Sin lugar a dudas, Agatha Christie es una de las mejores escritoras del género de suspenso de todos los tiempos. Tomando en cuenta lo anterior, encanar a sus personajes con actores de primer nivel que en su conjunto suman 22 nominaciones y 2 premios Oscar que los avalan, lo lógico es que el resultado sea extraordinario. No obstante, aun cuando los ingredientes sean de primera, si la mezcla no se realiza de forma correcta puede que el producto no sea nada fuera de lo común.

Eso fue precisamente lo que pasó con Kenneth Branagh, quien actúa y dirige en la más reciente adaptación del clásico literario homónimo en el que se inspira la película. La historia se centra en el celebérrimo detective belga Hercule Poirot, quien por mera casualidad se ve obligado a abordar el Expreso de Oriente, el cual viaja de Estambul hasta Londres. Justo en el momento en que un alud obliga a que el tren detenga su camino, un terrible asesinato ocurre en el vagón principal. Varados sin remedio, el investigador deberá de descifrar quien de los peculiares pasajeros fue el culpable de un crimen tan atroz.

La excelente historia ayuda a que la cinta se desenvuelva con un ritmo aceptable, por lo que se cumple con el objetivo de mantener al público atento a las indagaciones de Poirot. No obstante, el elenco no logra conjuntarse de forma debida, ya que se siente demasiado artificial la relación entre todos los sospechosos sin poder crear una verdadera atmósfera de expectación y misterio que uno esperaría para uno de los clásicos de Christie. Por otra parte, destaca el trabajo de fotografía, el cual es excelente al ofrecer vistas increíbles de los paisajes de las montañas.

Como ya se mencionó, el elenco es de gran calidad, encabezado por el mismo director quien sale bien librado con su interpretación como el excéntrico Poirot. Asimismo, nombres como Penélope Cruz (Vicky Cristina Barcelona), Judy Dench (Philomena), Jhonny Depp (Pirates of the Caribbean), Willem Dafoe (Platoon) y Michelle Pfeiffer (Dangerous Liaisons, Love Field) desfilan por los vagones del tren sin pena ni gloria, cumpliendo simplemente con su función de piezas dentro del rompecabezas entramado por Christie sin mostrar las dotes histriónicas que los han llevado a ser estrellas consagradas del séptimo arte. Paradójicamente, tener a actores de tal calibre es un factor que juega en contra de la cinta, puesto que inevitablemente se siente que su talento ha sido desaprovechado.

Sin embargo, aún con esas deficiencias, la película resulta ser bastante entretenida siempre y cuando no se conozca el desenlace de la misma, por lo que aquellos que nunca han leído la novela o que desconocen la adaptación que se realizó de la misma en 1974 quedarán bastante satisfechos con las aventuras del mítico investigador, con un final que sin duda los dejará sorprendidos y con un buen sabor de boca. Solo queda esperar a ver si Branagh decide iniciar una saga y adaptar alguna de las otras 40 novelas en las cuales Poirot es protagonista.

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Sin lugar a dudas, los tiempos de apertura hacia la diversidad sexual han permitido que este tipo de cuestiones sean abordadas en el cine de manera recurrente. De esta forma, Greg Berlanti (Life as We Know It) dirige una cinta de adolescentes enfocada en el dilema de un joven homosexual que teme “salir del clóset”. Basada en el libro de Becky Albertalli titulado Simon vs. the Homo Sapiens Agenda, la cinta trata acerca de Simon Spier, un preparatoriano común que desde hace algunos años descubrió que se sentía atraído por los hombres pero teme revelarlo al no saber cómo reaccionarán sus padres y amigos. Confundido por cómo hacer frente a su situación, encuentra alivio cuando un anónimo decide revelar en el blog más popular de la escuela que también es gay. Intrigado por la identidad del remitente, Simon decide hacer contacto con él para compartir sus sentimientos; no obstante, la situación se complica cuando su secreto sale a la luz y se hace del conocimiento de todos.

La cinta acierta al abordar situaciones como la aceptación de jóvenes homosexuales, relaciones familiares y el uso de redes sociales dejando atrás el tono dramático de filmes como Moonlight y Call Me By Your Name para hacerlo de manera más jovial y relatarla como una típica película de adolescentes. De esta forma, la película se desenvuelve con la misma soltura y atino con la que películas como Wonder trataron el tema de la aceptación de un niño con una deformidad física e incluso con la misma naturalidad y jocosidad que se utilizó en Mean Girls para mostrar las dificultades de las relaciones entre las jóvenes durante la etapa escolar más crítica. Así, Isaac Aptaker y Elizabeth Berger adaptan debidamente un guion que presenta de forma entretenida el camino de Simon en busca de la aceptación no solo de su familia y amigos, sino también de sí mismo.

Nick Robinson (Being Charlie, Everything, Everything) es el encargado de interpretar a Simon, cumpliendo con un excelente trabajo al encarnar a un joven blanco de buena familia que a pesar de aparentemente tener todo a su favor tiene que lidiar constantemente con la incertidumbre de qué pasará cuando tenga que revelar que es gay. Por otra parte, Jennifer Garner (Dallas Buyers Club, Wonder) repite de buena forma un papel de madre comprensiva dispuesta a apoyar a su familia en todo momento. El elenco juvenil lo complementan debidamente una destacada Alexandra Shipp (X-Men: Apocalypse), junto con Katherine Langford (The Misguided), Logan Miller (Before I Fall) y Jorge Lendeborg Jr. (The Land).

A pesar de sus aciertos, considerar a este filme como un parteaguas en el cine para adolescentes pudiera resultar un tanto exagerado. Así, la realidad es que Love, Simon es el reflejo de la creciente tendencia para promover una cultura de tolerancia hacia personas homosexuales en todos los ámbitos. De hecho, llama la atención que los conservadores estudios Fox estén detrás de este proyecto. No obstante, es importante tomar en cuenta que aún en la actualidad la exposición de estos temas de manera abierta en la pantalla grande continúa siendo motivo de controversia, por lo que es probable que algunas situaciones y escenas incluidas en esta película no sean del agrado de algunos.

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Mientras que J.J. Abrams tenía claro que cuando lanzó el episodio VII de Star Wars tendría que apelar a la nostalgia de aquellos fervientes fanáticos que durante décadas esperaron volver a ver a los míticos personajes con los que crecieron, era hora de dar un golpe de timón y enfocarse en las nuevas generaciones, en los futuros seguidores de Star Wars, aquellos que en unos años serán quienes lleven a sus hijos al cine para que los Jedi despierten la misma emoción que en ellos cuando sus padres los llevaron a conocer el fantástico mundo de una galaxia muy, muy lejana.

Llegó el turno de Rian Johnson (Looper), quien se tomaría al pie de la letra la frase que él mismo incluyó en su propio guion “deja ir el pasado, destrúyelo si debes hacerlo, solo así te volverás quien debes ser”. Y así fue, el director se atrevió a tomar todos los riesgos que Abrams se negó a asumir hace dos años y rompió con los esquemas arraigados de una saga que pedía a gritos una renovación que le permitiera desarrollarse en los próximos años.

Después de una secuencia inicial espectacular con una batalla espacial con el sello de la casa, la nueva aventura se desarrolla en tres frentes: mientras que la Resistencia intenta escapar del asedio de la Primera Orden, Rey buscará la guía del legendario Luke Skywalker para encontrar su destino como caballero Jedi, por último, Finn y Poe idearán un plan alternativo con el cual esperan inclinar la balanza a favor de su causa y así salvar a todos sus compañeros. De esta forma, con una realización impecable cuyos efectos especiales y secuencias de acción fueron como siempre muy bien cuidados, y teniendo a la espectacular música de John Williams como marco, el Episodio VIII se desarrolla en dos horas y media que literalmente “pasan volando” para el espectador.

Es preciso señalar que más que la continuación de The Force Awakens, The Last Jedi es el verdadero inicio de una nueva era en Star Wars, la cual promete muchísimo. De este modo, aunque Johnson cuida el legado de los héroes icónicos de la saga, decide que es momento de cambiar la historia y dar paso a una nueva generación. Asimismo, por fin se conocerá quien es el verdadero villano, quien tomará el lugar antagónico que le corresponde. No obstante, no es fácil quebrar un canon sin encontrar oposición, después de dos años de conjeturas acerca de los que sería el Episodio VIII basadas en los estándares tradicionales de la primera trilogía, aquellos que vivieron con la imagen inmaculada de Luke Skywalker vieron como sus esquemas se quebraban de una forma tan tajante que simplemente no pudieron soportar. Sin embargo, a pesar de que para muchos fue desilusionante, el giro adoptado en esta cinta es el gran acierto del director porque por fin entregó una argumento original que no se siente como una calca del episodio V (como sucedió con The Force Awakens y Episodio IV) y evita que se ciclen los eventos del universo Star Wars.

El otro éxito de Johnson fue abordar temas que dan mayor profundidad a un conflicto galáctico en el cual solo existían buenos y malos. Así, siguiendo una línea argumental que sutilmente se abordó en Rogue One, el guion plantea un dilema acerca de la moralidad de los actos de la Resistencia; asimismo, nos permite conocer a aquellos personajes a quienes la guerra les genera beneficios o perjuicios aún sin estar involucrados directamente en ella. Considerando lo anterior, y a pesar de que muchos consideraron que estuvo de más su inclusión, la secuencia en la que intervienen directamente Finn y Poe resulta ser bastante relevante y amplía extraordinariamente el panorama de la saga. Por otra parte, los héroes no serán del todo impolutos ni los villanos completamente imbatibles.

En cuanto a las actuaciones, Adam Driver es el único que logra sobresalir al dotar de una personalidad propia a Kylo Ren, siendo el único personaje que alcanza un desarrollo significativo en la cinta. En lo que respecta a Daisy Ridley cumple nuevamente en el papel de Rey aunque sin ofrecer más de lo mostrado en el episodio anterior. Lo mismo sucede con John Boyega y Oscar Isaac, ya que Finn y Poe Dameron presentan avances menores. Por otra parte, la reaparición de Mark Hamill como Luke Skywalker resulta ser una grata sorpresa gracias a que se le imprimió una mayor complejidad al mítico héroe. En cuanto a nuevas apariciones, destaca Benicio del Toro (Traffic, 21 Grams) encarnando debidamente al misterioso y descarado DJ, mientras que Laura Dern (Jurassic Park, Wild) hace lo propio como Holdo, una líder que aunque modesta resulta ser entrañable. Por último, y con una mezcla de tristeza y fascinación, se puede disfrutar de la última aparición de Carrie Fisher como Leia Organa.

Es así como, a pesar del descontento de aquellos que esperaban más de lo mismo, Episodio VIII es una de las mejores películas de la franquicia no solo por su excelente argumento y realización, sino porque marca el comienzo de una historia totalmente distinta con un desarrollo bastante prometedor. Por lo tanto, los fans de Star Wars (sobre todo los futuros) deben de estar agradecidos con Rian Johnson ya que, por primera vez, se encuentran en un escenario completamente desconocido ante el cual no tienen idea de qué hacer, ya que la trilogía original fue con la que crecieron y el desenlace de las precuelas ya era conocido por todos. Sin material para realizar conjeturas al respecto del Episodio IX, no queda más que esperar la continuación de una aventura que sin duda estará llena de gratas sorpresas.

Calificación: TÚ DEDICES.
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