Al igual que sus protagonistas que lo intentan, quieren y no pueden, la película es un calco a sus ritmos de vida. Es un querer siempre arrancar con mofas y escenas hilarantes que te recuerdan y homenajean a la que fue una obra maestra. Dejando esta como semiobra maestra, es alimentada por el voraz recuerdo del espectador y el buen sabor de boca de aquel “viaje” que les hizo disfrutar, a mi parecer es justa, solo vive de una nostalgia que todos tenemos de aquella película donde Danny Boyle demostró tener un estilo muy personal.

Desde luego no asistimos a la mejor película de Ang Lee, pero lejos de su calidad cinematográfica, el director sigue fiel a su estilo; nos da que pensar, material para la reflexión y puntos de vista que acercan a realidades que nos quieren esconder.

La película es un buen pastel familiar donde todo sale mal, pero todo sienta bien, merece la pena el buen rato que te hace pasar. La lucha y motivación llevada a lo más familiar, afrontada con gran valentía y sobretodo, con mucho humor.

Historia de dos genios de la música que tocados con el don divino de la creatividad, se han convertido en auténticas eminencias de la música.
Documental donde dan respuestas a la grandes preguntas que suscitan, ¿Porque las mascaras? ¿De donde vienen estos robots?. Un gran documental donde la dosis de creatividad y motivación vienen en cantidades industriales.

Ni más ni menos que un refrito de todos los tipicazos del género de terror; adolescentes, casas viejas, leve retraso del protagonista que no sabe encender las luces, chica rubia... en fin una más al montón malo del género slasher