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España España · Zaragoza
Críticas de Paco Ortega
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de diciembre de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha envejecido mucho esta película de René Clair, que por aquel entonces contaba 32 años, y que tenía relación personal e intelectual con los exponentes más destacados de la intelectualidad vanguardista parisina. Es su primera película hablada y la primera sonora del cine francés, y, como es lógico, nos encontramos ante un producto de transición y de tanteo en el que todavía hay mucho de cine mudo en la propia historia y en la manera de contárnoslo. Los actores hacen lo que pueden y, en definitiva, el resultado, visto desde nuestra perspectiva, es desigual, aunque conserva elementos de interés.

El manejo de la cámara, con una cierta voluntad de experimentación, es uno de ellos. El afán de describir a unos personajes concretos como representativos de una realidad social con un pié puesto en la marginación y en la delincuencia, es otro, aunque ese propósito no pasa de un costumbrismo epidérmico. Un leve sentido del humor, ciertamente algo ingenuo, también.

La película es sencilla, tierna y triste, y en ella la música es una constante. Pero el valor fundamental es, sin duda, el de haberle servido al propio director como instrumento de aprendizaje para nuevos retos posteriores.
Paco Ortega
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8
3 de junio de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una buena película, con pocos medios y muchas ideas. El trabajo interpretativo es ajustado, y el conjunto transpira una hermosa metáfora antibelicista, realizada con honestidad y coherencia. No sobra ni falta: está en su punto exacto. No hay sensiblería, ni grandes efectos. Hay un guión inteligente, una dirección eficaz y, en conjunto, una buena propuesta cinematográfica.
Paco Ortega
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9
7 de enero de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que reconcilia con el cine. Lo que siempre ocurre: en manos de un inepto, esta historia se hubiera disipado a los quince minutos, o hubiera traspasado los límites de lo coherente y/o aceptable.

Sin embargo, el talento cinematográfico de Mike Mills nos conduce con extrema sabiduría por un denso territorio hecho de sentimientos profundos, de reconstrucciones de paisajes interiores. Un país se transforma, y sus habitantes también. Los cuerpos cambian y los interiores evolucionan, a pesar de la enorme fuerza de la presión social que es siempre conservadora y tiende precisamente a lo contrario: a la esclerosis y a no dejar vivir libremente.

No sería el mismo resultado sin unos actores maravillosos -Ewan McGregor (Oliver), Mélanie Laurent (Anna) y Christopher Plummer (Arthur), que cumplen con extrema perfección su trabajo, encarnan a unos tipos, tan insólitos como reales. Diferentes en su realidad, reales en su diferencia.

De eso va esta conmovedora película, en donde un hijo asiste a la propia muerte de su padre, aceptando con decisión y firmeza sus últimas voluntades, y el padre aceptándole a él, con sus incertidumbres y a sus propios fantasmas interiores.

Película, pues, de amor, de gran calidad de amor.
Paco Ortega
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9
27 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel habla bien en “Mi último suspiro” de esta película de la que dice sentirse satisfecho a pesar del escaso éxito que tuvo en su estreno. Dice también que es “muy poco mexicana” y que su asunto podría situarse en cualquier lugar del mundo. Todo eso es verdad, pero yo añadiría que es una de sus mejores películas, y que junto a “Los Olvidados” es sin duda la mejor de esta etapa mexicana.

En este momento en el que el problema del maltrato a las mujeres está ampliamente reprobado, y es considerado como una de las lacras sociales más importantes, sorprende su rabiosa actualidad. Buñuel intenta describir una actitud paranoica, pero tal vez no llegó a reparar hasta qué punto analiza la actitud tanto del maltratador como de la mujer maltratada. Esta última se encuentra atenazada por su propia conciencia, incapaz de reaccionar como debería ante la violencia que recibe un día sí y otro también. Atenazada también por su propia soledad y por la incomprensión que recibe de las personas de su entorno, como en este caso el cura de la familia, amigo por cierto del marido, y hasta de su propia madre que llega a decirle: “cuando un hombre habla tan con el alma y hasta llegar a llorar, no puede mentir”.

En “El” Buñuel consigue que los actores Arturo de Córdova y la argentina Delia Garcés realicen una interpretación sencillamente extraordinaria. Y consigue también momentos cinematográficos memorables. Recordaré siempre la escena rodada en el campanario en donde el paranoico Francisco Galván ve a sus semejantes con auténtico desprecio, y el profundo dramatismo de las escenas finales, en donde persigue desesperadamente a los supuestos amantes y acaba teniendo unas increíbles alucinaciones en la iglesia. Es admirable el uso de la cámara, los encuadres distorsionados y, en general, la intensidad de todo el conjunto.

Aquí nos encontramos ya a un cineasta en toda regla, que conoce a la perfección su oficio, que dirige admirablemente a los actores y, sobre todo, que expresa de una manera sincera y valiente su propio mundo interior a través de un lenguaje cinematográfico en el que, sin abandonar los parámetros de comercialidad que se le exigían, comienza a recoger lo mejor de su primera etapa, en donde le interesaba de manera especial bucear en el interior de los seres humanos, en busca de los claroscuros de la identidad y la conciencia.

“El”, si se me permite la expresión, ha mejorado con los años. No solo se puede ver como una extraordinaria pieza de museo. Es una película rabiosamente actual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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9
26 de febrero de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel en estado puro. El Buñuel que domina el oficio, dirige magistralmente a los actores y ha destilado un perfume cinematográfico peculiar. Ese que ya está sordo y que comienza a poder lo que quiere, dentro de un orden, y lo que quiere es lo que siempre quiso desde los tiempos de “Un perro andaluz”. Con Gustavo Alatriste ha encontrado el productor que comprende y apoya sus proyectos y, de este modo nace “Viridiana”, que por azares del destino convino rodar en España. Buñuel solicitó entonces hacerlo con la sociedad que Bardem, conocido republicano, dirigía.

Rodar en España tuvo ventajas e inconvenientes. El mayor, la polémica que ocasionaron quienes vieron que era una traición a la posición antifranquista del director de Calanda. En sus memorias escribe: “ una vez más, se me atacaba y se me insultaba, pero en esta ocasión los ataques procedían de los mismos entre los que me alineaba.” Cuando la película se estrenó el propio Franco solicitó verla. Su ministro la había prohibido, y él en esta ocasión no quiso desautorizar a su ministro. Por algo sería.

Fernando Rey en su papel de Don Jaime y Silvia Pinal en Viridiana están magníficos, y es la primera vez que trabajan con Buñuel. Se percibe desde los primeros momentos que entre ellos hay sintonía cinematográfica, y a ese tándem se une Paco Rabal, que había sido un brillante Nazarín algunos años antes. El resto de los actores están también soberbios, componiendo un mosaico de desarrapados y menesterosos entre los que destaca uno que lo era de verdad en la vida real, el leproso sin dientes, y que está sencillamente genial. Buñuel luchó porque cobrara como los demás compañeros profesionales.

La historia es aparentemente sencilla, y de eso se jacta Buñuel. Pero esa aparente sencillez está hecha de mucha reflexión sobre el erotismo y la represión de la sexualidad, sobre el valor coercitivo de la religión católica y de la iglesia, sobre sus conclusiones sobre la condición humana. Hay, en ese sentido, un continumm en sus películas: por una parte denuncia la miseria y los factores que la provocan, pero, a la vez, no defiende a los miserables, a los que ve como víctimas pero también como continuadores y cómplices e incluso causantes de sus propias desdichas. Eso no es sencillo: es un pensamiento complejo sobre la sociedad, el mundo y la propia existencia. Franco no tenía un pelo de tonto.

En “Viridiana” está lo mejor de “Los olvidados”, pero también de lo que significan “Nazarin”, “Así es la aurora” o incluso “El bruto”. Es una síntesis formal, pero también la cristalización de la cosmovisión de un hombre adulto y de un artista genial que ya era admirado internacionalmente. Esta película obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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