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España España · West Coast
Críticas de Dabi
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de diciembre de 2023
70 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
May December (me niego a referirme a ella como "Secretos de un escándalo") es el noveno largometraje de ficción del reputado Todd Haynes, un cineasta que dio sus primeros pasos formando parte del llamado New Queer Cinema de los 90 y que, aunque no haya tenido una carrera particularmente regular, nos ha regalado trabajos espectaculares a lo largo de los años. Para mí, un estreno de Haynes siempre es algo que esperar con ganas. Y aunque no sea una película perfecta, tengo que salir que yo he salido muy satisfecho con la propuesta de Haynes.

Cuesta comentar todo lo que hace a May December grande sin entrar en spoilers, pero de entrada, no sorprende encontrarse a Todd Haynes interesado por un tema como este. May December (basada en una muy truculenta historia real) nos invita a explorar la relación de un matrimonio nacido del abuso, a través de la mirada ajena de una actriz. Haynes siempre ha sentido fascinación por adentrarse en la psicología de personajes (a menudo mujeres) repudiados por la sociedad y traumatizados por las circunstancias, y, en su universo, el deseo sexual se ha revelado en más de una ocasión como una fuerza desencadenante, imparable y, a menudo, destructiva. Es comprensible, pues, que Haynes, tratando de ser lo más imparcial posible (la figura de Elizabeth como espectadora externa no es baladí), se muestre tan interesado en diseccionar y entender la dinámica establecida entre Gracie y Joe. Tiene su gracia que, finalmente, la conclusión a la que llega se alinee perfectamente con la impresión más inmediata: es una relación podrida y abusiva desde su concepción. Y, a pesar de eso, no me da la sensación de estar viendo una película "de mensaje". No es un sermón. Las ideas que se plantean, y cómo se plantean, invitan a la reflexión.

La presentación de May December es lo que, desde la primera escena, choca y desequilibra. Tanto la crítica como el público se han empeñado en calificarla de "camp" desde que se estrenó en Cannes. Tal vez por esa fotografía ligeramente brumosa, que le da a la historia una cualidad irreal y superficial, muy apropiada para el baile de máscaras y subterfugios que nos presenta Haynes. O tal vez por ese notorio y robótico empleo del zoom, inhumano e imprescindible para alejar la mirada de la cámara. O por esa efectista banda sonora de pianos ominosos, una partitura que reconfigura la música de El mensajero y que, a ratos, podría colarse sin desentonar en una peli de John Carpenter, y colocar este piano en un melodrama, como si el exterior y el interior no terminaran de casar, es, desde luego, una decisión deliberada. O por ese jugueteo ocasional con lo irónico y lo grotesco cuando el núcleo temático de la historia es tan trágico y tan perturbador. A mí me cuesta considerarla camp (sobre todo cuando la gente ni siquiera se pone de acuerdo en qué significa la palabra camp), pero está claro que May December no es sutil es sus decisiones estilísticas, ni mucho menos. Los juegos de espejos y reflejos, los planos enteros frontales que acercan más a la obra a la asepsia enrarecida de Safe que a la calidez de Carol. El cuidado máximo en la puesta en escena y en la localización, de una pulcritud exquisita, a pesar de que los personajes parezcan, a ratos, completamente despegados de su entorno. Los planos largos, la inteligente colocación de los actores en el encuadre (esa escena en la tienda de ropa es absolutamente brillante). Haynes demuestra, una vez más, ser un realizador de primer nivel, y aunque alguna decisión pueda no convencer, no hay duda de que esta May December no podría haber salido de la mente de ningún otro.

El guion, firmado por el debutante Samy Burch, es un contrapunto. Si el ojo de Haynes es ostentoso y sensacionalista, la pluma de Burch es sutil y paciente. Y lo es, por suerte, con todos los personajes que conforman el tridente de la historia. Elizabeth es, a priori, quien representa al espectador. La actriz que llega con la intención de estudiar y aprender. Y sin embargo, poco a poco, vamos viendo que hay mucho más detrás de la fachada. El proceso de vampirización, plano conjunto ante el espejo incluido, remite a Bergman y a su obra maestra Persona. Su poder disruptivo desencadena una tormenta. En el lado opuesto del triángulo, tenemos a Joe, un joven tan alto, tan atractivo, tan corpóreo y, sin embargo, tan invisible. El más grande, y el que menos espacio ocupa. No es, por las circunstancias, un individuo formado. Ese "es lo que hacemos los adultos", de Elizabeth hacia él, es un aguijón envenenado. Y en el centro del huracán, una Gracie que, tal vez, sea la más fácil de juzgar y la más difícil de comprender. Los tres actores hacen una labor más que sólida en sus respectivos roles, algo que no sorprende en actrices de primerísima división como Moore y Portman, pero también hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de Charles Melton, ya que, al fin y al cabo, él es la víctima y el ancla emocional de May December. Con este personaje, en saber hacerse pequeño está la clave.

En resumen diré que May December me ha parecido un trabajo de enormes virtudes, a pesar de jugar con tonos y de hacer cabriolas que no son fáciles de clavar y que no siempre se fusionan sin costuras. No va a ser del gusto de todos, y probablemente muchos espectadores que busquen un mensaje más claro y más contundente no salgan convencidos con el enfoque distante y con la falta de respuestas, pero a mí me gusta mucho el resultado final. May December es triste y es inquietante, y tiene una forma muy particular de analizar las relaciones de poder, las consecuencias del abuso, la romantización amarillista y la consumición morbosa de lo trágico. No es perfecta, pero es sin duda valiente y ambiciosa, tiene un aparato visual muy potente, profundidad temática e interpretaciones a la altura. Y algo que yo agradezco mucho: es un trabajo que no se olvida al día siguiente.

Calificación: Notable
Dabi
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8
6 de diciembre de 2019
57 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de un matrimonio es la undécima película de Noah Baumbach, un cineasta que ya fue nominado al Oscar a mejor guion original en los 2000 con Una historia de Brooklyn y que explotó en la escena mumblecore de principios de esta década con Frances Ha. Es un tío que lleva décadas dedicándose al cine pero que, tal vez por el carácter de sus historias, su tono ligeramente pretencioso y sus sensibilidades indies, siempre se ha mantenido bastante alejado del radar de Hollywood.

Historia de un matrimonio es su segundo proyecto con Netflix, y desde su proyección en el Festival de Toronto se ha posicionado como una de las candidatas más potentes de la temporada de premios, pero yo, a pesar de eso, me he acercado a la película con bastante cautela. Aunque he disfrutado la mayoría de los trabajos que he visto de Baumbach (siendo Mistress America una excepción), siempre ha habido algo en ellos que me ha mantenido alejado emocionalmente, un aura de superficialidad, de postureo bohemio y excentricidad artificiosa que me impedía conectar con los personajes. Por suerte, en Historias de un matrimonio este ramalazo hipster que a veces me resultaba algo molesto ha desaparecido por completo.

Historias de un matrimonio es un trabajo cargadísimo de honestidad. Nada me resulta impostado, todo fluye, y como consecuencia, entro de cabeza desde el principio. El guion es íntimo, humano, los personajes son enormemente cercanos y sus interacciones, genuinas. Baumbach, inteligentemente, pone todo su empeño en mostrarnos todas las aristas de este matrimonio roto. No dulcifica la testarudez de Charlie y Nicole ni sus desastrosas ramificaciones, pero su mirada siempre es empática. No sacraliza ni demoniza a ninguno de los dos, que habría sido el recurso fácil. A menudo te frustran, pero siempre los entiendes.

La compleja relación entre ellos trae consigo multitud de posibilidades temáticas que Baumbach explora con habilidad: Historias de un matrimonio habla del amor olvidado, moribundo, pero a pesar de todo, vivo, latente bajo capas y capas de frustración y resentimiento; habla de las consecuencias de anteponer tus prioridades a las de tu pareja o a las de tu hijo; habla de lo mucho que se puede erosionar una relación amigable durante un proceso de divorcio, especialmente cuando le das demasiada cancha a un abogado despiadado y un sistema burocrático codicioso y lleno de agujeros; habla de anteponer el trabajo a la familia y de anteponer la familia al trabajo; de lo poco que importan todas las virtudes que escribas en una carta cuando, a pesar de todas ellas, los años han acabado por agotar los vínculos emocionales… Todos temas bien hilados y tratados con mucha sensibilidad. Cuando llegan los golpes emocionales, funcionan, y duelen, y los momentos cómicos están integrados con naturalidad y a menudo son divertidísimos. La escena de la navaja, por favor.

Pero la mayor baza de Historias de un matrimonio está en sus actuaciones. Creo sinceramente que varias escenas de esta película se proyectarán en escuelas de interpretación durante años, y sé que suena hiperbólico, pero es que madre mía. Scarlett Johansson está inmensa. Nunca pensé que fuera una mala actriz, pero jamás me imaginé que pudiera regalarnos una interpretación de semejante calibre, tan conmovedora y tan veraz. Y Adam Driver, si es posible, está aún mejor. La tristeza en su mirada, su contención, sus explosiones de rabia, todo funciona al milímetro. Laura Dern arrasa y se hace con cada escena en la que aparece. Alan Alda y Ray Liotta deslumbran en sus apariciones breves. En un 2019 que nos ha venido cargado de elencos sensacionales (El irlandés, Puñales por la espalda, Parasites, Dolor y gloria…), Historia de un matrimonio tal vez sea la película mejor actuada del año.

Al lado de un guion tan sólido y de interpretaciones tan magníficas, la fotografía tal vez sea el aspecto menos destacable, pero aun sin ser espectacular, me parece más que acertada. Tanto Baumbach como su director de fotografía (Robbie Ryan, quien ya hizo un trabajo fantástico hace tan solo un año en La favorita de Lanthimos) son precisos y austeros, y no se andan con florituras. Bergman está muy presente, tanto temática (Secretos de un matrimonio es un referente claro) como visualmente (Persona ha sido mencionada en algunas críticas, y con razón, pero también hay más de un momento que me lleva directamente a Fanny y Alexander), y aunque Historia de un matrimonio nunca alcance las cotas de excelencia del maestro sueco, sí que es capaz de utilizar con efectividad la narrativa visual en multitud de escenas. Abundan los colores cálidos. Baumbach confía en el talento de sus actores y sabe cuándo mantener los primeros planos fijos, en más de una ocasión durante secuencias de relativa extensión, y la cámara tambén se guarda bajo la manga algún que otro contrapicado muy bien empleado. La banda sonora, cortesía del veterano Randy Newman, también funciona a las mil maravillas, y encaja bien con la historia.

En definitiva, el nuevo trabajo de Baumbach me parece más que notable, y en mi opinión, muy superior a Kramer contra Kramer (con la que comparte similitudes argumentales más que evidentes) y solo ligeramente inferior a la ya mencionada Secretos de un matrimonio. Me habría gustado que equilibrara algo mejor el tiempo que se le dedica a Charlie y a Nicole (me da la sensación de que él, tal vez por ser el que menos encaja en el nuevo statu quo, acaba siendo bastante más protagonista que ella), pero esta es la única pega importante que le puedo poner. Por lo demás, me parece una película brillantemente interpretada, compleja, cautivadora, tierna, de ritmo pausado pero seguro y desenlace verosímil, triste y esperanzador al mismo tiempo. Historia de un matrimonio es desde ya una de mis favoritas del año, y sin duda el mejor trabajo de su director. Recomendadísima.

Calificación: Imprescindible
Dabi
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5
14 de septiembre de 2014
54 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no ha acabado el año y muchos ya han proclamado a Boyhood como la mejor película de 2014. Puede que lo sea. Lo único que sé es que yo, por primera vez en la filmografía de Linklater, no he sentido la historia. Me ha dejado frío en su mayor parte.

Y ojo, debe de ser problema mío, estoy seguro. La idea es tremendamente interesante en su forma, pero lo cierto es que, si quitamos eso, no encuentro nada verdaderamente original. De hecho, a veces es incluso demasiado tópica (pondré algunos de los ejemplos que más me han molestado en la sección de spoilers). Probablemente el uso de estos tipos tan manidos (por ejemplo, no se puede ser un chaval más prototípico que el protagonista) sea la forma más fácil de universalizar la película, de dejar claro el mensaje que pretende transmitir y de conseguir que la mayoría de la gente conecte con la historia.

Porque desde luego, la película se dirige directamente a eso, a la respuesta emocional mediante la identificación con el protagonista. El problema es que lo hace a través de ideas ya vistas demasiadaas veces en otras películas pero hilvanadas en un proyecto que es ambicioso, sin duda alguna, con varias escenas bastante buenas dispersas en casi tres horas, pero no colosal. Mucha gente conectará con esta película en algún momento, y entiendo perfectamente las notas tan altas que se está llevando en todas las páginas de cine, pero yo no lo he sentido. Y no quiero decir con esto que yo sea mejor o peor que el resto de espectadores por ello. Simplemente no ha ocurrido. Tal vez sea porque mi infancia y la de este chico no tienen demasiado en común, o porque la sensación de déjà vu me impedía meterme de lleno en la historia, o porque tanto el actor protagonista como el resto de los actores (y personajes) jóvenes me parecen algo simplones, o porque mis expectativas eran demasiado altas después de que me la pintaran como la obra maestra de nuestro tiempo, o tal vez haya sido una mezcla de todo.

Obviamente, también sé reconocer sus méritos. Son innegables la ambición, la paciencia y la disciplina que se necesitan para trabajar en un proyecto como este durante tantos años, y eso es algo que hay que aplaudir. Ethan Hawke y Patricia Arquette lo hacen bastante bien. Es una pena que no tengan más con lo que trabajar. El montaje es muy bueno, y hace que los años fluyan con naturalidad. Hay un par de planos secuencia interesantes, que recuerdan a la maravillosa trilogía de Before. También recuerdan a ella ciertos diálogos brillantes, casi todos recitados maravillosamente por Hawke en la primera mitad de la cinta. En la segunda mitad, el peso de ellos recae sobre los hombros del protagonista, pero por desgracia no me resultan convincentes. Está claro que Mason no es Jesse. Por desgracia, en buena parte del metraje estos diálogos se echan en falta. Personalmente creo que hay muchas más reflexiones y mucho más originales, honestas e interesantes en Before sunset (que dura 80 minutos y ni siquiera me parece la mejor de la trilogía) que en los 165 que dura Boyhood.

En definitiva, que me cuesta mucho puntuar esta película, porque toda ella se cimenta en la figura del protagonista, y el protagonista no me parece lo suficientemente carismático. Veo su vida y no me molesta, es más, me entretiene, cosa que tiene mérito tratándose de casi tres horas, pero a diferencia de otros trabajos que lidian también con la infancia, como Los 400 golpes o Cinema paradiso, Boyhood no me emociona lo que debería. Qué se le va a hacer.

Calificación: Pasable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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5
24 de diciembre de 2018
53 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mid90s es una "coming of age", una de estas películas que nos muestran esa tumultuosa transición que es el paso de la niñez a la adolescencia o a la vida adulta. Marca también el debut como director y guionista de Jonah Hill, actor que saltó a la fama hace ya algo más de una década tras co-protagonizar la comedia Supersalidos. De este género te salen decenas de productos cada década, y destacar entre tanta competencia es bastante complicado, en especial para un debutante (Bo Burnham lo consiguió hace tan solo unos meses con la estupenda Eighth grade). Y aunque Mid90s diste mucho de ser una película sobresaliente, sí que me parece un trabajo bastante digno.

Como debutante, Hill es prudente y sensato, y juega sus cartas con precaución. La historia de Stevie y su amistad con un grupo de skaters está contada de manera esquemática, minimalista. Los personajes están retratados a retazos, Hill nos da lo justo y necesario, pero no más. Lo mismo se puede decir de la relación del protagonista con su entorno. Katherine Waterson y Lucas Hedges (los actores que interpretan a la madre y al hermano de Stevie, respectivamente) no tienen demasiado con lo que trabajar, por desgracia. Como consecuencia, las interpretaciones son correctas, veraces y naturalistas, pero a ratos, planas. Por suerte, Hill es inteligente y corta la película (que dura 80 escasos minutos) justo cuando sus personajes empiezan a convertirse en parodias de sí mismos. El final es potente, pero demasiado abrupto, y aún no sé si eso juega a favor o en contra del resultado final, porque algunas resoluciones me resultan algo insatisfactorias.

En la dirección, Hill es igual de cauteloso. Abundan los planos fijos y cortos, y cuando más movimiento hay suele ser en las escenas de skating. Estos planos, algo más largos, están resueltos con solvencia. Incluso la secuencia de más duración de la cinta (Fuckshit entrando en la casa, abriendo la nevera, volviendo a la calle y reuniéndose con sus compañeros) es relativamente contenida y sobria en su ejecución, y no llama la atención sobre sí misma. Y ojo, digo todo esto como un cumplido, porque el resultado es, por lo general, bastante efectivo. Sí, habría agradecido que el montaje se hubiera permitido el lujo de extender la duración de más de un plano fijo (por ejemplo, considero que la escena de Fourth Grade hablando en el sofá con la chica habría funcionado mejor con menos cortes), pero bueno, tampoco vamos a ponernos exquisitos. El aspect ratio de 4:3 es una idea que da muy buenos resultados, porque desde luego le da un rollazo de cinta amateur noventera que difícilmente se habría podido lograr en 16:9. La música, por su parte, funciona muy bien, pero es que claro, me metes a Pixies, Morrissey, A Tribe Called Quest y Big L en la misma película y a mí ya me tienes ganadísimo.

En fin, Mid90s no es una gran película, ni tampoco revoluciona el género de las coming of age (en serio, necesitamos un término en español para esto, aunque igual lo hay y no me lo sé y estoy haciendo el gilipollas diciendo "coming of age"), pero es un producto muy correcto. No me ha dado la vida, pero desde luego tampoco me arrepiento de haberla visto, porque sus ideas, aunque no sean demasiado innovadoras, están desarrolladas con cierta calidad. Diría que no es la mejor película de este tipo de 2018 (Eighth grade le da mil vueltas, y The miseducation of Cameron Post, por poner un ejemplo, también me pareció más interesante), pero si te va el rollo, su buen hacer y su corta duración son razones suficientes para echarle un ojo. Y ahora a esperar el próximo proyecto de Jonah Hill, porque viendo esto, creo que tiene potencial suficiente para regalarnos mejores películas en el futuro.

Calificación: Pasable
Dabi
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2
29 de diciembre de 2014
53 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joder, qué cosa más mala. Outcast es una de esas películas en las que nada, absolutamente nada sale bien. El argumento más previsible y trillado de la historia (de estos que sabes perfectamente cómo van a acabar y peor aún, cómo van a desarrollarse paso por paso cuando llevas diez minutos de película), lleno de agujeros absurdos (mencionaré un par de ellos en la sección spoilers), fallos imperdonables, personajes planos e incoherentes y diálogos de parvulario. Los actores son terribles, comandados por un siempre inexpresivo Hayden Christensen en estado de desgracia y un Nicolas Cage tan histriónico como de costumbre, dos titanes de la interpretación que a ratos (solo a ratos) se marcan un risible acento ¿británico? en un universo en el que todo el puto mundo habla el mismo idioma, ya sean árabes, chinos o lo que quiera que sean los dos disminuidos que tenemos de protagonistas.

Por si fuera poco, visualmente tampoco se salva. Sí, la escenografía está medio bien, el diseño y el vestuario son medianamente decentes, pero las cámaras son un desastre. Si eres de los que perdonan un mal guion si a cambio te ofrecen buenas escenas de acción, huye de Outcast, a menos que con "buenas escenas de acción" quieras decir "coreografías insulsas con cámaras epilépticas que cambian de ángulo cada segundo y medio para que la edición maquille de mala manera la mediocridad de la escena".

¿Entretenida? Yo qué sé, a cada uno le entretiene una cosa. Yo vi una vez un recopilatorio de gordos cayéndose en Youtube y me entretuvo lo suyo. Lo más gracioso de todo es que por muy mala que sea esta película, no es la peor que ha hecho el señor Cage este año. "Left behind" es muy difícil de superar.

Calificación: Infame/Muy mala
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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