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Críticas de Antonio Morales
Críticas 1.537
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
10 de febrero de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Afirma nuestro protagonista principal que da título al film, ante una de sus alumnas aventajadas con la que flirtea, Aurora (Marilina Ross). El polifacético Fernando Méndez-Leite rinde tributo a la literatura y el cine, que son sus dos pasiones, con este interesante film, en el que alude a: “Los gozos y las sombras” (Torrente Ballester), ”El hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford) y “Hay que matar a B” (José Luis Borau), rodado en plan cooperativa, es decir, con pocos medios economicos pero que se muestra aplicado y resultón, “una comedia de sentimientos”, según denominó el propio director. El retrato de un profesor de literatura desorientado en su vida personal y decepcionado en el terreno amoroso, tras abandonarlo su esposa Elena (Isabel Mestre), que sin renunciar al sexo eventual no quiere comprometerse en asuntos del corazón.

Eran nuevos tiempos de libertad de pensamiento, de libertades políticas y sexuales. El hombre de moda es Pedro Liniers (Xabier Elorriaga), un tipo apuesto y bien parecido que tiene éxito inmediato con las féminas, pero que arrastra su inseguridad y sus fantasmas que lastran su futuro personal y profesional por su indefinición. Asistimos pues a una sucesión de relaciones entre el profesor y una serie de mujeres que le rodean y por las que no termina de decidirse, es como una huida hacia adelante, donde el sexo siempre se nos muestra de forma sencilla y natural, de forma cariñosa y pudoroso y nada exagerado en el terreno explícito. Una historia triste y melancólica, un film de miradas y gestos que reflexiona sobre el fracaso sentimental, la soledad y el compromiso amoroso y profesional, la actitud para encarar tiempos convulsos, de cambios y nuevas relaciones sociales, que el propio cineasta junto a su guionista Manolo Matji estaban viviendo.

Declarado seguidor de los franceses Rohmer y Sautet, Méndez-Leite se adentra en universo intimista paro sin dejarse influenciar excesivamente por los maestros admirados. Lo mejor de la película es que todos sus actores, creo que son unos 14, todos ellos tiene una consistencia dramática en sus personajes, con caracteres reconocibles y cercanos por pequeñas que sean sus apariciones, todos ellos con sus problemas personales y cotidianos, como la convivencia, la rutina, la familia y los hijos. Lo exiguo del presupuesto no le obligó a renunciar a un casting muy interesante si repasamos su ficha técnica encabezada por el actor de moda en aquel tiempo de renovación del cine español.
Antonio Morales
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8
9 de febrero de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reputado analista de la naturaleza humana, maestro de la comedia y el melodrama clásicos, Leo MaCarey nos muestra en “El buen Sam” su creciente amargura hacia los valores humanos como buen cristiano. Articulada en un puñado de secuencias descriptivas vamos conociendo la “original” forma de comportarse del buen samaritano con sus vecinos y conciudadanos, de forma generosa y caritativa. Desde la primera escena en la iglesia donde escucha con atención el mensaje del reverendo en ayudar al prójimo como a ti mismo y cómo poco después demuestra su torpeza pasando el cepillo de las limosnas. Gary Cooper siempre fue adalid de la representación del americano honesto, héroe de las fábulas humanas de Frank Capra (El secreto de vivir) y (Juan Nadie), con las que este film guarda grandes similitudes, aunque con un trasfondo triste y desconfiado. Mientras el cine de Capra era propio de un inmigrante optimista y fabulador, en cambio, McCarey era un cineasta cristiano pero escéptico.

Destacado y pacífico representante de su comunidad, siempre bajo el lema: “Haz con los demás lo que te gustaría que hicieran contigo”. Sam Clayton (Cooper) esta casado con Lulu (Ann Sheridan) y tienen niño y niña de poca edad. Al regresar de la iglesia, siguiendo su lógica moral presta su coche a sus vecinos para que puedan ir de vacaciones, mientras ayuda en lo que puede a sus amistades, mantiene a su cuñado en casa a mesa y cuchillo, pues acaba de licenciarse y casi siempre su altruismo no le es consultado previamente a su esposa que acaba enfadándose por el especial interés por los demás, olvidando las necesidades de su propia familia. Siempre han existido personas llenas de bondad, que se han esforzado en ayudar a sus semejantes, pero que la mezquindad humana la ha interpretado como estupidez o imbecilidad, cuando en realidad es nobleza y altruismo.

Dentro de esas peripecias, como le ocurría al George Bailey de “¡Qué bello es vivir!”, en plena época navideña, manteniendo su peculiar cruzada, le llegará un imprevisto que le causará la decepción al buen samaritano de no ver confirmadas sus expectativas con respecto al prójimo. Se trata pues, de una comedia dramática que bajo su amabilidad puedes descubrir una diatriba acerada sobre las buenos sentimientos y las dificultades de llevarlos a la práctica, que seguir las consignas al pie de la letra puede costar muy caro, y que ni siquiera el paso de los años ha desactivado la mordacidad y el desencanto de sus planteamientos. El cineasta transmite con la sencillez de su cine un profundo mensaje imperecedero y clarividente sobre la condición humana.

Su pausado ritmo, su excelente fotografía, su elegante puesta en escena, situaciones embarazosas y gags muy inteligentes, donde se pasa con celeridad de la risa a la emoción, conforman un film notable, en mi opinión, de un tono enormemente humanista pero poco ilusionante en el análisis social de una comunidad, dada la mezquindad palpable de muchos ciudadanos por lo que terminas cuestionándote el amor al prójimo, siendo eso precisamente lo que plantea la película más allá de los buenos sentimientos. Una interesante parábola sobre los seres humanos, poco valorada y que merece la pena revisar.
Antonio Morales
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8
8 de febrero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine mudo es a día de hoy, casi un desconocido para el público joven, prácticamente invisible excepto filmotecas, festivales o retrospectivas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, gracias a la ediciones en DVD y Blue Ray, además de algún canal de televisión específico, es posible disfrutar en casa de las obras maestras del cine silente, merece la pena conocerlo y disfrutarlo porque es el origen del cine y donde residen las bases de la ortografía cinematográfica. Nadie sabe leer si no conoce el alfabeto y las normas gramaticales para entender la escritura. Si el cine es básicamente imágenes en movimiento, la época silente es fundamental para educar al espectador y aficionado a entender el arte del siglo XX.

Durante su etapa con el productor Hal Roach, Harold Lloyd realiza (aunque no figure como director) unas cuantas películas decisivas en su carrera como cómico, a una altura cercana a Chaplin y Keaton. Caracterizado por su gafas de carey y su sombrero de paja ha demostrado una vez más, que los tópicos que arrastran las diversas historias del cine esquematizan hasta el límite algunas etiquetas intachables que el transcurso del tiempo permite revisar y valorar en su justa medida desde perspectivas más analíticas. Lloyd fue un triunfador nato, tanto en el cine como en la vida, el carácter emprendedor de su personaje fue incompatible con el sentimentalismo característico de Chaplin, la precisión de sus gags jamás se valoraron al mismo nivel que los de Keaton contra los objetos. A diferencia de éste, incluso de la obra muda de Chaplin, toda la filmografía de Lloyd es el fruto directo del espíritu de la época.

Desde su primera secuencia, "El hombre mosca" rebosa ingenio, cuando el plano se abre parece una prisión con un reo próximo a ser ejecutado, pero pronto nos apercibimos que no es así, al girar la cámara 180 grados todos los elementos adquieren un significado distinto, pues esperando hacer fortuna en la ciudad y poder así casarse con su novia Mildred, Harold abandona Great Bend, despidiéndose de su afligidas madre y novia en la estación del tren. Es el prólogo de una sucesión de gags antológicos creados con habilidad y precisión. Aunque sólo consigue un modesto empleo como vendedor textil, escribe a su novia diariamente contándole falsos progresos para no defraudarla, pero como todos sabemos, las mentiras tienen las piernas muy cortas. Y cuando uno se instala en la falsedad, todo se convierte en una huida hacia adelante.

Se trata no sólo de una trama humorística, sino también de una historia con interés, emoción y suspense. Imágenes que a día de hoy te siguen hipnotizando por su dinamismo y perfección narrativa. El slapstick mezclado con el burlesque y la acrobacia se convierte en una formula irresistible. La última parte del film con la ascensión al edificio Bolton es espléndida, antológicamente rodada, sus imágenes forman parte del Historia del cine. La música conducida y compuesta para su restauración fue creada por Carl Davis, veterano en este tipo de ilustración musical para films sin palabras. La copia que he visionado pertenece a una antigua emisión por la 2 de TVE, desconozco la edición en DVD.
Antonio Morales
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4
7 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era la más socorrida formula para conseguir atraer al público de entonces. Película casi desconocida y olvidada, apenas vista en muchísimos años y sin referencias en esta web, que recupera el programa de la 2 sobre el cine español. Una historia típica de la época post-bélica, donde se realizaba un cine de evasión, amable, reivindicativo en cuanto a resaltar los valores patrios (dignidad, honra, valor), con un joven Ismael Merlo que daba sus primeros pasos como galán. Una superproducción lujosa bajo el sello de CIFESA para Sevilla Films, a cargo de Florian Rey que intentaba adaptarse al nuevo paisaje político. La típica historia de una pasión amorosa entre una actriz (Conchita Montenegro) y un diestro (Merlo), ambos triunfadores en su profesión al que el destino los cita en el lugar y el momento oportuno.

Clara Bell, actriz de cine en París, mujer de carácter que no cree en la pasión amorosa, rechaza constantemente las proposiciones del productor Reymond, que está prendado de ella. Cuando la bella mujer viaja a España para preparar su siguiente película, conoce al gran torero Juan Luis, enamorándose ambos. Sin embargo, un desgraciado malentendido dará lugar a la separación temporal de la pareja. Se trata de una película amable que se ve con cariño por apreciar el gracejo andaluz de su diálogos, el flamenco, el buen vino, el cante y los toros, sin olvidarnos del glamur francés que se nos presenta como contrapunto a nuestra cultura.

Se aprecia también, un intento de comedia sofisticada cosmopolita, con referencias al mundo del cine y de la moda parisina. No faltan enredos profesionales y sentimentales pero sin maldad extrema, sin ánimo de molestar conciencias. Las canciones de Manuel Beca ilustran una amable reflexión sobre el sacrificio de una carrera profesional que te plantea la difícil elección entre conseguir realizar tus sueños o liberar tus sentimientos personales, precisamente el tema capital “originalísimo” de esa joya que todos aclaman últimamente, con adjetivos como: maravillosa, formidable, descomunal, fantástica, insuperable, mágica, soñadora, y hasta luz iluminadora… Para qué seguir, ese musical llamado “La, La, Land” que parece deslumbrar a todos ante una propuesta tan manida y recurrente. “Ídolos” no pasa de ser una película testimonio de una época, complaciente y amena pero insustancial.
Antonio Morales
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7
6 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bille August tras “Pelle el conquistador” y “Las mejores intenciones” con guión de Ingmar Bergman se convirtió en el mejor discípulo del cine heredado del maestro sueco, luego atravesó un periodo irregular e incierto con su etapa americana, “La casa de los espíritus”, “Smila, misterio en la nieve” y la excelente “Los miserables”. Tras su vuelta al cine europeo destaca este drama humano conmovedor, volviendo a las raíces de su cine más propio e interesante. Excepcional película por su calidad descriptiva que sintetiza espléndidamente uno de los pasajes más crudos y dolorosos en la vida de una familia danesa. “Corazón silencioso” tiene la virtud de saber plantear y resolver una temática harto delicada como es la eutanasia, y haciéndolo además con rigor y sobriedad, huyendo de fáciles sentimentalismos estridentes. Esther (Ghita Norbi) es un entrañable anciana que padece una enfermedad incurable y degenerativa, aprovechando la Navidad reúne a sus seres queridos en su casa de campo que comparte con su marido Poul (Morten Grunwald) para comunicarles un acuerdo mutuo.

A la vivienda acuden sus dos hijas de ideas antagónicas: la mayor, Heidi (excelente Paprika Steen), acompañada de su esposo Michael y su hijo adolescente Jonathan, representando un matrimonio adulto y acomodado; y la menor, Sanne (Danica Curcic), que se presenta con su novio Dennis, una pareja atípica. También se persona Lisbeth, una vieja amiga de la infancia de Esther. El propósito de la reunión familiar que durará un par de días, es despedirse de todos ellos una vez celebrado el día de Navidad, y una vez que vuelvan a sus asuntos, junto a su esposo con el que ya tiene acordado un plan, es llevarlo a cabo de la forma más natural posible. Sin ser un film exclusivamente sobre la eutanasia, no cabe duda de que opera como detonante dramático de lo que plantea, que no es otra cosa, que un relato sobre las relaciones familiares en una situación límite.

A lo largo de esos días, a ratos alegre pero siempre sombrío, los personajes realizan un profundo examen de conciencia, influidos por la situación crítica a la que se enfrentan, cada uno de ellos arrastra sus propios problemas personales que irán apareciendo a medida que transcurren los días de convivencia mutua. August nos muestra una puesta en escena académica y arraigada con el paisaje con una fotografía hermosa, aunque puede parecer previsible, la película está cargada de aliento humano y poético. Con un estilo inspirado en el maestro sueco, nos recuerda la misma suntuosidad escénica, la misma concentración en retablos, idénticas crispaciones familiares, contrastes luminosos, la influencia del clima y el paisaje con una deslumbrante fotografía. La fluidez de la progresión emocional, deriva hacia un planteamiento en el que el espectador saque libremente sus conclusiones sobre lo planteado, porque el cineasta se limita a exponerlo sin tomar partido. Cine europeo de calidad, lleno de sensibilidad y realismo para espectadores adultos que buscan algo más que entretenimiento.
Antonio Morales
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