Cuando tenía la edad apropiada para disfrutarla, me la perdí. Pero luego he sido compensado con creces viéndola con mis hijos y oyéndolos reir a carcajadas.
Peter Ustinov, genial como casi siempre, secundado por Elsa Lanchester y los dos muy profesionales protagonistas. La trama, entretenida, y la media hora final, divertidísima. La competición de atletismo trucada o la pelea con pistolas imaginarias resultan inolvidables. Y atención a las caras de Suzanne Pleshette cuando sufre un ataque de avaricia al ver lo fácilmente que se hace dinero con la ruleta.

Mi crítica va dirigida a los que, como yo, se aburren soberanamente con este subgénero, desde "Todos los Hombres del Presidente" (bueno, alguna hay anterior) hasta la fecha.
Esta vez no me ha pasado: la he seguido con muchísimo interés durante sus casi dos horas. Y no sólo por Keira, que aquí sale menos guapa de lo habitual pero cumple perfectamente como actriz, ni por el resto de actores, que también.
Más bien porque lo que más aprecio en una película es un guión trabajado, con buenos diálogos y que tenga en cuenta al espectador para poner la trama clarita, para que los personajes sean distinguibles, y entren y salgan en perfecta coreografía, aportando cuando les toca (el marido musulmán, los diversos periodistas, Ralph Fiennes y su amigo pescador, la compañera china, la amiga activista; en fin, todos excepto la pobre Indira Varma, que está de florero).
Lo segundo que más aprecio es una buena dirección, y aquí a Gavin Hood lo veo a la altura de cualquier clásico. He sentido en todo momento que la cámara estaba donde tenía que estar, y se movía lo justo que tenía que moverse. Me declaro incapaz de explicar o evaluar ese tipo de cosas, pero bien que las noto.
Y, bueno, la denuncia de la guerra de Irak es que se hace sola. Aquí se narra un episodio concreto, que no cambió nada, y se aportan datos al final, sin grandes efectismos, para que cada cual se indigne un poco más. Es bueno saber que alguien intentó hacer algo.

Esa podría ser mi definición de una buena película. No te hace reflexionar, no te produce angustia, no es realista pero... ¿de verdad es eso lo que todos buscamos al ir al cine?

Sí hace que te interese la historia, sí te emociona a ratos, sí te asombra, sí te hace reír a ratos, sí te deslumbra visualmente, sí te da explicaciones de lo que ocurre (aunque muy discutibles, no insultan a la inteligencia) para que creas que lo vas entendiendo, sí tiene buenos diálogos, escenas bien planificadas y un montaje espectacular.

Sí tiene un grandísimo director (qué ganas tenía de decir esto).

Y sí, me ha gustado mucísimo más que la sobrevalorada Gravity. También que Prometheus, todo hay que decirlo...

Yo, a estas alturas, no pido más.

Aunque la película empieza con buen diseño y ritmo correcto, algo empieza a fallar cuando al cuarto de hora te estás preguntando qué es lo que pasa, o si está pasando algo. Grandes operaciones comerciales, políticos, empresarios japoneses, alto standing, fiestas... Luego estrangulan a una chica y parece como que es poca cosa para justificar una trama en la que han hecho tan conplicadas presentaciones.

Pero sí, ése es el argumento. Aparecen la pareja complementaria de policías: el impulsivo hombre de acción, y el experto medio retirado que lo sabe todo. Normalmente Connery da bien este último tipo, pero aquí creo que se pasa un poco de la raya; sabe demasiado, lo respetan demasiado, y levanta la ceja demasiado. Snipes, por su parte, es bastante limitado fuera de las escenas de acción, y el traje que lleva no le sienta bien.

Hay demasiados personajes secundarios, y la trama sigue siendo confusa a lo largo de todo el metraje. La parte de Tia Carrere y sus videos se hace interesante, pero resulta un poco forzada.

En fin, que se queda uno con la sensación de que la novela (que no he leído) debe de ser un poco "prefabricada", y que a su paso al cine le falta un poco de habilidad en la combinación de ingredientes.

Película bastante teatral, consigue mantener el interés durante toda la trama, sin destacar por nada especialmente. El guión no es malo, pero se repite un poco: el plazo se va acabando, el torturador alcanza nuevos niveles de sadismo, le frenan, y luego le dejan volver a la carga. Los diálogos son ágiles, aunque no memorables. Los actores no pasan de regular, exceptuando a Martin Sheen. La dirección, correcta. La puesta en escena, un tanto aséptica; desde luego, se podrían haber cargado mucho más las tintas.
Y sin embargo, se ve con interés. Debe de ser porque un tema como la tortura y sus presuntas justificaciones no dejan indiferente, y basta con no meter la pata en nada para que el producto resultante mantenga la tensión. Recomendable.