Ubiquen en una mansión a un vividor alcohólico maltratador, un cobarde escritor frustrado, una pedante malcriada caprichosa, una deprimida madre cornuda y sumisa, un padre putero y cabrón, un tío bebedor y viejo verde, una sobrinita insoportable, desequilibrada y gritona, una compañera rencorosa y despechada y un machista quieroynopuedo... Y entre todas las posibles combinaciones trágicas de estos personajes, imaginen una comedia: Historias de Filadelfia.

Es que yo la vi a temprana edad, y me moría de risa. Me queda la duda si hoy en día, en la era de Harrys Potters, Jurassics Parks y Señores de los Anillos, si mi sobrino de seis años la viera, reiría como lo hice yo a su edad. Ahora me parece cruel que Abbott calmara los excesos de Costello a bofetones, pero correcciones políticas al margen, no me negarán el encanto de la escena de la sala de juegos cambiante o la candidez de los fantasmas de sábana blanca. Véanla con piedad, era el año 1941.

Busco sus valoraciones y sólo una de veinte llega al 8. Yo medito subirla a 9, a pesar de perdonables agujeros de guión. Magníficas interpretaciones, acertada banda sonora, alegría con toque amargo y personajes de aparente estolidez, pero reales como la muerte misma. Te pega una firme sonrisa que no la arranca luego ni la Patiño berreando en televisión (admito aquí discrepancias).
Un apunte final: interesante diseño gráfico del cartel. Por supuesto que suma, sí señor.

Sinceramente, no sé donde están los "giros de guión" anunciados a bombo y platillo en las diferentes sinopsis. El único truco que nos depara la película es excesivamente evidente. Las intervenciones de Stephen Rea y Forest Whitaker sostienen el film en un casi notable, que cae en picado al aprobado justito en cuanto avanza el film. Me quedo con ganas de poner un título más provocativo a esta crítica, pero lo adjunto en el spoiler para evitar dar excesivas pistas.

Eso es exactamente lo que me pasó a mí. Una excelente portada despertó mi curiosidad en el videoclub, la alquilé dando un palo de ciego y ¡bingo! Retorcido guión, tensión inquebrantable y un buen puñetazo de cine ante mis atentas pupilas. Aún así, tal y como rezo en el título, no la recomiendo, absolutamente a nadie. Así la sorpresa será morrocotuda.