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Críticas de The Wild Side
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de junio de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Ya no estoy aquí’ (2019): La historia se desarrolla en Monterrey, Nuevo León y presenta a Ulises (Juan Daniel García), un joven de 17 años, y a su elocuente círculo de amigos ‘Los Terkos’ quienes comparten entre sí la ideología de la subcultura ‘Kolombia’ arraigando la música, vestimenta y la doctrina fundamental de la cumbia y lo ‘cholo’. Poco a poco se revelan los lazos con otros pequeños grupos y la rivalidad con otros cuantos, además de la intromisión del narcotráfico en el norte del país que siempre protagoniza e incluso interrumpe cadenas de radio, lo que lleva a ‘fricciones’ (por llamarle mesuradamente de alguna manera) y a la necesidad de Ulises de huir hacia Nueva York tratando de adaptarse a un ambiente del todo hostil para él.

Mientras la gran mayoría de inmigrantes hispanoamericanos ven con asombro en la lejanía el sueño americano, pocos son los que encuentran ahí un escape inhóspito. Tal es el caso de Ulises, interpretado por Juan Daniel García quien a través de simplemente la mirada logra reflejar inquietud, felicidad, nostalgia y temple. Sorprendentemente, a pesar de que lo vemos ‘taloneando’ logra crear cierta empatía (¿o tolerancia?) con el público al demostrar que la violencia solo genera más violencia. Incluso con sus congéneres, al integrar al ‘Sudadera’ o en una discusión alrededor de un comunicador portátil. Además, volviendo a la idea del choque cultural, parecería relevante en estos momentos volver a tocar temas como la discriminación, pero me quedo sin palabras ante los hechos que se presentan día a día.

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The Wild Side
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7
17 de enero de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nominada en el pasado festival de Cannes (Golden Eye) al lado de otros documentales imperdibles (la ganadora La strada dei Samouni y una mirada al omnipresente director del Citizen Kane en The Eyes of Orson Wells), Buscando a Ingmar Bergman crea un repertorio lleno historias y detrás de cámaras que tratan de abarcar la tenacidad del director y el pensamiento bergmaniano a partir del gran aprecio de la reconocida directora Margarethe von Trotta (compartiendo crédito con Felix Moeller y Bettina Bohler) desde su fascinación por El séptimo sello (véase la primera escena que parte también de la primera escena del reconocido largometraje del director sueco).

No es que sea el mejor documental del año, ya que la misma directora se limita a la superficialidad de los temas que se tocan para abarcar la mayor cantidad de datos históricos y encuadrar de la mejor manera su vehemencia hacia el director (aunque a veces queda relegado por el protagonismo de la misma von Trotta) con escenas icónicas de sus filmes; su paso por la 65° Muestra Internacional de la Cineteca y la retrospectiva a 100 años de su natalicio (la cual finalice justamente viendo El séptimo sello) logran sumar importancia personal y su merecido puesto en lo mejor del año (y del arte en general).
The Wild Side
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4
22 de febrero de 2020
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la era de los extremos, el feminismo ha adquirido tal relevancia que se ha convertido en un hecho más de la cultura popular moderna. Sin el afán de subestimar la lucha por darle a la mujer el papel que merece, otros han notado su potencial capitalización y lo han convertido en parte del mercado. No se puede culpar algunos trabajos bien logrados como Little Women (2019) qué, entre la trama de época y el cine de autor, Greta Gerwig logra transmitir el mensaje de liberación femenina. Me encantaría decir lo mismo de Birds of Prey, sin embargo, no es el caso.

Tras la ruptura de Harley Quinn con el Guasón en los hechos acontecidos tras Suicide Squad (2016) y con una catarsis bajo los efectos del alcohol y el desenfreno (cliché) esta antiheroína busca la ¿libertad? a través de lo que encuentre a su paso. Se puede reconocer la incertidumbre en tal búsqueda dada la irracionalidad intrínseca del personaje, pero ese no es el meollo del asunto. Se ha ganado el odio de toda Ciudad Gótica a partir de una serie de irreverencias. Ese tampoco es el inconveniente. El problema radica tras una serie de desatinos en la edición y el guion que no fundamentan el hilo conector del trío de protagonistas. Pero, sigamos con la historia.

Uno de los detractores de ‘la princesa del crimen’ es el villano Roman Sionis o ‘Black Mask’ (el suicidio actoral de Ewan McGregor, casi tan estrepitoso como el Guasón de este universo) y la única salvación de caer en las manos desolladoras de este villano, y su secuaz Victor Zsasz, es recuperar un diamante, con el que se conectan el resto de protagonistas: Huntress (Mary Elizabeth Winstead que el propio sosiego de su personaje irrumpe la infame conclusión con diálogos que permiten entrever la irracional unión al grupo), Black Canary (Jurnee Smollett-Bell qué, a pesar de lograr marcar una oportuna incursión al son de ‘It’s a Man’s Man’s Man’s World’ y magnificar su esencia al final de la película, nunca se sabe en realidad como llegó a ser como su madre mediante un mensaje gratuito para su trastabillado origen) y una agente de policía frustrada que merodea una pésima actuación (Rosie Perez). Aunado al evidente uso innecesario de efectos especiales y una gama de colores chillantes, la fotografía resulta como una simple maquinaria. Tal vez la banda sonora lidereadas por mujeres resulta cuasi efectivo, así como la entretenida coreografía de las peleas gore (al estilo Deadpool) resultan notables e irreverentes encumbradas por su simpática protagonista.

El universo cinematográfico de DC sabe que se tiene que arriesgar como lo hizo con Joker (2019) o tiene que vender utilizando el tema a seguir en la problemática global aunado al personaje que de manera inesperada resultó atractivo para las masas. La redención de Harleen Quinzel se ha convertido en su propio yugo y sobre el que se enterrarán o emergerán las siguientes entregas de DC.
The Wild Side
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8
16 de junio de 2020
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una de las escenas más icónicas, Paul (Delroy Lindo) un veterano de guerra con estrés post traumático, mientras huye entre la selva sus palabras, lamentos y suplicios solo recuerdan a Dios. En un monólogo en close up que rompe la cuarta pared, avanza y maldice, envía el mensaje central de la película, remete contra la sociedad y el gobierno, quien lo envió en un principio a una guerra sin sentido, pero el seguirá a tientas mientras su puño se eleve con el mismo odio que lo creo. Esta secuencia dura alrededor de tres minutos.
Cuatro antiguos amigos, veteranos de la guerra de Vietnam, se reúnen una vez más para traer de vuelta el cadáver de su antiguo capitán Stormin’ Norman (Chadwick Boseman), el cual funge además como el indicio de un tesoro. En “Da 5 Bloods” mientras los personajes se ponen al corriente de su particular presente a través de la moderna Vietnam, su pasado es revelado y sostenido mediante un abrupto cambio al aspecto 4:3 al son de Marvin Gaye y la radio local. La revelación de esta hermandad de cinco se demuestra con los abrazos en diferentes tomas que enaltecen la unión como el singular saludo de estos veteranos. La acción del pasado y el drama del presente se entremezcla para que en 2 horas 34 minutos se comprenda el valor de la amistad y de la familia, pero también de la desigualdad, el racismo, la justicia y la culpa.
Nuevamente, Spike Lee nos trae una historia personal para inquietar al público ante la desigualdad perene. Su capacidad para dirigir es innegable con un formidable Delroy Lindo o incluso con Chadwick Boseman (gran diferencia con su estático T’Challa); observamos la nueva perspectiva de un Vietnam revitalizado por el capitalismo a través del lente y las composiciones, nuevamente haciendo dupla con Terence Blanchard, aunado al ya mundialmente reconocido como idiosincrasia de la guerra de Vietnam ‘la cabalgata de las valquirias’, aunque resulta mas revitalizante una escena en donde los cuatro veteranos bailan entre el pasillo de un bar vietnamita bañados en un intenso rojo sangriento.
Mientras se cierne como una competidora para diferentes premiaciones, el trastabillo principal denota en historias que se escurren como el agua a través de los dedos, con personajes de los cuales bien se podrían prescindir desde la mitad del largometraje. Tal vez era un intento por hacer conciencia hacia los campos minados, pero era suficiente con el repetitivo hecho de mostrar a las victimas de esto, una y otra vez.
Así como el pasado se mezcla con el ficticio presente de los protagonistas, las múltiples escenas de un pasado de constante pelea afroamericana, que remite a Muhammad Ali, Malcolm X o Martin Luther King, se entrelazan con el presente que agoniza en un mundo plagado por la lucha contra la arbitraria autoridad, el racismo y el clasismo, la disputa de la humanidad con la otra humanidad. Siempre tan diferentes, siempre tan iguales.

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