Sin ser ni de lejos la mejor película de Elia Kazan, el director norteamericano vuelve a demostrar que sabe llevar de manera eficaz clásicos literarios a la gran pantalla. Partiendo de la novela de Steinbeck se narra la vida de una familia de un pequeño pueblo californiano, centrándose en el joven y díscolo Cal, que mantiene una relación intempestiva con su padre, sabiendo que nunca gozará del cariño que sí tiene su hermano, y que se acaba de enterar que su madre no está muerta como su padre le ha hecho creer desde pequeño.

Enmarcado en la intervención del ejército americano en la Gran Guerra, el filme también resulta interesante por ser el que lanzó al estrellato a un joven James Dean. La lucha entre ambos hermanos es el elemento central de la película, donde Cal intenta por todos los medios conseguir el beneplácito de su padre, algo que no consigue en ningún momento, al contrario que su hermano Aron, que siendo él mismo consigue la atención paterna. En el camino de los dos se junta una encantadora y conmovedora chica interpretada por Julie Harris, que tendrá que decidirse entre ambos. Quizás el espectador se sienta identificado con el personaje de Cal, alguien que no encuentra sitio en el mundo pese a sus buenas intenciones.

Deliciosa comedia del mayor director de la historia del cine. De inicio ya nos encontramos ante una obra divertidísima, con unos viajeros de tren que a causa del mal tiempo deben pasar la noche en un pequeño hotel de montaña con multitud de gags que hacen recordar a Chaplin.

A partir de ahí Hitchcock se toma su tiempo en perfilar a los distintos personajes del filme, centrándose en una joven prometida que entabla relación con una entrañable institutriz que desaparece misteriosamente al día siguiente en el tren que les lleva por algún país centroeuropeo, apareciendo paulatinamente el tema del espionaje. Las narraciones del director británico, como suele ser habitual en toda su filmografía, progresan implacablemente manteniendo siempre oculto un elemento importante de la instriga, en el que espectador sabe que existe una conspiración pero no puede adivinar en qué momento saldrá a la luz.

Los trucajes vuelven a ser marca registrada por parte de Hitchcock, donde se debe mencionar la espectacular maestría para dirigir la escena donde Iris y su compañero de aventuras van a ser envenenados, haciendo gala de su estilo brillante y efectista. Quizás los puristas acusen a la película del abuso de situaciones inverosímiles pero nadie como el inglés para combinar suspense y humor de manera excelente. Entre los numerosos personajes secundarios tenemos que destacar a la pareja de caballeros británicos aficionados al cricket, que se empeñarán en no ayudar a la joven dama en su investigación por miedo a llegar tarde a un partido.

La obra destaca también por adelantarse a las posteriores intrigas policíacas, dotando Hitchcock a esta cinta de ingredientes de tipo psicológico(la "locura" de Iris"), social(diferencias entre yankees e ingleses) y morales. Seguramente el filme más divertido de Hitchcock. Una película a destacar y que no ha perdido un ápice de su gracia.

Gaspar Noé monta una obra imperecedera, frenética, sin un momento de respiro, que se traduce en un ejercicio cinematográfico de los que dejan huella, en el que el cineasta galo huye totalmente de cualquier narración coherente, construyendo brillantemente la trama invirtiendo el orden de los hechos. Y es que aquí el final es el principio.

El filme comienza con una cámara nerviosa que va generando inquietud en el espectador, haciéndonos partícipes del viaje vengativo que emprende el protagonista en busca del hombre que violó a su mujer, tomándola con cualquiera que encuentre a su paso. De la mano del director francés nos vemos envueltos en esa espiral de violencia y agresividad de la que sus protagonistas no pueden escapar. El filme va dando saltos en el tiempo y somos nosotros los que tenemos que ir juntando las piezas del puzle, aunque en este caso resultará más sencillo que en "Memento".

La manera novedosa de narrar los hechos es lo que hace de este producto algo tan especial, viviendo prácticamente en primera persona la espantosa escena de la violación a Alex, maltratada, torturada y humillada a manos de una mente enferma y perversa, la que resulta hasta la fecha la experiencia más incómoda que un servidor haya presenciado jamás en una película o serie. Esa misma noche Marcus anda drogado en una fiesta, de la que ella se ha ido antes de tiempo. En parte esto explica las ansias de venganza del personaje principal en su posterior búsqueda del violador, sintiéndose claramente culpable por no haber podido proteger a su novia. El ambiente caótico de la primera parte de la cinta contrasta con la segunda mitad, con un tono más alegre y distendido, presentándonos la relación entre ambos protagonistas, en lo que resulta una tierna historia de amor. La cámara, más pausada, recoge todos los encantos, que no son precisamente pocos, de la bellísima Monica Bellucci.

Arriesgada y polémica propuesta, sí, pero una de esas obras cinematográficas que contienen imágenes imposibles de olvidar.

Nadie como el autor de "Brooklyn Follies" para retratar la sociedad neoyorquina de barrio, esta vez adaptando su historia a la gran pantalla. Quizás no suene muy apetitivo mezclar a diversos personajes con un estanco como nexo en común, pero en manos de Paul Auster el guión resulta de lo más creíble y mundano.

Todos os protagonistas tienen un punto en común, que no es otro que el estanco de Auggie en Brooklyn, un hombre solitario aficionado a la fotografía. Por el camino van desfilando variopintos personajes: Rashid, un joven mochilero en busca de su padre; Paul. un escritor bohemio; Ruby, antigua novia de Auggie que le pide ayuda para encontrar a su hija drogadicta y el mecánico interpretado por un fabuloso Whitaker, padre de Rashid.

El filme se mueve entre el drama y la comedia, donde los personajes están bien perfilados y en el que se tratan temas como la confianza o el arrepentimiento. La vida de todos ellos se irán uniendo conformando una cinta que habla sin tapujos de la bondad intrínseca del ser humano.

Rodada en un solo plano secuencia, la cinta de sigue los pasos de Victoria, una joven española residente por poco tiempo en Berlín en busca de experiencia y nuevas oportunidades. La película se desarrolla a tiempo real durante más de dos horas en la capital alemana, donde al salir de un pub conocerá a un grupo de delincuentes alemanes que cambiarán su vida por completo. Como otras tantas españolas, Victoria trabaja en una cafetería con un sueldo mínimo, no habla alemán y no conoce prácticamente a nadie, de ahí que busque diversión a cualquier precio con tal de escaparse de su monótona rutina.

La película aborda temas como la vida nocturna o la búsqueda de identidad de uno mismo, en este caso gracias a una fantástica actuación de Laia Costa. Desde el inicio, y ávida de diversión, Victoria se siente atraída por estos vagos personajes que se encuentra en su camino, pese a las mentiras que le van contando, una tras otra. El filme muestra como ningún otro esa juventud europea desencantada en la actual sociedad, con trabajos precarios y que en este caso no encuentran otra salida que la delincuencia para conseguir dinero. Estamos ante una película de acción de alta intensidad que no da tregua al espectador en ningún momento, con acontecimientos casi inverosímiles en los que se ve atrapada nuestra protagonista.

El Berlín que nos muestra el director germano no es el que sale en los telediarios, y vivimos de primera mano el desangelado barrio de Mitte, donde la joven española vivirá su despertar espiritual y su descenso a los infiernos, con buenas dosis de adrenalina, crimen y romance.

Una cinta que va más allá de la dificilísima técnica empleada, sin duda nos encontramos ante un filme de lo más innovador en lo que va de década. Un experimento que funciona a la perfección.