Una película de bellas imáges, sobre tradición y modernidad, sobre integridad y claudicación. Una película de trascendencia universal y actualidad perenne. Los personajes se debaten entre los sueños y las ambiciones de ayer y de hoy. Personajes bien logrados, coherentes. Son esos pequeños gigantes de la gran ciudad. Arati es conmovedora.

Situaciones creíbles y ordinarias. Un ejemplo de cómo hacer arte visual de lo ordinario. De cómo contar una historia aparentemente baladí: una familia de clase media baja tratando de sobrevivir en la Calcuta poscolonial.

Un placer, como la mayoría de los filmes de Ray que he visto. Placer de principio a fin.

Aunque el propio Ray declaró que no entendía el final del filme, pero le parecía el final correcto. El apropiado.

Si el tipo de películas que te gusta es ese de corre-corre y mata, como Terminator, esta película será de tu agrado. El argumento sólo está esbozado. Es prometedor. Pero sólo queda como telón de fondo de un thriller que está centrado en la vieja letanía de aventuras tantas veces vistas y trilladas en extremo. Si quieres una película para no pensar mucho y mantenerte alerta ante mucho movimiento, y ver escenas plásticamente agradables, entonces vale. Si quieres algo un poquito más elaborado y levemente intelectual, no es esta la película la que necesitas. Me decepcionó un montón. Es una película infértil, como el mundo que describe.

Una de esas película que te han recomendado y siempre deseas ver y cuando la ves piensas que "mucho ruido y pocas nueces". Me resulta poco creíble en cuanto a las situaciones y los personajes. El guión no es coherente pero parece que lo que se quiere es mostrar varias situaciones: el racismo, entre ellas. Pero esas situaciones me resultan caricaturesca siempres y forzadas a ratos. Y me quedo sin saber dónde se lavan los trapos sucios, los de la sociedad que pretende reflejar y los de la película.

La ronda no termina, el chico anda por las calles y se enfrenta a todo tipo de personajes y contratiempos nocturnos. Entonces, entra a un bar y llega una chica y el diálogo cae en el lirismo-poético de medio pelo del que adolecen muchas películas argentinas. Sigue el carrusel su curso y uno se aburre. La ví completa, con los ojos abiertos, queriéndome no dormir, pero no logro recordar el final. Si me dormí o no me dormí, o si la ronda la hice yo en mi cama. Aburre. No es del todo indigna, pero no le veo el propósito. Una historia más, ausente de originalidad, que sólo "vende" por que habla y trata de sexo. Irrelevante e intrascendente noche de ronda.

Una película oscura y surrealista como sólo puede serlo el universo dickesiano de la pobreza extrema con rostro de niño. Es lo más auténtico que he visto de Mira Nair y es uno de esos documentos visuales que no se olvidan, pese a su artesanía de, presumo, opera prima.

He visto muchas películas indias, pero esta es una de esas que no me abandonarán por su narración y caracterización de algo que no podemos más que imaginar: cómo sienten y viven los niños dejados de la mano de los dioses y los hombres.