El parlamento del título lo pronuncia Amy Adams en esta maravilla que no es del género Ciencia Ficción. Se relata el primer encuentro cercano del tercer tipo que establece la humanidad, hay naves alienígenas y seres extraterrestres pero esta circunstancia es tan solo una excusa para hacer una reflexión metafísica de nuestra peripecia existencial en el universo y de cómo acometer nuestras acciones a partir de un nuevo, revolucionario e inesperado conocimiento que nos tira abajo toda la estantería que sostiene nuestro contacto e interacción con la física que creemos conocer.

Se necesita una comunicación lingüística para conocer origen e intenciones y en el intento se obtiene una sabiduría inesperada que nos es regalada (ahondar en este tema cometería "spoiler") y que nos pone en la disyuntiva de optar en un cruce de caminos en el que se plantea un viaje con vicisitudes dolorosas pero, consciente y responsablemente se elige vivirlo

Es un verdadero manifiesto filosófico, la ternura y la inevitabilidad del devenir que atraviesa el corazón incrédulo de la protagonista (Amy Adams) se presentan con recursos ya muy mal usados y abusados en unos cuantos filmes contemporáneos pero que aquí se justifican y potencian en forma bella y notable: relato en off, aparentes flash backs y flash forwards(*), todo un conjunto de clisés que enriquecen la historia y la aclaran. Porque no hay que asustarse, esta película me hizo acordar a la notable "Solaris" (la versión rusa de Tarkovsky) pero aquí todo está claro, explicado en el momento justo y no hay materia conceptual oscura que haga necesario una explicación experta externa para comprender y estremecerse con esta bellísima obra.

Alguna pequeña inconsistencia en el guión (ejemplo: un apurado desenlace que da la sensación de que los productores obligaron a acelerar por razones de costo o de duración), y tal vez una explicación excesiva le resta algún punto para que sea una obra maestra. Pero así y todo, esta es una película notable, que recomiendo ver más de una vez con todo mi corazón.

Un sentido alegato reivindicatorio en la Inglaterra de 1912 es llevado a cabo por un equipo femenino (directora, guionista, productoras, actrices protagónicas, vestuaristas, etcétera) con pulso firme en esta película. Historia de lucha y combate, que se radicaliza cuando los resultados demoran en llegar y, tal vez, el derecho al voto de las mujeres es la excusa (o la bandera) para que un grupo creciente de militantes vayan adoptando tácticas más violentas, casi emparentadas con el anarquismo de principio del Siglo XX.

Es claro que para aquellos que pretendemos abrazar las causas populares y la defensa de los derechos, un drama como este casi de inmediato nos pone de su lado y puede hacernos bajar la guardia de la crítica honesta sobre una obra. Pero hay que reconocer que es una muy digna realización en casi todos los rubros técnicos y artísticos, con excelente actuaciones y gran ambientación de época.

El único detalle que para mi apreciación le restó puntos, es la decisión estética —vaya a saberse si obedeció a darle un tono documental o quién sabe qué— de rodar el 100% del metraje con cámara en mano, sin el uso de trípode ni "steady-cams", lo que resultó en un temblequeo permanente que, por momentos, es mareante. Salvando este detalle creo que es una película para disfrutar y reflexionar.

La primera secuencia tiene una duración de 7 minutos absolutamente apabullantes desde el punto de vista cinematográfico, puro talento y técnica superlativa (música, fotografía, edición) junto a medidas actuaciones que te envuelven en suspenso y tensión extremos.

Pero esta introducción es apenas un recurso para presentar un tema mucho más aletargado, carente de aventura y que puede defraudar a quien busque entretenerse con acción pura. A pesar de ello, este es un excelente thriller dramático que trata de la ética, o mejor dicho de la falta de ética en los procedimientos que el gobierno yanqui utiliza en su lucha contra el narcotráfico.

Tal vez en la definición de los personajes estos estén muy estereotipados con clisés conocidos (mujer agente del FBI idealista y defensora de los protocolos adecuados, sicario que —paradojicamente— integra el bando de los buenos y está movido por motivos personales), pero a pesar de ello si logras adentrarte en el clima oscuro, frío y "noir" de esta película es posible que puedas disfrutarla y vale la pena pagar una entrada al cine para apreciarla. Yo creo que es un muy buen filme.

Desde el punto de vista formal recuerda a "La Soga" de Hitchcock porque simula estar filmada en un único plano sin cortes, aunque a diferencia de aquella, en esta el recurso no tiene ninguna función expresiva y parece ser una elección estética del director de fotografía. En cuando a la trama, es interesante la idea de una estrella en el ocaso que pretende redimirse a través de una puesta en Broadway pero los diálogos y las vueltas y giros permanentes de la historia la hacen un poco confusa y hasta alargada en exceso. Las analogías entre la carrera real de Michael Keaton y sus afamados personajes en Batman, la despiadada labor de la crítica neoyorquina, la controversial relación con su hija —entre muchas otras puntas argumentales sugeridas— no parecen ser más que datos inconexos agregados al guión con un afán de pretendida trascendencia. Sin embargo, en mi modesta opinión, vale la pena ver esta película por las tremendas actuaciones no solo de Keaton (que está muy bien) sino por Edward Norton, Naomi Watts y Emma Stone; estos artistas forman un elenco de lujo

Sospecho que habrán muchas polémicas con esta película: no tiene un ritmo trepidante pero tampoco es tan lenta que te provoque sueño. En mi modesta opinión es un formidable melodrama como los de antes que no puede clasificarse ni como thriller, ni como policial negro puesto que el nudo de la historia transcurre en medio de la mafia chechena en Nueva York que usa un bar de barrio como blanqueo del dinero malhabido. Si te gusta el arte dramático, esta es una obra imprescindible, todas las actuaciones (principales y secundarias) son brillantes. Artistas como Gandolfini, Tom Hardi, Noomi Rapace, y los que interpretan a los personajes rusos, están intensos y a la vez medidos, no se exceden sobreactuando y sugieren con pequeños gestos y miradas, porque además el libreto habla sólo lo necesario. Hardi por ejemplo se balancea entre la discapacidad intelectual y la ternura hacia un perro, entre la devoción religiosa y el sanguinario implacable. Si buscás acción y suspenso, no te gustará, pero si querés apreciar diálogos créibles, bien escritos y mejor actuados creo que la disfrutarás.