Alex Gibney se ha convertido para mí en un gran maestro de los documentales. Tras visionar algunos dedicados a la política rusa, Citizen K en Amazon Prime y Agentes del Caos en HBO, pues hay que descubrirse el sombrero una vez más.
Gibney en esta ocasión se introduce en una parcela muy diferente, el mundo de las puntocom en Silicon Valley, y confecciona un producto de una solidez tremenda. Nos presenta al personaje de Elizabeth Holmes, una estratega nata para buscar inversores en los sectores más poderosos de USA. Holmes es mostrada como una persona sin escrúpulos adornando su producto con un matiz social y reivindicativo de una mejor sanidad.
En muchos momentos Elizabeth Holmes me recuerda a esas políticas españolas que parecen tener una cara de cemento armado, que cuando son pilladas con las manos en la masa siguen contraatacando argumentando que todos esos hechos publicados en la prensa más seria son falsos.
Gibney logra un gran documental tocando muchos palos al mismo tiempo. El tema de las empresas tecnológicas que no salen a bolsa para mantener oculta información sobre su funcionamiento y resultados y poder vender así grandes timos. La contribución de los medios de comunicación para hacer hagiografías de estos personajes y sus empresas sin existir hechos fehacientes que demuestren sus logros. La principal cualidad de estos nuevos empresarios no es su capacidad de innovación sino su habilidad para montar un discurso envolvente de algo que en realidad es una quimera.
Gibney logra un documental entretenido y riguroso donde también muestra el miedo de los científicos e ingenieros que trabajan en estas empresas ante los contratos de confidencialidad que les han hecho firmar. Está disponible ahora mismo en HBO, no os lo perdáis.

Los primeros episodios te enganchan con la presentación de los personajes. Parece al principio que ves las tripas de la diplomacia en un asunto en el que puede estar envuelto Irán. El ayudante de la embajadora hace un gran papel, es un actor con una gran presencia física, de estos que enganchan a la cámara. Las niñeras que acompañan a un presidente de USA tan imbécil como los actuales. El problema es que el guion llega un momento en que se hace muy reiterativo, dando vueltas en zig-zag sobre lo mismo.

Muy sorprendente y fresca esta serie australiana. Me recordaba a la coreana “Parasitos” por su frenético ritmo, dosis de humor y cinismo. Hay una gran dirección de actrices y tanto los personajes principales como los secundarios están muy bien construidos.
La dirección artística también es destacable con esas casas y oficinas de diseño y ese vestuario tan bien escogido. Es una suerte poder verla en VOS pues cambian continuamente del inglés al tagalo de las niñeras filipinas. Muy recomendable pues conjuga muy bien la comedia con la crítica a la explotación de las filipinas en las casas de la gente divina de Sidney.

No suelo ver series españolas, pero ésta me ha sorprendido mucho y bien. A destacar la sobriedad de la construcción de los personajes y del ambiente en que han crecido. Roberto Gutiérrez y Pol López realizan grandes interpretaciones. Me encantan los giros asturianos en las conversaciones en la película, la palabra guaje es una constante o ponme una sidrita, se agradece frente a esa uniformidad del idioma en muchas películas españolas.
También resulta muy realista ese urbanismo salvaje y feo de los pueblos mineros, heredero del franquismo. El retrato de un país bananero donde puede traficar con dinamita un personaje tan marginal como el minero esquizofrénico. La familia de Gabriel Montoya Vidal es un fresco muy conseguido con prácticamente cuatro apuntes.

Viendo esta serie no parece que estés en la Suecia del estado del bienestar ni en la Suecia potencia tecnológica. Parece más bien que te encuentres en una zona de la llamada América profunda. La policía tiene un aspecto tan humano, los edificios de la policía son supercutres, cuentan con muy pocos medios y usan tecnologías jurasicas. Es una serie donde parece que se persigue conscientemente el antiglamour, es lo opuesto a series como The Line of Duty.
El Sur de Suecia como la zona Sur de tantos países es una zona deprimida y atestada de gente psicológicamente enferma, alcohólicos, prostitutas de muro en túnel, familias odiosas que practican la delincuencia más cutre, etc.
Nunca pude imaginar que en este país escandinavo pudiera haber tanta miseria económica y moral.
Los detectives van vestidos que parecen de la serie española Crónicas de un Pueblo, la antítesis de los detectives de la película SEVEN. Los jefes acosan al investigador más brillante y efectivo queriendo imponerle como criterio fundamental de eficacia la burocracia de los papeles.
Creo que en este sentido la serie está muy conseguida pues consigue un ambiente lamentable, provinciano, de seres sin valores morales, de policías que no tienen nada que ver con las series anglosajonas, de antiglamour, etc. Quizas la serie en vez de 6 capítulos podía haberse reducido a cuatro.