La saga AMITYVILLE vuelve una vez más sin ninguna necesidad porque lo cierto es que tiene muy poco que aportar. Las anteriores entregas incidían una y otra vez en el mismo tema sin que el espectador encontrase más que los típicos tópicos del cine de susto y espanto que en esta ocasión se repiten con un poco más de interés y posibilidades. Mejorar lo anterior no era una labor complicada y lo han conseguido.
¿Será la última? Probablemente no. Son películas de producción barata y que tienen un público fiel, al menos en Estados Unidos, que las pueden hacer rentables.
Solo destacaría a BellaThorne y a Jennifer Jason Leigh y la música que subraya adecuadamente los sustos.

Hay muchas películas que se esfuerzan por parecer lo que no pueden ser para arrastrar a los espectadores a las salas o a los ratings de audiencia...películas de todas las nacionalidades. Éste documental dramatizado es honesto de principio a fin y está dirigido a un público concreto, el cristiano, que saldrá contento de su proyección. Yo, que no soy especialmente religioso, he salido reconfortado y feliz de haber salvado mis prejuicios por haber disfrutado con éste road familiar atípico y lleno de buenas intenciones.
Sus directores saben que no van a arrasar en taquilla y que, incluso, no van a tener fácil encontrar espacio entre las grandes cadenas de exhibición y que los espectadores fieles tendrán que desplazarse kilómetros, a lo peor, para poder verla...no lo duden y busquen su sala más cercana.
Para disfrutar de las buenas historias no es necesario ser religioso y ésta es una buena historia hecha con el corazón...y con el alma también.

Están matando al cine.
¡Que fácil parece ser producir, distribuir y estrenar cualquier cosa! El Covid19 está sacando de la oscuridad películas espantosas que, en condiciones normales, jamás se estrenarían. Y se estrenan por la ausencia de los títulos que merecen ser estrenados en pantalla grande. Sacas tu entrada, 8 euros, y entras en una sala totalmente vacía. Te sientas en tu butaca, que está a un mínimo de cuatro kilómetros de tu salón, y esperas que el costo y el desplazamiento hayan merecido la pena. Empieza la proyección casi a palo seco porque ya no hay trailers ni anuncios...y llega el desasosiego, el aburrimiento y la vergüenza de irte corriendo para no volver jamás. Esto me ha sucedido en los últimos 6 meses más veces de lo esperado y esta Gacela puede haber sido el golpe definitivo a la vista de las pobres expectativas de los próximos estrenos.
En Costa Rica están algunos de los parajes naturales más hermosos del mundo, con un turismo creciente, también parado por las restricciones de la pandemia...y también está éste triste y tópico largometraje sin ningún valor artístico ni comercial que, aprovechando la necesidad de las salas ha podido estrenarse en España. ¿8 euros por ver esto? Una película como muchas de las que se pueden sufrir en las plataformas pero con el inconveniente del precio y que no puedes cambiar a los 5 minutos.
Desconozco quien ha comprado los derechos para estrenar éste trasunto pero se los costes para el exhibidor por cada pase y ha perdido mucho dinero. Al salir del cine mi pensamiento es triste porqué veo cómo ir al cine, cada vez, se hace más difícil.
La historia ha sido vista decenas de veces y aquí está mal dirigida, mal escrita y mal interpretada.
Para estrenar cosas así es más rentable cerrar las salas y esperar a que vuelva la normalidad...y me duele mucho escribir esto,

El coronavirus me está haciendo descubrir películas que se me pasaron en su estreno o que no fueron exhibidas cerca de mi. Algunas verdaderas obras de arte que pasaron desapercibidas para muchos que estamos poco acostumbrados a ver cine fuera de una sala de cine. Entre todas ellas quiero destacar esta gran producción de Netflix dirigida por el brasileño Fernando Mereilles que nos deleita con una narración y un dúo protagonista en estado de gracia que convence en cada gesto y conmueve con cada palabra.
Recomiendo su visionado y disfrute...solo por esta película, merece la pena suscribirse a Netflix.

El último trabajo estrenado en España de uno de los mejores actores de la historia del cine a nivel mundial, Javier Bardem, es una exquisita OBRA MAESTRA que sorprende en cada imagen con una historia llena de verdad y cruda realidad. Hacía mucho tiempo que no veía una película española tan bien escrita, dirigida e interpretada.
La película es el retrato descarnado del poder y lo que éste conlleva a través del ojo realista de la cámara de Fernando León de Aranoa y de una interpretación mágica de Bardem que debería llevarse todos los premios de interpretación a nivel mundial. Lo suyo es de un nivel tan superior que no hay, en éstos momentos, nadie que pueda hacerle sombra. Un actor que logra moldear los personajes hasta el punto de que nos olvidamos que es el quien está detrás.
Todos los actores que le dan la réplica están a la altura con un guión brillante que no deja indiferente a nadie.
La Academia no podía elegir otra película para representar a España y en Hollywood no deberían resistirse a cubrir de premios ésta Obra Maestra.
Bravo, Bravo, Bravissimo.