Hecha con sumo cariño y especial cuidado, The Artist nos deleita con este sentido especial homenaje al cine. Y es que ésto es Cine, con mayúsculas. Todo se eleva a la infinita potencia aquí, donde guión, actores, director y demás elementos se han unido para crear una Obra Maestra que será muy difícil que cualquiera de los participantes en ella mejore en producciones siguientes.

Y es que ésta película está destinada - si no me equivoco - a ser la mejor de ésta década, porque deja prácticamente imposible superarla en maestría e ingenio. Una mirada atrás en el tiempo para recordarnos cómo fue el cine alguna vez, cuando era más que un entretenimiento y un auténtico Arte.

Lo mejor, sin duda, es la pareja protagonista. Pocas veces tienen los actores de hacer un papel así, pero los dos recogen el testigo de los grandes actores clásicos - Clark Gable no deja de estar presente durante toda la película - y los moldean y hacen suyos, con una interpretación brillante, de dos actores desconocidos para el público en general, y que han entrado en la fama mundial por la puerta grande.

Obra capital del cine... ¿moderno? En cualquier caso es una paradoja que nos encontremos aquí, con la crítica mundial rendida ante una obra muda estrenada en 2012, y que podemos ver desde cualquier dispositivo digital. Qué bello es el cine... y qué preciosa es The Artist. Disfrútenla.

La verdad es que no sé cómo comenzar a hablar de I Love you Phillip Morris. Es una tragicomedia tan, tan rara que no logro empezar de la forma exacta. Pero como puede que tampoco lo haga nunca, simplemente diré que es una película normal, que empieza bien y acaba bien, pero que hay unos minutos en que la película se convierte en una auténtica caricatura de sí misma. Pasa sin pena ni gloria.

Puede que Jim Carrey no haga nada bueno desde Olvídate de mí (aunque a mí Di que sí me entretiene muy mucho), pero aquí la atracción principal no es él, sino un buen Ewan McGregor. El único problema de la película es que es una historia increíble – aunque parezca mentira, está basada en hechos reales – que comienza de una manera muy buena para rápidamente caer en tópicos e idioteces vulgares que a mí personalmente me hicieron pensar que estaba ante una versión de Cadena perpetua hecha por Locomía. Ante tal espectáculo lobotomizado, me pensé demasiado el seguir viendo la película. No obstante, este lapso duró poco, afortunadamente. Y digo afortunadamente porque el nivel subió, aunque tampoco fuera para echar cohetes.

Después, lo único que queda es sentarse a esperar que pase lo bueno. Y lo bueno es contemplar los delitos del personaje principal, cometidos en la realidad y que deberían de hacer pensar a la burocracia estadounidense sobre su efectividad. Porque, aunque la persona real en la que se basa la película tenga un CI de más de 160, es de suponer que el sistema penitenciario tiene que responder convenientemente a todos. Pero la avidez e inteligencia de Steven Russell no tienen parangón, y mucho menos ante unos funcionarios atentos más a la Superbowl que a su trabajo.

Pero, al margen de críticas y soluciones que se desecharán que no vienen al caso, las mejores partes de la película son esos instantes de drama mezclados con comedia que resultan muy dulces de ver para el espectador. Eso, al lado de como ya dijimos, la interpretación de McGregor hacen de la película algo que se puede ver. Eso sí, no os esperéis una gran historia ni una buena película, porque esto simplemente es para pasar el rato.

Tampoco os dejéis llevar por el rótulo de basado en hechos reales. Da igual. Hay partes de la historia que no terminas de creértelas, y lo único que da credibilidad a la historia es la pareja de actores principales. Se deja ver.

Valor de Ley (True Grit) tiene a su favor que es un intento de revitalizar el western en una época de modernización, 3-D y efectos especiales por doquier. Y lo consigue. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero es una gran película (casi calcada, con unas pequeñas diferencias, a la película de la que es remake: Valor de Ley del 1968) con un colosal Jeff Bridges, que se rodea a su vez de un gran descubrimiento: Hailee Steinfeld.

Y lo que les sale a los hermanos Coen, sin embargo, es más que un simple western y una película igual y a la vez diferente a la versión de 1968.

Ya en materia, Valor de Ley narra la historia de una niña con sed de venganza, puesto que quiere acabar con el asesino de su padre. Para ello contratará a Jeff Bridges que, junto a la posterior suma a la fiesta de Matt Damon, irán a la busca del asesino. Juntos pasarán una historia difícil que hará desarrollar entre ellos el sentido del honor y del respeto. Un respeto que vemos al final de la película que se va convirtiendo en cariño, un cariño mutuo entre Bridges y Steinfeld que nos ofrecerá esas últimas imágenes deliciosas (atención a esa escena de Bridges cargando con la niña por puro honor, puro amor hacia sí mismo y hacia ella, es realmente hermosa).

Más que un western. Los Coen vuelven a hacer arquitectura cinematográfica a partir de un clásico injustamente olvidado. Y la verdad, a nadie le amarga un dulce. Nosotros sí que les debemos a ellos un respeto.

El Discurso del Rey nos regala una sublime interpretación de Colin Firth. Alabada por todos, se ha hecho ya con el BAFTA y el Globo de Oro a la mejor interpretación, lo que lleva a pensar que seguramente se llevará sin mayor problema el Óscar al mejor actor principal.

Aquí nos encontramos con una cinta que es todo un cántico poético en imágenes a la superación, incitando a aparcar por un momento tanto miedos como prejuicios, llegando con su final una explosión de júbilo y satisfacción en el espectador que le hace creer que Dios existe y que, además, es bueno.

... pero no lo consigues. Desde "Los Otros" no haces nada que me guste. Hasta dicha película tu filmografía era soberbia, no parecía para nada de un tío que solamente llevara 3 películas en el mercado, sino de todo un maestro con años a sus espaldas.

El montaje es espectacular. La ambientación, soberbia. Sin apenas fallos históticos u de otro tipo (cosa que en grandes filmes del mismo estilo como Gladiator se echa de menos, muy de menos). Y sin embargo... ésas películas, con fallos incluídos, son muy superiores.

A pesar de tener el mejor presupuesto y regalarnos el mejor montaje que ha existido en el cine español, Amenábar no convence. Adolece de otras cosas que se le achacan a Clint Eastwood en "Invictus"; éste - Clint Eastwood - se ve emocionado con el personaje que describe, sin embargo, Amenábar nos regala dosis de apatía. Parece que hace la película de manera "obligada".

La historia no avanza, se queda estática. Y tú con él. Al final te quedas con la sensación de haber perdido dos horas de tu vida.

Pese a todo, se muestran pinceladas de la calidad de Amenábar - una calidad innegable como cineasta - y, aunque pasa despacio, se deja ver sin sobresaltos.

Nota: 6