Liam Neeson, un guardaespaldas ex-agente de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos de América, recibe la desasosegante noticia del secuestro de su hija a través de una llamada de teléfono que esta misma realiza. Como buen padre estricto, promete rescatarla y amenaza con matar a sus captores. A partir de ahora prepárate para ver a Liam Nesson repartiendo estopa a todo el que se cruce con él hasta dar con su querida hija.

Buena película de acción sin pretensiones (lo que la hace mejor que tantas otras) para pasar los 90 minutos de rigor distraídos, disfrutando de los nada ortodoxos métodos del amigo Neeson para encontrar a su hija.

Os presento a Michael Myers, un encantador chavalín rubio fruto de una de tantas familias disfuncionales de suburbio yankee con aspecto de freaky-freaky-superfreaky preadolescente, prematuramente desilusionado con la vida en general y con la que le espera en particular.

La historia comienza con un breve acercamiento en el que Rob Zombie nos sumerge en la infancia del psicópata, para luego volver a la sempiterna carnicería de siempre. En mi opinión, Zombie podría haber desarrollado mucho más la infancia del pequeño Michael y haber dejado para otra ocasión el remake del clásico de Carpenter, pero eso hubiera sido otra película, y a lo mejor,más interesante que esta. Aún así, la mejor del melenudo perturbado hasta la fecha, tras sus muy infames e innominables producciones anteriores.

Esta película es un buen ejemplo de cine de autor sin pretenciosidades ampulosas. Shane Meadows nos invita a conocer su infancia de la mano de un niño tan repelente como encantador. Es la historia de un paso importante en la vida de todos, de la niñez a la adolescencia, el momento en que empiezas a ser consciente de muchas cosas que, en ocasiones, hubieses preferido no afrontar.

Cine británico en estado puro, sin adulterar. Cuánto tenemos que aprender en España del cine inglés.

Tras un comienzo brillante que recuerda a la famosa serie Canción Triste de Hill Street y un planteamiento prometedor, el espectador no tardará mucho en percibir que está asistiendo a otro policíaco más. Polis buenos, mafiosos malos, tiros, persecuciones y algún que otro conflicto familiar rodado sin demasiado oficio. En fin, una pena. Con un buen argumento y un buen reparto, da un poco de rabia que el director no haya sabido sacarle más jugo a la historia.

Con todo, se deja ver. Pero daba para mucho más.

Si creíamos que las películas de ojo por ojo, diente por diente al estilo Charles Bronson eran cosa del pasado, nos equivocamos. James Wan, el aclamado director de la primera parte de la perturbadora y sádica saga Saw, nos confirma que el mal cine no tiene fronteras. Death Sentence es su aportación a este género. Una película demencial, en la que un clásico padre de familia con trabajo de oficina, se transforma en matonazo justiciero vengador. Por si el despropósito no fuera suficiente, el director intenta dar profundidad a la historieta enfatizando los planos de los macarras, como tratando de dotarles de cierto misticismo.

La ví en versión original y me resultó insufrible. No quiero ni pensar como será después del doblaje. Y a todo esto... ¿Qué hacen Kevin Bacon y John Goodman en este bodrio?