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Voto de Antonio Morales:
8
Comedia La obra maestra de Harold Lloyd. La escena del genial cómico escalando un edificio supone uno de los momentos más grandes del cine mudo, y su clímax -Harold colgado de las manillas del reloj- sigue siendo una de las escenas estelares de la historia del séptimo arte. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine mudo es a día de hoy, casi un desconocido para el público joven, prácticamente invisible excepto filmotecas, festivales o retrospectivas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, gracias a la ediciones en DVD y Blue Ray, además de algún canal de televisión específico, es posible disfrutar en casa de las obras maestras del cine silente, merece la pena conocerlo y disfrutarlo porque es el origen del cine y donde residen las bases de la ortografía cinematográfica. Nadie sabe leer si no conoce el alfabeto y las normas gramaticales para entender la escritura. Si el cine es básicamente imágenes en movimiento, la época silente es fundamental para educar al espectador y aficionado a entender el arte del siglo XX.

Durante su etapa con el productor Hal Roach, Harold Lloyd realiza (aunque no figure como director) unas cuantas películas decisivas en su carrera como cómico, a una altura cercana a Chaplin y Keaton. Caracterizado por su gafas de carey y su sombrero de paja ha demostrado una vez más, que los tópicos que arrastran las diversas historias del cine esquematizan hasta el límite algunas etiquetas intachables que el transcurso del tiempo permite revisar y valorar en su justa medida desde perspectivas más analíticas. Lloyd fue un triunfador nato, tanto en el cine como en la vida, el carácter emprendedor de su personaje fue incompatible con el sentimentalismo característico de Chaplin, la precisión de sus gags jamás se valoraron al mismo nivel que los de Keaton contra los objetos. A diferencia de éste, incluso de la obra muda de Chaplin, toda la filmografía de Lloyd es el fruto directo del espíritu de la época.

Desde su primera secuencia, "El hombre mosca" rebosa ingenio, cuando el plano se abre parece una prisión con un reo próximo a ser ejecutado, pero pronto nos apercibimos que no es así, al girar la cámara 180 grados todos los elementos adquieren un significado distinto, pues esperando hacer fortuna en la ciudad y poder así casarse con su novia Mildred, Harold abandona Great Bend, despidiéndose de su afligidas madre y novia en la estación del tren. Es el prólogo de una sucesión de gags antológicos creados con habilidad y precisión. Aunque sólo consigue un modesto empleo como vendedor textil, escribe a su novia diariamente contándole falsos progresos para no defraudarla, pero como todos sabemos, las mentiras tienen las piernas muy cortas. Y cuando uno se instala en la falsedad, todo se convierte en una huida hacia adelante.

Se trata no sólo de una trama humorística, sino también de una historia con interés, emoción y suspense. Imágenes que a día de hoy te siguen hipnotizando por su dinamismo y perfección narrativa. El slapstick mezclado con el burlesque y la acrobacia se convierte en una formula irresistible. La última parte del film con la ascensión al edificio Bolton es espléndida, antológicamente rodada, sus imágenes forman parte del Historia del cine. La música conducida y compuesta para su restauración fue creada por Carl Davis, veterano en este tipo de ilustración musical para films sin palabras. La copia que he visionado pertenece a una antigua emisión por la 2 de TVE, desconozco la edición en DVD.
Antonio Morales
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