El interes de esta historia reside en la lucha de un hombre por defender la verdad, la moral y el honor de Francia poniendo en riesgo su vida, y la de varios hombres defendiendo sus vidas, sacrificando la verdad y la moral. Este concepto general del Ser Humano siempre está vigente, y por ese concepto; por los buenísimos trabajos de Paul Muni, Donald Crisp (el abogado) y de Joseph Schildkraut (el capitán Dreyfus); y del impecable guión, teniendo sus dos momentos gloriosos primero en la lectura de la carta “ Yo acuso “, y después en el discurso del final del juicio de Emile Zola (Excepcional en esta escena Muni), por todo ello hacen que esta gran película sea inovidable y merecedora del Oscar en 1937.

Muy mala. Sin duda merece este calificativo este bodrio cuyo guión parece sacado de la basura, que es donde tendría que estar. Una historia absurda que pretende crear tensión de cualquier manera sin conseguirlo. Hay escenas estúpidas que no tienen transcendencia en la historia, nos dan carnaza en forma de sospechosos de manera muy artificial, además Al Pacino parece siempre cansado y el teléfono parece el protagonista principal del film, es el peor trabajo que he visto de este gran actor venido a menos. La experta en poleas no encaja para nada en su perfil de actriz y claro está, también la pifia. En fin para olvidar.

En el presente, en esta época que nos ha tocado vivir, en la que por desgracia prima más lo que tenemos y no lo que somos, resulta gratificante estar 2 horas aislándonos de la realidad viendo esta buena película de el gran Frank Capra, en la que nos cuenta como los Valores Humanos son los que finalmente triunfan, qué pena que sólo sea cine. (Preámbulo de lo que vendrá 8 años después con el mismo dúo Capra/Stewart con el superclásico ¨Que bello es vivir¨)