Yo siempre digo que el cine ha de sentirse con el corazón, y no siempre se ha de percibir con la mente. Es decir, que para mí el cine es algo puramente sentimental, algo más que un proceso mecánico en el cual se ponen en marcha todo tipo de tecnologías y expertos. Por eso, mi método de puntuación es tan personal, y por eso, supongo, no tengo ningún alma gemela.
Porque yo veo las películas con el corazón, más que con la mente. Porque prefiero que una película serie B me emocione a una superproducción, superalabada que contenga sentimientos de cartón-piedra y caducados por lo tópico en el asunto. Algo así me pasa con El club de los poetas muertos; mi mente me dice que no se merece el 10, pero mi corazón sentencia todo lo contrario con una fuerza inusual.

Reconozco que algunas partes de la película son un poco histriónicas, exageradas y que no mantienen el nivel completo. Pero la enseñanza que nos propina (aquí entra en juego mi corazón) es tan bella, está tan bien contada y es tan cierta que no puedo sino obviar esos minúsculos fallos que en otras películas bajarían un poco la nota. Por supuesto las características de la película son excelentes: fotografía, vestuario, música... Y es entretenidísima.

Y como no hablar de las actuaciones. Ese Robin Williams que nos robó el corazón y que hizo que todos nuestros profesores palidecieran ante su único método de enseñanza. La mejor actuación de su carrera, y la mejor representación de la historia del Cine de un profesor (y eso que hay muchas). También estaban los jóvenes: ese Robert Sean Leonard, un rebelde y soñador que al final nos partió el alma a todos los espectadores, el encantador Ethan Hawke y demás de jóvenes que dieron vida magistralmente a un grupo de estudiantes de mentalidad romántica, de esos que en la vida real apenas encuentras. Excelente.

El final me rompió por la mitad, me desconsoló, me bajó los ánimos, me hizo odiar al guionista..... y me parece excelente, y nada fuera de lugar. Peter Weir es un buen director y este, es, sin duda, su mejor trabajo. Una obra maestra imperfecta, pero imperecedora. Bellísima y entretenida. Única. Porque el corazón tiene razones que la razón no entiende.

Muy, pero que muy buena serie de corte fantástico que ha sabido calar bien en la conciencia colectiva de una manera directa, asestando verdaderos golpes contra el raciocinio humano y haciéndonos preguntar preguntas que desde tan atrás han sido preguntadas (desde la época de los filósofos griegos) pero con estética perfectamente actual. Así ha calado tan hondo. Ha hecho que dudemos de lo racional, de lo normal, que entremos en un universo donde casi todo es posible y concebible, y que, además ocurre con frecuencia. No sé si Chris Carter es un freak de lo paranormal, o si cree en estas cosas... porque los capítulos están inspirados, inspirados.

A nivel técnico no se le puede poner ni un pero: una tétrica fotografía, que aumenta con creces los momentos angustiosos (y son bastantes), unos decorados en exteriores muy currados, un diseño de producción general muy bueno, una música excelente (quien no se acuerda ahora de la melodía de los créditos de apertura...) y unos efectos buenos como complemento "sobrenatural" a las historias de la serie. Los guiones, además, son muy buenos como historietas de terror, misterio y drama, pero es que luego funcionan muy bien en su lado cientifíco racional (se me entiende, ¿no?) dando así guiones muy inteligentes, ya que mezclan lo normal con lo paranormal y haciendo que te lo creas.

Además, la química entre Duchovny y Anderson hace que veas todavía con más placer una serie ya por sí sola apetitosa. Buenas actuaciones las suyas. Con todo esto, lo normal sería puntuar a esta serie con un 10, pero en su contra he de decir, que la última temporada es muy muy deficiente (sobre todo si la comparamos con sus antecesoras) y eso hace que su nota baje un punto.

En definitiva, muy buena serie, tremendamente misteriosa y entretenida, con gran calidad técnica y buenos argumentos. Recomendable si te va lo "raro", o si crees haber avistado alguna vez un OVNI.

Se puede criticar por muchas partes a Titanic, sin duda. Su guión, sus personajes, el final, la trama de la anciana... mucho. Pero tampoco hay que olvidar lo que es: la mayor máquina de dinero de todos los tiempos. Y si es así algo bueno tiene que tener. Y lo tiene. Y el artifice de todo lo bueno es James Cameron, el que me impresionara anteriormente con su Aliens: el regreso. Por eso lo mejor de la película es sin duda la excelente dirección de Cameron. Y antes de que se me tiren a la yugular todos ustedes, debemos comparar por mucho que nos duela: ¿cuántas películas de más de tres horas de duración y con una pastelosa historia de amor por medio son tan entetenidas como Titanic? ¿Qué película moderna (dejando a un lado a Kubrick) ha tenido un director tan obsesivo con que su película tuviera éxito y calidad, que hasta contrató a las mismas empresas que diseñaron el interior del transatlántico? Ninguna. Titanic está perfectamente estudiada y si el guión es una mierda, es para dejar espacio a unos efectos impresionantes. Esto no quita que la película tenga grandes lagunas (que las tiene) pero su obsesiva belleza y perfección la elevan como producto palomitero de gran calidad, con actuaciones aceptables y una gran dirección.

El reparto me parece más o menos acertado: Winslet está bien, no perfecta, pero aporta sensualidad y un buen soporte como protagonista. DiCaprio fue una buena elección intenciona por parte del director para atraer a las masas femeninas juveniles ( y no tan jóvenes) y por lo tanto bien, a pesar de que actúa como el culo. BIlly Zane, con cara de malo, bien; Kathy Bates dejando atrás su papel de psicópata de Misery está aceptable, y la viejita Gloria Stuart aporta el lado humanoide de manera eficaz.

Los decorados, la fotografía, el ritmo de la película, la producción, el montaje, el atrezzo, el maquillaje, la música, los efectos sonoros y visuales, la iluminacción, el contexto histórico... perfecto. Eso eleva a Titanic a clásico moderno, a una película amable de manual que se disfruta de cabo a rabo por el sr Cameron. Titanic no se mereció 11 Oscar aquella extraña noche de 1998, pero sí su tremendo éxito en la taquilla. Valoración: 6.5

Dado los enormes gastos en producción de esta película, lo mínimo que se le podía pedir a este tipo de producto es que entretuviese dadas las enormes cifras en adelantos técnicos que se dan hoy en día. Y bueno, la peli no aburre, pero tampoco apabulla. No es mala, ya que huye de ciertos tópicos en estos géneros y porque además aunque la historia sea para niños, el deje de tono oscuro y adulto no se abandona, por lo que queda un ambiente muy conseguido. Pero tampoco es buena, ya que dado el pastón que se gastaron se olvidaron de contar una historia y el peso recayó exclusivamente en los efectos, siendo estos impresionantes pero muy vacíos. Cosa que no pasaba en la saga de El señor de los anillos y lo comparo porque son los mismos productores.

Pues eso, con este párrafo resumo muy bien lo que es la película: un espectáculo lleno de efectos, criaturas imaginarias y magia que entretiene, pero no pasa de ahí. Queda muy lejos de otras superproducciones. Ah! Y referente a las actuaciones destaco por encima de todos a la pequena Blue Richards, una gran revelación, y en segundo nivel la siempre agradable Nicole Kidman. Valoración: 5.2

Nunca espero demasiado de este tipo de películas, porque la edad, aparte de aportarte innegables achaques físicos a tu cuerpo, te enseña a diferencia lo bueno de lo malo, y lo malo de lo peor.

Así pues este híbrido de acción-romance-comedia-y vayaustedasaberquemás fue vomitado con el propósito de reventar las taquillas del planeta debido al entretenimiento que desprendía, el glamour que destilaban sus protagonistas y la publicidad que las productoras ya se encargarían de costear. Pues dos de tres, amigo. No entretiene, más bien, no hace sentir nada más que un intenso sopor ya que las situaciones y los gags son tremendamente repetitivos e insulsos.
Como postre, la escena final es un pastiche edulcorado que remata con la guinda patriótica, que más que gustar nos hace atragantar con semejante truño.

En definitiva, que los protas de la peli se irán a las Bahamas con lo que cobren, pero el resultado es inequívocamente nulo.