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España España · OVIEDO
Críticas de ALESNAKE
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
3
24 de diciembre de 2016
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Un desastre inconsistente, verborreico, tan serio y estirado que da miedo hasta moverse en la butaca. No hay por donde salvarlo.
-Es una mala historia fundacional, una incorrecta adaptación, un erróneo blockbuster, atroz cine de autor y una pésima película. Dos horas intentando ver a través del humo para darme cuenta de que no hay nada detrás.

Sí, definitivamente las adaptaciones de videojuegos están gafadas. Aposté porque Duncan Jones sacaría adelante “Warcraft”, perdí, porque lamentablemente todo era hueca y farragosa parafernalia pirotécnica sin vida. Sin embargo mis últimas esperanzas residían en el dúo Kurzel-Fassbender, dos señores que me alegraron el año pasado con una de las mejores películas del mismo. El “Macbeth” de Kurzel fue el más sombrío, psicológico, violentamente estilizado y humano de cuantos han pasado por la pantalla. Era una adaptación revitalizada, enérgica, visualmente brutal, con atmósfera y alma. Parecía que si alguien podía sacar adelante la adaptación de “Assassin's Creed” era él, con ayuda de Fassbender, que además de protagonizar la propuesta junto a Marion Cotillard, se convirtió en un comprometido productor. Para acompañar al dúo protagonista tenemos un impresionante elenco de secundarios, entre los que se encuentran: Jeremy Irons, Brendan Gleeson, Michael Kenneth Williams, Charlotte Rampling, Carlos Bardem, Hovik Keuchkerian y Javier Gutierrez. Pues bien, voy a contaros por qué esta adaptación de un videojuego es, como todas hasta ahora, una catástrofe.
Fassbender ha movido todos los hilos que ha podido para que les dejaran hacer la película a su modo. Incluso ha interpretado a Aguilar, intentado hablar en español. Otro de los elementos surgidos de su trabajo como productor es el tono, extremadamente serio, que imbuye toda la película. Para algunos será fantástico ver como por primera vez una adaptación de un videojuego se toma en serio a si misma y al público, cosa que no me molestaría si no fuera llevado hasta el extremo. Hubiera preferido la cuerda un poco más suelta, para poder disfrutar de una entretenida película palomitera, aunque Kurzel pretenda hacer algo más de autor. Y las pretensiones de este blockbuster a veces dan algo de miedo absurdo, tan ampuloso en algunas escenas que no debe ser consciente de la trivialidad de todo lo que dice y muestra. Además de lo embarullado y torpe que resulta tanto en su fondo como en su forma. Pues no es solo el molesto humo y la niebla que inundan la pantalla, sino el batiburrillo de subtramas sosas, la incompatibilidad de sus elementos y apartados, etc. Los tres guionistas han hecho un trabajo bastante terrible. El argumento es una aburrida repetición de los primeros videojuegos pero cambiando los personajes, el periodo histórico, etc. Además todo está realmente mal narrado, sin energía ni pericia, de forma mecánica, alargando y repitiendo constantemente unos lamentables diálogos que no aportan nada y reduciendo al mínimo el desarrollo de personajes, las explicaciones y unas resoluciones del entramado simplemente patéticas.
La cinta decide apostar por el presente, reduciendo el metraje del pasado a tres visitas al Animus. Es curioso, porque las únicas escenas a destacar pertenecen al pasado, algo lógico, pues los videojuegos también perdían mucho nivel en las misiones del presente. El periodo histórico al que viajamos, ese terrorífico siglo XV español, está totalmente desaprovechado. No creo que a los fans les importe mientras observan esos típicos travellings circulares del águila para sincronizar al “jugador”, en el videojuego resultan espectaculares, aquí son horribles. Una vez dentro del recuerdo, tenemos dos excelentes persecuciones y la pelea entre Fassbender y Hovik Keuchkerian. Aún así, además del deseo de que hubieran sacado algo de partido al contexto, también se echan en falta más minutos para Keuchkerian, Gutierrez y el anodino personaje de Ariane Labed, que tiene el mismo inexistente desarrollo que Aguilar; literal. En el presente ni un solo secundario tiene carisma, y los actores tampoco intentan compensarlo. En cuanto al nuevo modelo del Animus que tanta polémica ha suscitado, era un cambio necesario cinematográficamente hablando, es vistoso y no aporta nada más. Por último, el climax de la película no resalta por su efectividad o intensidad, lo hace por su singularidad en varios aspectos, aunque solo es una forma de dar concluida esta insípida presentación y dejar abierta la puerta a una saga que si quiere atrapar algo más que adeptos incondicionales de los videojuegos, va a tener que mejorar mucho para reconvertir a los escépticos.
Kurzel y Fassbender caen bajo el peso de sus pretensiones y su seriedad. Intentar que una adaptación de “Assassin's Creed” sea oscura, autoral y con esencia trágica de Shakespeare; son decisiones cuestionables. Si encima la seriedad elimina cualquier rastro de energía o color, hace predominar la verborrea sobre la acción o la trama y se olvida de los engranajes principales que dan vida a una película; lo que queda básicamente es un desastre. Kurzel intenta salirse del camino habitual en muchos aspectos, pero no mira por donde va y acaba estrellando su película, que en lugar de ser la redención, es una contundente reafirmación de que las adaptaciones de videojuegos nunca salen bien. Ésto no lo arregla ni el pase de temporada.
ALESNAKE
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7
8 de junio de 2019
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin, la despedida que todos nos mereciamos para esta gran historia.
La película de "Deadwood" reúne gran parte de las virtudes que convirtieron a la serie en una de las más grandes obras de la televisión. Lo hace para decir adiós adecuadamente a sus personajes con una elegante carta de amor al western y a la propia serie.
Tal vez en muchos sentidos no se trate de un desenlace a la altura de la fuente original, pero es probablemente el más satisfactorio que podía brindársele sin estropearla.
Milch escribe un guion sobrio y muy inteligente, que sabe recuperar las tramas abiertas para construir a partir de ahí la narración y disponer los principales conflictos dramáticos mientras reencuentra a sus personajes. Hay tensión, emotividad, algo de justicia, tierna grosería y un palpable sentimiento de cariño por el pueblo y sus almas perdidas, rediminadas por la camaradería de un sueño compartido.
Al final, gracias a HBO, hemos vuelto a llenarnos las botas de barro una última vez.
Queda el regusto agridulce de una conclusión -seguramente- idónea, que da su último suspiro con un diálogo magistral del eterno Al Swearengen. Como debe ser.
ALESNAKE
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5
8 de octubre de 2017
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Un viaje muy largo y lleno de baches que no lleva a ningún lugar nuevo, ni particularmente interesante ni mínimamente sorprendente respecto a su legendaria antecesora.
-Villeneuve brinda un torrente visual agotador y paralelamente se pasa 163 minutos dando palos de ciego.

Hoy vengo a hacer de malo, a desinflar todo el hype que los medios han ido creando con sus histriónicos artículos, poseídos por la falta de reposo postvisionado, la poderosa nostalgia y el desbordante talento visual de los señores Villenueve y Deakins. Porque aún tratándose de una más que innecesaria secuela de una de las grandes obras de la ciencia ficción, del cyberpunk y el cine negro; los responsables tras de ella hacen posible soñar con una secuela a la altura, de hecho se antoja eso mismo irresistible por parte de un fan que desea amar esta nueva historia producida por el propio Scott y co-escrita por el guionista de la original, Hampton Fancher. No obstante, siento decir que estamos lejos de aquella sensación de nos dejó “Blade Runner”, de su aura, de su aliento triste y ciertamente épico, de su belleza sucia y de sus personajes inolvidables. Esta apuesta fuerte de Villeneuve impacta como película íntegramente visual, pero nunca va más allá de su bonito envoltorio ni a nivel emocional ni cerebral. Por eso antes de empezar a escribir sobre esta inflada secuela, pido que hagan con ella lo que muchos consideran una técnica impecable para aprender a beber whisky. Échenle un poco de agua al dorado brebaje, eso reducirá la intensidad y les permitirá distinguir los sabores y elementos que lo componen. Habrán comprobado que la fuerza de este licor en particular proviene del alcohol, pero también que tras ese golpe superficial del apartado visual hay completa pobreza en cuanto a matices, emociones y sensaciones. Villeneuve ha hecho una película sin alma, pero lo peor es que ha hecho una película sin riesgos.
Villeneuve nos introduce en un nuevo mundo, uno mucho más iluminado que aquella metrópolis aciaga por la que deambulaba Rick Deckard, pero que no por ello es menos triste y apocalíptico. El nuevo protagonista es el agente K, un Blade Runner que se dedica a retirar modelos anteriores y desobedientes de Nexus. Y sí, un Ryan Gosling al que no le había ido tan bien un papel desde hace años. A partir de aquí nos esperan 163 irregulares minutos de oportunidades desperdiciadas, de personajes fácilmente olvidables y de una trama mucho más simple de lo que la propia película quiere reconocer. Un metraje incomprensible para lo que hay que contar y que se vuelve insostenible debido a la plomiza narración de la que hace gala Villeneuve en algunos tramos; mientras el guion de Fancher y Green se debate entre revisitar los temas y reflexiones de la original, pisarla de forma torpe o directamente moverse en círculos para no llegar a ningún sitio. Aún así en el transcurso existen ciertas escena que nos atrapan, debido a la buena escritura de los diálogos, al talento de los intérpretes y en especial a nuestras ganas de saber a donde nos llevará el filme. Llegará entonces otra decepción, cuando las respuestas o no se den o lo hagan de forma dolorosamente limitada. Por tanto es más apetecible -y fácil- perderse en la fotografía de Deakins, un extraordinario trabajo que le granjeará su decimocuarta nominación consecutiva al Óscar, esperemos que esta vez con premio. Sin embargo las imágenes parecen filmadas por un Villeneuve entre los problemas de los hombres y los de las máquinas. Por un lado, un vanidoso hombre que necesita aprobar el reto que se ha puesto y por otro una máquina incapaz de ir más allá de una perfección matemática, hasta una imperfecta pureza artística y emocional. Así es como la perfección de cada fotograma solo es superada por el vacío que exhala.
Al guion se le ven las costuras en más de una ocasión, algo a lo que no ayuda cierta torpeza del cineasta al plantear los giros. Sin embargo lo más difícil de aceptar son esos personajes de cartón, desaprovechados títeres unidimensionales que además carecen del carisma que tenía, por ejemplo, Gaff. Ahí tenemos al “villano” de Jared Leto, que está tan incompleto que da la impresión de que también le han quitado metraje aquí, o su segunda de abordo, Luv, que vive únicamente de la interpretación de Sylvia Hoeks. No hay más que pararse a observar como sube el listón la aparición de Ford, que ni siquiera interpreta a Deckard sino más bien al Han Solo de “The Force Awakens”. Solo destacan el personaje de Ana de Armas, que irónicamente es el más humano y real de todos los que pasan por la pantalla, y el K de Ryan Gosling, que pese a su arco dramático seminuevo, gana muchísimos enteros porque la interpretación del nominado al Óscar es de lejos lo mejor que tiene que ofrecer la película, incluso si concluye con una escena que es un irritante remedo del desenlace original. Una conclusión que funde a negro dejando un número ilimitado de oportunidades perdidas y de tramas abiertas sin desarrollo alguno.
Sigo en el spoiler sin ser spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ALESNAKE
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1
1 de agosto de 2016
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Es casi todo lo mala que puede ser una película de este tipo. Es burda, aburrida, reiterativa y está guiada por todos los clichés existentes dentro del género. Cine de Adam Sandler, sin Adam Sandler. Pero Efron y DeNiro están ridículos.
-Una vez me reí en esta película. No es broma, en 102 minutos tuve una de esas risas de acto reflejo fruto de algún chiste sexual un poco por encima de la vergonzosa media que establece esta horrible película.


Puede que no sepáis quien es Dan Mazer pero seguro que os habéis reído alguna vez con alguna película en la que apareciera su nombre. Tranquilos, no es algo por lo que sentirse culpable o avergonzado. Bueno, un poco sí. Este guionista, productor y director estrenó hace poco en nuestro país una película titulada “Les doy un año”. Era guionista y director de esta supuesta comedia romántica que despedazaba el matrimonio y las relaciones de pareja a base de humillaciones constantes. No estaba mal para lo que suele ofrecer. Y es que si habéis visto algo de Dan Mazer seguro que es porque ha sido productor, guionista y/o director de: la serie y las películas de “Ali G”, “Borat”, “Brüno” y “El dictador”. Y sí, obtuvo una nominación al Oscar por el guión de “Borat”. Todos estos esperpentos absurdamente satíricos y supuestamente osados, disfrutan de un gran éxito de taquilla, la aprobación incomprensible de la crítica y el estatus de cine de culto por parte del público. A mi, en general me parecen una chorrada para catetos que anda bien lejos de las virtudes que debe poseer el cine. Acepto que “Borat”era más ingeniosa, pero la escatología y la insistencia en provocar eran sus armas principales, y simplemente funcionó porque tocó en los puntos precisos. Ahora bien, lejos de Sacha Baron Cohen, el director Dan Mazer crea un interesante dúo reuniendo a Zach Efron con el más que acabado Robert DeNiro. Y si sois de los que pensáis que el actor de “Raging Bull” aún tiene qué decir, a la media hora de “Dirty Grandpa” habréis perdido toda esperanza. Voy a explicaros qué ofrece la nueva tontería de Dan Mazer.
Estamos ante una película chabacana, analfabeta, pesada y con una especie de mensaje horrible que va formulando en torno al camino de tópicos que sigue desde el primer minuto. Básicamente va de un anciano que se queda viudo, y como premio por haber sido fiel a su esposa, decide irse de viaje a vivir la vida loca y darle una alegría al churumbel. Se lleva a su nieto para destrozarle el matrimonio, porque como es más sabio que él, sabe lo que es mejor. Y durante 100 minutos de película seremos testigos de un tormentoso viaje (para el espectador, no para los personajes) por carretera, que ofrece chicas en bikini a cámara lenta, culos de chicas en bikini a cámara lenta, chicas en bikini bailando en posturas eróticas a cámara lenta y a Zach Efron sin camiseta en una película, para variar. También hay una buena lista de personajes patéticos que sobran completamente. Véase el primo imbécil del protagonista, la novia arquetipo del protagonista, los dos policías, el vendedor de drogas extranjero, el chico gay que sirve para ver como el personaje de DeNiro se ríe de su sexualidad pero realmente le respeta, el dúo de musculosos idiotas (que ingeniosos los chistes de gordos), un DeNiro que para variar es un NavySeal lleno de habilidades ultrasecretas con problemas con su hijo, etc. Y por último están las prodigiosas líneas de diálogos repletas de gags y chistes que producen urticaria cerebral. Y es que prácticamente todas las palabras del guión son pene, vagina, culo, tetas, chupar, maricona; y derivados. Para colmo los actores no podrían esta mas sobreactuados, incluso Zach Efron, que en esta ocasión ya parece una caricatura de la caricatura de su caricatura, dando el cante innecesariamente en una escena de canto para el olvido, como el resto de la película.
Dan Mazer le da una vuelta de tuerca a la mala calidad de su cine, ofreciendo algo cercano al santo grial del cine estúpido, aburrido e insultante para cualquier vida inteligente. Ni que decir tiene que una comedia que sólo me hace reír dos veces en 100 minutos es algo preocupante, aunque fuera de esperar cuando sus mecanismos de comedia se basan en mofarse de minorías raciales o sexuales, del peso de la gente, pintarrajear suásticas y penes en caras ajenas, bromear con la pedofilia, etc. De hecho es tan mala que parece que DeNiro lleva los últimos 20 años haciendo obras maestras. Así que váyanse de fiesta, destruyan el matrimonio de sus hijos o nietos, causen un escándalo público para ir a la cárcel, pillen un herpes veraniego o incluso esnifen o chútense un poco de crack si les apetece; pero no vean “Dirty Grandpa”, les puede causar secuelas irreversibles.
ALESNAKE
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8
13 de enero de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Una gran película, me suena auténtica incluso en los momentos más excéntricos.
-Frances McDormand es una fuerza de la naturaleza. Por favor, un Oscar para Sam Rockwell.

Los hermanos McDonagh son dos de los mejores nuevos directores que ha dado la última década. El pequeño, John Michael, ha convertido su colaboración con Brendan Gleeson en algo semejante a lo que tenían Wayne y Ford cuando rodaban westerns juntos. Sin embargo en 2016 vimos como daba un paso en falso con su tercera película, “War on Everyone”, en la que no participaba Brendan Gleeson. Algunos probablemente lo achacaron a que era la primera película americana del cineasta, algo difícil de asegurar. Este año le toca el turno a su hermano mayor, Martin, un dramaturgo que a finales de la década pasada pausó su carrera teatral para probar suerte en el cine. Ahora mismo tiene en su haber dos obras de culto: la extraordinaria e infravalorada “Escondidos en Brujas” y la no menos fabulosa “Siete Psicópatas”. Desgraciadamente muchos aún le siguen viendo como un remedo de Tarantino y el cine de los hermanos Coen. Nada más lejos de la verdad, pues aunque en sus películas cabe la referencia e incluso algo de resonancia, Martin McDonagh es un autor personal con todas las letras. Si no me creen vean su nueva película.
Es una tragicomedia descomunal y demoledora, que parte de un sencillo macguffin, un básico escenario de género y unos personajes arquetípicos para darle al conjunto -y a sus elementos individuales- un maravilloso sinfín de vueltas de tuerca. McDonagh mezcla géneros y tonos con maestría y precisión arrolladoras, elaborando la zigzagueante narración de la película más madura y compleja de su impecable carrera. Cada ingenioso chiste hace sangrar al espectador, es una risa incómoda, ambigua y que aparece en los momentos más inesperados. Pero lo más importante es la intimidad que les permite expresar a sus personajes, atentamente desarrollados hasta desdoblar al máximo cualquier estereotipo sureño. Los actores hacen un trabajo excelente, en especial los que interpretan a esos dos personajes unidos por la ira pero semejantes por cosas bien distintas. Rockwell da lo que se espera de él y luego da el doble, McDormand realiza una interpretación que no necesita adjetivos; demanda una patada en los huevos para quien no la vote para el Oscar. Ella, junto a Woody Harrelson, protagoniza una de las mejores escena del filme, en una sala de interrogatorios. En escenas como esa McDonagh se aleja del cine de cualquier otro autor, se revela como un cineasta propio y nos hace darnos cuenta de que incluso sus mejores florituras están al servicio de la historia que nos cuenta.
Puede que ahí resida la grandeza de esta película del angloirlandés. Va más allá de diálogos ingeniosos y trucos de guionista avezado para profundizar con cortante honestidad, expectorante negrura y poética ternura en unos personajes rotos por las circunstancias, y no se queda en la radiografía de la América profunda o en el esquema de película de género. McDonagh no solo es un tipo listo, es rematadamente culto (aunque a veces lo demuestra en exceso), por eso “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri” (gracias por este título) es una película repleta de capas y simbolismos. Entre su fantasmagórico inicio y su brillante escena final se encuentra la mejor película americana del año escrita y realizada por un irlandés lechoso. Además hay negros, pelirrojos, enanos, dentistas gordos y una señora con un ojo bizco y no tienen nada que ver con la corrección política.
ALESNAKE
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