"Esto no es un simulacro" es una película muy curiosa. Nunca estrenada en cines, según IMDb, pertenece a un año, 1962, marcado por la crisis de los misiles cubanos, uno de los episodios más graves de toda la época de la Guerra Fría. Coincide en los temas y géneros propuestos (política-ficción, ciencia-ficción, guerra nuclear, "survival", drama, familia en peligro, fin del mundo) con otra película estadounidense del mismo año, "Pánico infinito" (Panic in Year Zero!, 1962), de Ray Milland, pero carece de actores conocidos y parece de una serie B mucho más B que la película de Milland.

Eso sí, como ésta, trata la guerra nuclear de una forma oblicua, obligada por su escaso presupuesto: no se muestra la guerra en sí, sino sus consecuencias en un grupo reducido de personas, mostrándose preocupación, miedo, desesperación, búsqueda de la supervivencia a toda costa, confesiones de última hora, egoísmo, violencia, cuestionamiento de la autoridad, anarquía...Hablando de autoridad, la única autoridad en este filme es el policía interpretado por Seamon Glass, que muestra un comportamiento tan rudo y duro (comportamiento apoyado por un físico "ad hoc") que resulta un personaje bastante raro para el cine estadounidense de esos años, sobre todo si por "cine estadounidense" entendemos "cine de Hollywood".

En suma, es una película a descubrir y reivindicar.

A lo largo de los años 60, un joven Woody Allen se va haciendo famoso entre sus trabajos en los escenarios y la televisión, y a mediados de esa década empieza a hacer cine. "Toma el dinero y corre" (Take the Money and Run, 1969), es su debut digamos oficial como realizador, y su gran éxito de público y crítica le asegura una continuidad a su carrera como realizador, pero no hay que olvidar que por entonces dirige y protagoniza "Cupid's Shaft" , cortometraje para la televisión que viene a ser una parodia y un homenaje al cine silente.

Sin diálogos y con intertítulos, y con una fotografía en blanco y negro, "Cupid's Shaft" (La flecha de Cupido) nos presenta a un Woody enamorado de una joven millonaria (Candice Bergen) afectada de amnesia. El personaje de Allen es más o menos chapliniano, y el resultado es satisfactorio, si lo único que se quiere es pasar un buen rato con esta comedia breve. Woody Allen explota su imagen antiheroica de hombre feo y pequeño pero carismático. Lo curioso de este caso es que, pese a que el humor de Allen es sobre todo verbal, y aquí no hay diálogos, el actor-director se las apaña para transmitir todo lo que quiere transmitir sin más apoyos que las actuaciones del reparto y los rótulos explicativos, lo cual es todo un logro expresivo.

Era el 21 de junio de 1977 y Elvis vestía de blanco. Llevaba una especie de toalla blanca alrededor del cuello, lo que no extraña nada, teniendo en cuenta lo mucho que sudaba al cantar. Un ayudante le sostiene el micrófono mientras él toca el piano y canta "Unchained Melody" (Melodía desencadenada). Por las expresiones de las mujeres que ven a Elvis, la estrella mantiene su magnetismo. Sin embargo, está gordo y tiene problemas de salud. Pocas semanas después, muere repentinamente. Teniendo en cuenta su mala salud y la emoción que pone Elvis en esta canción romántica, posiblemente somos testigos aquí de una de las interpretaciones vocales más impresionantes de la Historia de la música. Genio y figura...

Se trata de un documental de Cifesa, sin que figure el director en los rótulos iniciales, en los que sí se recogen los nombres de los responsables de la fotografía y la música; tal vez esto se debe a que la versión conservada por la Filmoteca Española está incompleta.

En este corto se muestra un gran acto de las fuerzas sublevadas en Pamplona, Navarra, en noviembre de 1937, con misa, jura de bandera, discurso de Francisco Franco y desfile, en el que aparecen falangistas, requetés, un veterano de las guerras carlistas del siglo XIX...además de las brigadas del título. La voz en "off" del narrador llama a Franco "Generalísimo" (téngase en cuenta que para entonces Sanjurjo y Mola ya habían muerto en sendos accidentes aéreos, y Franco era ya el líder indiscutible de los militares sublevados), y el desfile es un desfile de la Victoria con respecto a la Campaña del Norte, que acababa de terminar pocos días antes con la conquista de toda la Cornisa Cantábrica por parte del bando franquista. Fueron precisamente las Brigadas de Navarra, compuestas principalmente por requetés navarros, las que tomaron los últimos bastiones de resistencia republicana en ese Frente Norte, en Gijón y Avilés, el 21 de octubre de 1937, de acuerdo con la Wikipedia en español.

Dos gamberros peligrosos, Joe (Tony Musante) y Artie (Martin Sheen) entran en un vagón de un tren del metro de la ciudad de Nueva York en la madrugada del domingo al lunes, y pronto se hacen los dueños de la situación: en mayor o menor medida, todos los pasajeros de ese vagón de metro serán humillados, amenazados, atemorizados, insultados o violentados por los gamberros. El arquitecto Paul Kersey (Charles Bronson) de "El justiciero de la ciudad" (Death Wish, 1974), de Michael Winner, todavía no viajaba por ese mismo metro, matando maleantes.

"El incidente" es una gran película que sorprende por su increíble sordidez -casi no parece estadounidense-, una sordidez acentuada por la fotografía en blanco y negro, y por su intenso estudio de un sentimiento tan humano y tan universal como el miedo, captado aquí en todos sus matices y sus formas. La verdad es que la narración comienza con muchísima fuerza en la secuencia pre-títulos, sobre todo porque con ella advertimos que estos dos gamberros son unos verdaderos delincuentes y que además son unos psicópatas, y sin embargo, cuando desaparecen Tony Musante y Martin Sheen de la escena, la acción decae bastante, porque las historias de los demás personajes son un poco tópicas y recuerdan a las historias cruzadas del cine de comedia español de esos mismos años, por no ir más lejos. Por suerte, cuando esos dos demonios que son los personajes de Musante y Sheen reaparecen, el nivel y el interés suben otra vez, aunque la situación que vamos a ver es un poco previsible: sabemos que vamos a contemplar una buena galería de cobardías y de crueldades. Es una historia que además permite una lectura alegórica: el Mal y la injusticia se imponen gracias al miedo o a la pasividad de la gente buena.

Con todo, es un filme muy entretenido, con momentos realmente impactantes, de una crudeza inusitada para el cine comercial de la época, con unas excelentes interpretaciones y un gran reparto de actores, y, pese a ello, y por desgracia, muy poco conocido en España.