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España España · Las Palmas
Críticas de El Censor
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
2
26 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se valora poco el minucioso trabajo de montaje y edición en las películas. Sobre todo en las de suspense. El espectador está tan atento en las sesudas tuercas de guion, en las interpretaciones del reparto y en la construcción de planos que se olvida de todas las demás piezas del puzzle que contribuyen a un suspense bien elaborado. Pero con El muñeco de nieve pasa todo lo contrario, aunque no es una virtud sino su mayor tropiezo. En el último trabajo de Thomas Alfredson (Déjame entrar), es visible el tijeretazo de última hora en la sala de montaje, con cortes de plano patosos y un tempo rápido y nada comedido que hace que las escenas de mayor clímax sean de chiste.

La película parte de la novela de Jo Nesbo, un material apetitoso que podría haber hecho las delicias de los amantes del buen thriller, recordando al anterior y bien elaborado filme del director, El topo (basado en la exitosa novela de John Le Carré). Pero Alfredson aquí defeca en el material del que parte el libro, quedando en una gran decepción que ni el carisma de Fassbender ni la presencia de J.K. Simmons y Val Kilmer (su aspecto es lo más terrorífico de la película) puedan salvarla.

Al final todo queda reducido a una sucesión de crímenes poco inspirados y a tejemanejes entre los personajes que se presentan en la pantalla de forma que confunden y dejen fuera de lugar al espectador. Todo surge a las prisas y al final queda el chiste y el sentimiento de estar ante una de las peores películas del año. Solo se rescata de esas dos horas de aburrimiento el buen trabajo de iluminación, otra pieza del puzzle a tener en cuenta.
El Censor
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5
26 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Joaquin Phoenix le pasa lo que a Mathew McGounaghey: en sus últimos cinco años de carrera ya ha explotado del todo el laureado registro interpretativo de hombre torturado y taciturno.

El trabajo de Phoenix convence pero no lo suficiente como para levantar toda una película que parece que existe para hablar de la psicología del personaje principal. Al menos, para el recuerdo está el trabajo de dirección de Lynne Ramsay y su poderío visual, lleno de estilo y fuerza. Que imperen los silencios y que gane protagonismo el ejercicio de poesía visual son las únicas razones por las que recordaremos este ejercicio de estilo (solo es eso) sin apenas ningún interés argumental. Nada nuevo que no hayas experimentado con Nicholas Winding Refn
El Censor
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7
26 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Javier Fesser construye con cada película un mundo particular que constituye un único universo compartido. De ello prueba el cariño a sus personajes (esa mirada tierna en personajes imperfectos) y los movimientos de esa cámara inquieta, que juega con los primeros planos como si la manejara el Bacterio de su
"La gran aventura de Mortadelo y Filemón" (2003). En Campeones logra la peripecia de tratar con un (respetuoso) humor negro y costumbrista el trato de un antipático entrenador de baloncesto con un grupo de personas con discapacidad intelectual.

Es ese contacto humorístico entre el siempre versátil Javier Gutiérrez y el grupo de debutantes (con una sorprendente vis cómica con la que manejan bien el tempo entre chistes) lo que aleja a la película alejarse del típico drama de lágrima fácil. Hay mensajes que calan en el espectador (desde ese no al consumo de alcohol a la hora de conducir hasta el trato que recibe el mencionado grupo por gran parte de la ciudadanía), pero una vez entrado en el juego del humor y en el de esos personajes bellamente escritos, esos mensajes ganan en credibilidad, hasta tal punto que obvias algún que otro desbarajuste de ritmo en el guion en su tercer acto. Fesser toca todos los botones de la comedia y del humor para elaborar una feel good movie a medio camino entre el humor con mensaje social de Rafael Azcona y la comedia comercial del cine francés de estos últimos años.
El Censor
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9
26 de mayo de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
De repente, surgió el milagro. Continuar una película de culto después de más de treinta años y hacer que esa misma se enriquezca con el visionado de su secuela es motivo de aplauso. Y con más motivos si Roger Deakins ofrece golosinas visuales con su explosiva y apabullante dirección de fotografía con la que gana más expresividad que con una retahíla de interesantes diálogos. Blade Runner 2049 no subestima a su público ni da al universo scifi por concluido, sino que lo expande. Con más de dos horas y media de metraje (¡te quedarías hasta tres horas más abrazando el imaginario y la fuerza narrativa de Denis Villeneuve!), esta secuela avanza despacio y sin prisas, como una olla a presión hasta ir estallando poco a poco mediante la tela de araña que componen sus enigmas y sus pirotecnias visuales. Notorio es que Villeneuve arrejunte todos los aspectos más interesantes y que parecían ya desgastados del cine noir de los 70 (imagina una Chinatown futurista), de la ciencia ficción de Asimov, Philip K. Dick y del Spielberg de Minority Report e incluso del drama existencialista (ojo a la conexión de la encantadora Ana De Armas con Ryan Gosling).

Si en la Blade Runner original, Ridley Scott impresionaba a su público con una visión del futuro pesimista y decadente, Denis Villeneuve continúa ese impacto con elementos tecnológicos ya asociados a día de hoy, sabiendo que la sociedad se deja engullir con tranquilidad por la lujosa maquinaria. De ello prueba reflejar las ciudades como si fueran oscuros enjambres en los que la división de clases se hace más patente, saltando de las oscuras calles de las ciudades a los guetos urbanos donde se asimila la explotación infantil.

No es solo el deprimente y sesudo estudio sociológico lo que nos reflejan aquí, sino también la expansión del universo de la película. Si la original nos dejaba tirándonos de los pelos con tres interrogantes, prepárate para lo que te tienen preparado en esta continuación. A pesar de que el guion ofrece una serie de enigmas a los que van respondiendo para enganchar y atrapar al espectador (sustituye el origami por el caballo de madera), siempre quedan dudas en el aire a los que el director deja para la propia reflexión.

Entre las paletas de colores frías y las interpretaciones maquinales y carismáticas de su reparto (ninguno sobresale, todos se ven coartados por la justificada frialdad de la trama), queda el deleite de una acción y un suspense dirigidos con pulso de cirujano, donde mantener y aumentar el clímax es lo principal, y lo visual nunca acaba por aplastar la narrativa. Al final, solo queda la nieve que nos cae despacio al igual que lo hacen las dudas, como lágrimas en la lluvia.
El Censor
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5
27 de marzo de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una putada para el género superheroico en la gran pantalla desde el 2008 representada bajo una larga capa cruzada: "El caballero oscuro". Desde ese verano, Christopher Nolan rompió los convencionalismos del género bajo la influencia del impacto del 11S, atrayendo a distintos tipos de target: desde los niños y fanáticos de los tebeos hasta los escépticos a los hombres con mallas. Ese choque de públicos se aglomeraba para ver espectáculo con una épica aderezada con un planteamiento filosófico que se cuestionaba la razón de ser del superhéroe.

Marvel tomó nota de ello y tanto ella como DC compartieron una misma ruta para la creación de películas con menos carga humorística para adoptar un tono más serio ("El caballero oscuro: La leyenda renace"; "Thor"). Por suerte, los guardianes intergalácticos aporrearon la puerta de Kevin Feige y Marvel se desligó del héroe trasnochado para adoptar ligereza, brío y cachondeo a su multi universo. ¿La putada? DC siguió insuflando épica y oscuridad donde no debía ("El hombre de acero"; "Batman v Superman").

Corregido el error con "Wonder Woman" (aunque con el desbarajuste de "Liga de la Justicia"), la compañía sigue ahora la estela de Marvel, con el problema de que no recoge la esencia de sus mejores películas, sino que trata de calcar su humor socarrón y adaptar la chispa y camaraderíaque tienen "Los Vengadores" a sus superhéroes de ceño fruncido.

Ese humor que no termina de cuajar y esa desesperación para condensar todo un universo en una película lo vemos en "Aquaman". A diferencia de Marvel, la compañía “rival” no tiene un plan determinado para sus proyectos, sino que se deja llevar por el devenir del éxito que tengan o no sus películas. Improvisan el tono de sus producciones acorde con la acogida de crítica y público que hayan tenido sus predecesoras. James Wan asume ese riesgo e inculca el tono cani que tenía su "Fast and Furious 7", sustituyendo los bólidos por personajes montados a tiburones y caballitos de mar. Refleja ese espíritu cani con el toque irreverente que deja el poco carisma de Jason Momoa (más preocupado por molar que por actuar) y con el personaje de Manta Negra. Solo así se intenta confabular a ese público escéptico a los personajes en mallas.

Aquaman es una película mareante, con un reparto que regala su peor trabajo (nunca has visto tan mal a Willem Dafoe) y con unas escenas de acción metidas con calzador bajo un esquema rutinario (más de tres explosiones “sorpresa” seguidas de mamporrazos vas a encontrar). Todo bajo una sobrecarga agotadora y unos cambios de escenario constantes, que apenas dejan poso.

Aun así, no es un fracaso. Se aprecia ese espíritu aventurero y ese afán por desligarse del tono de cualquier otra película superheroica en los últimos años (no es tan estúpida como "Ant Man" ni quiere tener la épica de "Wonder Woman"). Aquí hay algo nuevo y eso es algo que la diferencia del resto de películas. Aún no se llega a saber si se trata de un producto con un tono irregular y agotador o de uno aceptable que gana en interés por querer marcar su propio camino. Qué putada.
El Censor
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