematográfica en 2.010...que bien podrían haberse metido por el culo los productores, sinceramente, porque es mala como ella sola y, sobre todo, carece del encanto de la serie original.
Y lo siento, Liam Neeson es un actor maravilloso, sí, pero George Peppard es el único "Hannibal" que existe.
Chris Jiménez
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