Pues ahora no recuerdo bien si la terminé de ver o no. Pero para lo que quiero decir, tampoco es demasiado importante.

Me aburrí como una ostra. Igual no me metí en el personaje, no lo sé, pero el caso es que me esperaba muuuuuuuuuuuucho más.

Nicholson es un crack, de eso no hay duda, pero si la película aburre, pues aburre.

Si no te gusta el cine lento, ni las historias que no sabes adonde van, ni las situaciones surrealistas, ni la huelas. Estás avisado.

Muy muy prescindible.

Pues eso. Que después de la magnífica e irrepetible "la cena de los idiotas", esperaba que esta fuera al menos la mitad.

Pero no es ni la mitad de la mitad. Y claro, explícale a los colegas porqué has cogido en el videoclub una peli francesa que sólo quiero ver yo en lugar de una para encefalogramas planos que podamos disfrutar todos los mortales en comandita.

Recuerdo algunos puntillos buenos, la trama es original, pero la película, sin gracia. Floja.

Para mí, una decepción.

Igual era por la resaca, que todo puede ser.

El otro día fui como loco a comprarme un Ribera del Duero que decían que era excelente.

Voy, me lo compro, lo reservo para un momento especial y cuando lo abro: zas!!!. Mi olfato me empieza a advertir. El caso es que no hago caso, y lo introduzco en mi boca con expectación.

El paladar, muy sabio, me lo dice claro: “Avinagrado”. Menuda papeleta.

“Pero si todos dicen que está delicioso”. Le dije yo. Tiene hasta una Uva de Plata.

“¿Y vas a tomar lo que te digan ellos o lo que te digo yo?”. Me respondió.

“Bien. Tú ganas. Pero que sepas que volveré a intentarlo otro día.”. Respondí.

El caso es que hace poco me puse de nuevo aquel Ribera. La botella estaba ya empezada y fue tras ocho minutos de reloj, cuando me llegó de nuevo ese sabor avinagrado. Desistí.

No pude evitar pensar si es que mi paladar está riéndose de mí o es que hay muchos por ahí bebiendo caldos que quizás no les gustan tanto...no todos, no todos, pero quizás sí unos cuantos....quizás sí..... Y mientras pensaba esto cogí un vaso, eché dos cubitos, dos aceitunas, un buen chorro de martini, volqué una cocacola encima y, por una vez, evité una buena resaca.