Muchas de las críticas la catalogan como comedia romántica. Supongo que quienes la ven como tal no son tan simpáticos y naturales como los dos protagonistas.
Al igual que en Antes del amanecer, hay un realismo que impregna en un primer lugar las conversaciones y que las vuelve normalmente alegres, ya que cuando te reencuentras a un viejo conocido, lo normal (al contrario que en las películas) es intentar hacerlas animadas. La verdad tras estas sonrisas y felicidades de tener al otro es un drama poderoso, en el que la mala suerte y las convenciones sociales hacen sangrar por los cuatro costados a dos personas que solo quieren volver a disfrutar de un rato juntas.
Más que una película romántica, es una obra para reflexionar sobre cómo la vida nos arrastra lejos de las pequeñas cosas que hacen que valga la pena.

Siempre he pensado que una de las grandes claves en el éxito de una obra está en el acertar con el público al que se quiere llegar y hacer un buen trabajo para que lo haga, con independencia de que sea a través del disfrute, la incomodidad, el sufrimiento o la sensación que se busque. En este caso, me sorprende que nos cueste aceptar que no lo ha logrado.

El apartado técnico, a mi ver, es fantástico: eso es cierto. Que no me vengan con que el niño no parece una perfecta mezcla entre niño de verdad y marioneta, porque está impecable; el diseño de vestuario y la fotografía son geniales, y en general los maquillajes son muy buenos salvo cierto par de aberraciones que a quienes la hemos visto se nos vendrán fácilmente a la cabeza. El problema gordo está en que el guion será todo lo históricamente preciso que se quiera, pero a día de hoy se hace entre rancio y desagradable, derivando en que creo que a ningún grupo de edad puede gustarle a estas alturas de la vida.

Como cuento infantil, la cinta es horrible, incapaz de transmitir valores y rondando el mal ejemplo; para el público adulto, me parece irritante, espesa y repetitiva, rondando lo desagradable y la pereza por dotarla de algo de realismo interno en muchos momentos.

Lo dicho, que no nos crezca la nariz. La película será preciosa en lo visual, pero es demasiado insufrible para que esto lo compense.

Little Men aspira más a las sensaciones primigenias de la sociedad actual que a un poderoso abanico de giros y ficción de complejo argumento. Cual si de Pirámide de Maslow se tratase, las necesidades de seguridad y de amistad libran un combate zafio, lleno de incapacidades y posiciones entre la espada en la pared hacia un horizonte más y más inexorable.