Absolutamente redonda. Más aún cuando hoy, al verla por tercera vez, me ha vuelto a emocionar como la primera. Y lo consigue con el mínimo indispensable, sin alardes ni trampas, cine desnudo. La contención es tan sublime que te desborda continuamente.

Me gusta mucho Lynch y con películas como esta renuevo mi fe y mi agradecimiento en un autor capaz de cambiar de registro de esta manera. Aunque en realidad no me sorprende tanto, creo que algunos de los planteamientos cinematográficos presentes en esta película los podemos encontrar muy atrás, en "El hombre elefante".

La fotografía está medida y ajustada perfectamente a la historia, sin estridencias; la música acompaña brillantemente el recorrido del protagonista, el pausado tempo narrativo no podía ser más exacto... Pero lo mejor, sin lugar a dudas, son los personajes que pueblan esta obra y la manera en que nos cuentan sus experiencias e historias personales.

Cumple con éxito la siempre difícil tarea de llevar al cine un libro, transmitir aunque solo sea una parte de todo lo que cuenta un libro es ya un mérito. Y en este caso creo que la película lo logra.

Una cuidada atmósfera, con preciosos paisajes naturales, un castillo de cuento y cálidos interiores, vibrantes de magia, envuelve una narración con ritmo donde los personajes se mueven con soltura. A los niños, cada vez más creciditos, se les nota cómodos en sus papeles, con cierta complicidad entre ellos. A su alrededor, desfilan un gran número de secundarios muy acertados, graciosísima Emma Thompson en su papel de adivina desastre.

Como detalles, mencionar la “personalidad” del árbol boxeador , precediendo con una caída de hojas general y un posterior estremecimiento al otoño o sacudiéndose la nieve, tembloroso, en invierno. O mencionar también el vestuario de los protagonistas en la última parte de la película, con vaqueros y chaquetas deportivas, ofreciendo un vivo contraste con la ambiente de fantasía medieval que les rodea. Y por supuesto destacar la maravillosa banda sonora de Williams (como siempre). Entretenimiento y diversión asegurados.

Ah! Y conviene conceder un momento a los títulos de crédito del final, deliciosos! (aunque parecen no terminar nunca).

Me gusta mucho del cine oriental que se ha hecho y que se está haciendo, especialmente algunas obras más arriesgadas y experimentales. Tal vez por eso me decepciona más este film, porque veo muchas ideas que otros directores consiguen llevar a buen término y que aquí solo parecen meras fórmulas sin un valor expresivo real (excepto el de exasperar al espectador).

¿Realmente hace falta forzar tanto la situación para hablar de la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo?, a mi me da la sensación de un quiero y no puedo, que no llega a ninguna parte; pero eso si, envuelto con aura de rareza experimental que se vende muy bien en algunos momentos.

Y luego ese ansia por superar todo lo visto en una última secuencia que todo el mundo comente. La misma idea que tuvo en The River.

Ahora bien, yo salvaría los números musicales, realmente divertidos, delirantes y surrealistas...

En fin! más de lo mismo, no se cansan de hacer películas espectaculares que terminan insultando a la inteligencia del espectador. Al menos esta cumple en lo que respecta a los efectos, creación de atmósfera, espectáculo... Pero claro, lo de siempre, se les acabó el presupuesto en los efectos (y en Tom) y contrataron a un becario para hacer el guión. No se puede decir solamente que sea infantil, podrían haber hecho un buen guión infantil, lo que pasa sencillamente es que es malo, predecible, plano... y muy tontorrón!

Cincia-ficción que nos cuenta una historia interesante y no solo se queda en un despliegue de efectos y alardes tecnológicos como muchas otras. Una ambientación sin excesos y sutilmente futurista rodea a unos personajes creibles que se resisten a aceptar las reglas de un posible (y nada descabellado) futuro.