Debido al coronavirus la cosecha cinematográfica en 2020 ha sido muy pobre, pero la ganadora del oscar este año se lo lleva con toda justicia.

Se trata de una obra notable que refleja muy bien y sin recrearse en dramatismos, las consecuencias de la crisis de 2008 y las que estamos viviendo actualmente a causa de la pandemia, reforzadas por una inquietante revolución tecnológica que amenaza con agudizar el problema del paro cada vez más.

Fern, encarnada magistralmente por Frances McDormand, es una aguerrida profesora en paro, que tras enviudar, recorre el oeste americano viviendo en su destartalada furgoneta. Durante este viaje, que también tiene mucho de espiritual por la búsqueda de uno mismo que supone, conoce a otras personas maduras en su misma situación, que como ella, trabajan en empleos temporales ganando lo justo para sobrevivir.

La típica película de la era anti-Trump, maniquea, simplista y con un toque racista antiblancos. La historia es absurda por increíble. Ningún gobierno permitiría dar carta blanca al pillaje y el crimen durante 12 horas para engordar la audiencia de un programa televisivo. Como sátira a los programas de telerrealidad tiene su gracia, lo malo es que la película se toma demasiado en serio así misma.

Reivindica el orgullo negro frente a los malvados blancos, los mismos que fueron indispensables para aupar al poder a Barack Obama dos veces. Si esta película hubiese tenido el argumento contrario simplemente no habría podido estrenarse, el boicot estaría garantizado. Y lo peor es que el héroe de la historia es un traficante de drogas que termina salvando a su comunidad de los neonazis mercenarios metralleta en mano con un look muy similar al de Bruce Willis en Jungla de cristal.

Me revienta también que el guión presente a los negros como víctimas de la crueldad blanca y sobre todo que parece que los negros son los únicos que los pasan mal en Estados Unidos, únicamente ellos son pobres al resto le va de maravilla. Más allá de estas consideraciones, como espectáculo de acción se deja ver pero ese rollo reivindicativo del black power, somos pobres pero buena gente, echa al traste todo el tinglado.

Raoul Walsh vuelve a contar la misma historia que en Objetivo Birmania pero esta vez ambientándola en Florida a mediados del siglo XIX. Errol Flynn es sustituido por otro de los grandes como es Gary Cooper, que lidera un grupo de soldados que deberá destruir un fuerte en el que los temidos indios Seminolas compran armas para defender su territorio. Si realizan con éxito su misión la invasión de Florida será un éxito.

Tambores lejanos era una de mis películas favoritas cuando era pequeño, la veía una y otra vez porque me encantaba. Hoy en día ya no me parece tan emocionante pero sigue conservando su atractivo porque es sumamente entretenida. La música de Max Steiner es muy recordada y encaja como un guante con la acción de la película. La fotografía a todo color es muy hermosa y permite disfrutar de los paradisíacos paisajes de Florida. Walsh dirige con buen pulso una historia vibrante que no deja sitio al aburrimiento. Gary Cooper en su mejor momento interpreta a un oficial del ejército norteamericano que lidera brillantemente una expedición de soldados en una arriesgada y vital misión en la que también hay sitio para el romance con una de las prisioneras liberadas del fuerte.

Como apunta Miquel en su crítica efectivamente éste fue el primer film que hizo uso del famoso grito Wilhem scream que a partir de entonces muchos directores usan en sus películas en las escenas de acción cuando alguien muere, han pasado sesenta años y continúa vigente, a mi también me llamó la atención en esta película y recuerdo tratar de imitarlo cuando jugaba con mis amigos a indios y vaqueros.

Para terminar diré que una vez más la calidad de la copia del DVD que circula en el mercado es paupérrima, es una vergüenza así se te quitan las ganas de ver nada.

A pesar de las tibias críticas recibidas me he llevado una grata sorpresa y me ha gustado bastante. De hecho me ha parecido muy bonita y emocionante la historia de amor entre diferentes planteada por Pixar sin ningún atisbo de infecta ideología política o moralista. Es además una historia sobre la importancia de vivir cada uno nuestra propia vida sin condicionamientos paternos, es decir, sin sentir la necesidad o la obligación de tener que agradar o contentar a nuestros padres en las decisiones que tomemos sobre nuestro futuro.

Visualmente espectacular, con un colorido y unos dibujos magníficos, entre la pareja protagonista hay química, nunca mejor dicho, y en hora y media tienes un film muy digno y entretenido que entusiasmará a los más pequeños y gustará también a los mayores. No es la obra maestra que se espera siempre de Pixar, pero merece la pena del todo.

Tenía cierta esperanza con la nueva entrega de Depredador, sobre todo cuando su director y guionista fue uno de los miembros del reparto original y posteriormente alcanzó la fama escribiendo guiones para películas de acción tan populares como Arma letal. Pensaba que nadie mejor que él para arreglar el desaguisado que supuso Predators pero me equivocaba, ésta es todavía peor.

La película es un bodrio infumable que hace más grande si cabe a la primera. Un reparto de actores sin carisma incluyendo la inevitable presencia femenina con el personaje de profesora que por supuesto sabe disparar y patearle el culo a quien sea. Chistes sin gracia ninguna, escenas de acción malas y aburridas porque están mal iluminadas y no se ve lo que pasa, lo único que se ve son fogonzazos combinados con un ruido atronador de disparos y explosiones y un argumento que pretende sorprender y que solo provoca bochorno.

Cuando veo una película de este tipo no le pido un guión profundo ni trascendental tan solo disfrutar con unas espectaculares secuencias de acción, sorprendentes efectos visuales y una música emocionante acompañando el conjunto. Solo eso, nada más.

En definitiva este nuevo Depredador me ha parecido una estafa considerable, recomiendo encarecidamente que paséis de ella por higiene mental.