Se nota que es una película de Edward Zwick: mucha acción y adrenalina mezclada con alguna reflexión profunda, en este caso la compraventa de diamantes de sangre y las atrocidades de la guerra. Se ven imágenes que no dejan indiferente, como las de niños soldado. Seguramente algunas las teorías sobre la financiación de la guerra civil de Sierra Leona que se presentan en esta película sean ciertas, pero no son más que eso, teorías. Aparte de todo eso la película es realmente entretenida, con mucho ritmo y pocas pausas, buenas interpretaciones y a pesar de todo ello algo larga. Es mejor que las anteriores obras de Zwick. Vale la pena verla.

La noche se presenta muy prometedora: conoces a una chica bastante mona, te da su teléfono y más tarde cuando la llamas te pide que vayas a su casa. Unas horas después no sabes por qué pero estás corriendo por la calle con un buen grupo de personas persiquiendote. ¿Cómo es posible?. Se necesita muy mala suerte.

La esencia de cada personaje de una película es algo muy complicado de captar y sin embargo es algo que a Scorsese se le da realmente bien. Sólo él puede sacar a flote películas como esta y con algunos toques de humor. Muy entretenida.

Creo que es muy difícil poder poner palabras a todos esos sentimientos que me evoca esta película. Al verla comencé a recordar escenas de mi infancia, jugando con mis juguetes. Recordé muchos de esos fabulosos, divertidos e imaginativos momentos como si los hubiera vivido ayer (bueno, soy bastante joven, casi podría decir que fue ayer).

El tiempo pasa, y con él van las etapas de nuestra vida, y una de las primeras es la de los juguetes. Cuando somos pequeños no nos planteamos si puedan estar vivos o no, porque, para nosotros, lo están. Nosotros, con nuestra ilusión e imaginación, les damos vida. Están vivos porque nosotros lo hacemos posible. Esa es la verdadera magia.

La mejor película de Pixar hecha especialmente para el niño que llevamos dentro.

Me resulta extraño que esta película no me guste, me encante por dos razones: es española, y no me suele gustar el cine español, y es un romance. Los romances nunca se han contado entre mis películas favoritas. Por lo general no me gustan y por eso me resulta tan raro. De esas películas que realmente te hace llorar por lo bonita que es.

Es una de esas historias que realmente te toca el corazón. Me parece formidable la forma en que los dos protagonistas describen la evolución de este amor desde sus puntos de vista. Nos hacer ver que la vida está llena de un montón de pequeñas casualidades y detalles que son las que te conducen a la felicidad.

Si tiene ganas de ver una gran película con su pareja, esta es la oportunidad que estaba esperando.

Históricamente hablando la película está muy bien hecha. Se parecian perfectamente los cambios a los que Japón fue sometido durante la Restauración Meiji y nos propone una profunda relfexión sobre uno de los problemas de la globalización: la pérdida de la propia identidad de cada país. En este caso nos propone la desaparición de los guerreros samurai.

Edward Zwick realiza una correcta dirección de esta película a la que solo le veo un fallo bastante gordo: Tom Cruise. Parece que la película ha sido realizada para ponerle por las nubes como actor y para mí deja muchísimo que desear. Ni en versión original consigue gustarme más. Su compañero de reparto, Ken Watanabe, sobresale por encima de él y coloca un listón tan alto que el bajito de Cruise es completamente incapaz de alcanzar. Si Cruise buscaba el Oscar le salió el tiro por la culata.

Si le gusta la historia y la cultura japonesa es una pieza imprescindible, a pesar de Tom Cruise. Si no le soporta mejor que no la vea.