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Voto de The Wild Side:
4
Acción. Aventuras Después de separarse de Joker, Harley Quinn y otras tres heroínas (Canario Negro, Cazadora y Renée Montoya) unen sus fuerzas para salvar a una niña (Cassandra Cain) del malvado rey del crimen Máscara Negra. (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2020
4 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la era de los extremos, el feminismo ha adquirido tal relevancia que se ha convertido en un hecho más de la cultura popular moderna. Sin el afán de subestimar la lucha por darle a la mujer el papel que merece, otros han notado su potencial capitalización y lo han convertido en parte del mercado. No se puede culpar algunos trabajos bien logrados como Little Women (2019) qué, entre la trama de época y el cine de autor, Greta Gerwig logra transmitir el mensaje de liberación femenina. Me encantaría decir lo mismo de Birds of Prey, sin embargo, no es el caso.

Tras la ruptura de Harley Quinn con el Guasón en los hechos acontecidos tras Suicide Squad (2016) y con una catarsis bajo los efectos del alcohol y el desenfreno (cliché) esta antiheroína busca la ¿libertad? a través de lo que encuentre a su paso. Se puede reconocer la incertidumbre en tal búsqueda dada la irracionalidad intrínseca del personaje, pero ese no es el meollo del asunto. Se ha ganado el odio de toda Ciudad Gótica a partir de una serie de irreverencias. Ese tampoco es el inconveniente. El problema radica tras una serie de desatinos en la edición y el guion que no fundamentan el hilo conector del trío de protagonistas. Pero, sigamos con la historia.

Uno de los detractores de ‘la princesa del crimen’ es el villano Roman Sionis o ‘Black Mask’ (el suicidio actoral de Ewan McGregor, casi tan estrepitoso como el Guasón de este universo) y la única salvación de caer en las manos desolladoras de este villano, y su secuaz Victor Zsasz, es recuperar un diamante, con el que se conectan el resto de protagonistas: Huntress (Mary Elizabeth Winstead que el propio sosiego de su personaje irrumpe la infame conclusión con diálogos que permiten entrever la irracional unión al grupo), Black Canary (Jurnee Smollett-Bell qué, a pesar de lograr marcar una oportuna incursión al son de ‘It’s a Man’s Man’s Man’s World’ y magnificar su esencia al final de la película, nunca se sabe en realidad como llegó a ser como su madre mediante un mensaje gratuito para su trastabillado origen) y una agente de policía frustrada que merodea una pésima actuación (Rosie Perez). Aunado al evidente uso innecesario de efectos especiales y una gama de colores chillantes, la fotografía resulta como una simple maquinaria. Tal vez la banda sonora lidereadas por mujeres resulta cuasi efectivo, así como la entretenida coreografía de las peleas gore (al estilo Deadpool) resultan notables e irreverentes encumbradas por su simpática protagonista.

El universo cinematográfico de DC sabe que se tiene que arriesgar como lo hizo con Joker (2019) o tiene que vender utilizando el tema a seguir en la problemática global aunado al personaje que de manera inesperada resultó atractivo para las masas. La redención de Harleen Quinzel se ha convertido en su propio yugo y sobre el que se enterrarán o emergerán las siguientes entregas de DC.
The Wild Side
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