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Críticas de Jake Scott
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para todos los que piensen que El legado de Bourne es solo una película de acción, se equivocan. No, realmente, el legado de Bourne es algo mucho mayor, no una película, sino un verdadero legado, un legado que ha cambiado el cine de acción de los últimos diez años, que transformó el género de espías y a su mayor representante, de nombre Bond, James Bond. Casino Royale y su desdichada secuela quizá sean los mejores ejemplos del legado, convirtiendo a los típicos heroecillos de acción en hombres duros y reservados y sus chascarrillos y martinis agitados no revueltos en sudor y sangre. Pero hay muchos más casos. El legado que la trilogía de Bourne con Matt Damon comenzó hace diez años con El caso Bourne sigue apareciendo en multitud de producciones hoy en día. Y una de ellas, mira por donde, se titula El Legado de Bourne.

Paralelamente a los eventos de El Ultimatum, El Legado nos presenta a otro personaje, interpretado convincentemente por la ya estrella Jeremy Renner, que toma el testigo de Damon y se convierte en la nueva representación del legado en este spin-off y, más que seguro, comienzo de una nueva trilogía en un mundo al que queda aún mucho por explotar. Y eso es una gran noticia. La trilogía Bourne-Damon es excelente de principio a fin. El spin-off Bourne-Renner, sin llegar al mismo nivel, resulta en un interesante entretenimiento en el que, eso sí, conviene desconectar el cerebro. Hay mucho explicado (imprescindible haber visto la trilogía Damon para enterarse de algo) y mucho por explicar, que o se explica mal o se deja en blanco. Por eso, lo mejor es dejarse llevar por la vibrante acción, perfecto ejemplo de lo que supone el legado Bourne.

Con algo más de ritmo y un guión mejor estructurado, El Legado de Bourne podría haber sido mejor, pero aún así, es un buen entretenimiento con sabor a palomitas, y un digno heredero del legado Bourne. La saga sigue teniendo nivel, y estoy ansioso por conocer más sobre el proyecto Treads… ¿Outcome?
Jake Scott
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7
25 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reinventado el mito de Batman, las miradas de DC apuntan ahora a la renovación del otro icono de la editorial, Superman, tras la fallida Returns de Bryan Singer. De reojo, las miradas también apuntan a la esperada película de La Liga de la Justicia, cuya existencia depende en gran medida de esta película.

Man of Steel es una película que adapta al personaje a los cánones actuales de forma acertada, pero que no termina de despegar. Su arranque en el planeta Krypton es excelente, con mucho ritmo y acción, y aunque el diseño del planeta, la fauna, la tecnología, bebe de demasiadas inspiraciones y no resulta demasiado fresco, funciona perfectamente. No obstante, ya desde este prólogo se aprecian algunos síntomas que afectarán posteriormente a la acción, de los que ya hablaré luego, porque tienen temita.

El caso es que la película empieza muy bien, y mantiene un ritmo constante hasta el final. Buen trabajo de condensación de todo lo que cubre la película, que es mucho, en dos horas y veinte minutos, algo más que aceptable para lo que suelen durar las superproducciones hoy en día. Buen montaje con flashbacks, que aunque estén ahí básicamente para evitar comparaciones con el Superman del 78 dan el pego perfectamente. Buenas interpretaciones (excelente elección de Cavill), buenos personajes, todos encajan con el nuevo tono del filme, mucho más serio que cualquier otra adaptación del cómic. Ningún pero para Henry Cavill, excelente como el nuevo Kal-El

Todo está bien en esta película, de principio a fin ofrece una experiencia palomitera muy entretenida y satisfactoria. El problema es que “bien” no es suficiente. No hay ningún momento verdaderamente espectacular o épico que te ancle en la butaca. Sí se aprecian atisbos de que, con una mayor atención a los personajes, se podrían haber conseguido momentos realmente emocionantes. O, por lo menos, llegar a conectar con lo que pasa en la pantalla. En las peleas mueren miles de personas, pero a nadie parace importarle, ni siquiera a Superman. No hay ningún tipo de humanidad entre tanta destrucción, reduciéndolas a explosiones tan absurdamente grandes que hacen que lo que ves deje de tener sentido. Cuando Jenny, la Jimmy Olsen en femenino queda atrapada entre los escombros, y Morfeo y el otro tío intentan rescatarlo, uno intenta sentir algo por esos personajes pero… no. Simplemente, la película no conecta con el espectador en ningún momento, simplemente te muestra una historia entretenida, bien contada, que olvidarás al salir de la sala.

Quizás el único momento en el que llegué a sentir algo de lo que veía fue en la escena del huracán. Me gustó la idea tras la muerte del padre de Clark, concordaba bien con el argumento general de la película. Pero era tan… surrealista que no la llegas a tomar en serio. Es difícil conectar con los personajes y sus relaciones en mitad de una estruendosa escena de acción y destrucción. Tan estruendosas que perjudican a la película. ¿Qué si mola ver a Superman pegándose con un tío en mitad del aire mientras explotan edificios y camiones en el aire? Sí, mola, pero hasta un cierto punto. Al trigésimo rascacielos que destrozan, la cosa pasa de ser épica a ser a todas luces excesiva. Cada explosión te saca más y más emocionalmente de la historia para ser un nuevo Transformers. Cada explosión hace que la película “mole” más, pero la hace sentir menos cercana, menos humana. Y eso es especialmente grave tras unos trailers que prometían todo lo contrario.

Al final, la película se sintetiza en una primera hora y media muy prometedora, que intenta varias veces conectar con el espectador y que anuncia un clímax épico y conmovedor que finalmente se reduce a una somanta de hostias muy bestias y no demasiado bien rodadas. Tanta destrucción exagerada, tantas explosiones, tantos cristales y partículas volando, tantos zooms digitales, tantos lens-flares, tanta cámara inestable, tanto, tantísimo CGI… al final, las peleas aspiran a ser tanto que se quedan en nada. Es un videojuego con muy buenos gráficos. Es Transformers en mallas.

¡Dios, si el clímax final es igual que el de Transformers 3! Maquinote planterio, extraterrestres malos que quieren reconstruir su planeta en la tierra, pero para ello deben destruirla y aniquilar a la raza humana, héroe que se debate entre la supervivencia de su pueblo, al que obviamente quiere recuperar, y la supervivencia de la raza inocente humana, que finalmente escogerá porque su pueblo fue tan corrupto que se consumió a sí mismo en una guerra civil, en una batalla en la que una ciudad queda arrasada, donde las fuerzas humanas son inútiles sin la llegada del extraterrestre bueno… Eso sí, la acción de Transformers está mejor rodada que la de Man of Steel. Ay Dios. Mejor paro de escribir que si no me voy a acabar cargando la peli.

En resumidas cuentas, este Man of Steel es un buen comienzo para una nueva franquicia que puede dar resultados muy prometedores. Es también una reinterpretación del personaje muy acertada. Y de sobra cumple con los mínimos que se le exigen a una película palomitera. Buena trama, buenos personajes, muy buenos actores, buena acción (a pesar de lo ya comentado, es divertida de ver), muy buena banda sonora… Pero le falta ese algo que la haga despegar, ese algo que vimos en los trailers y que no está aquí, ese algo que la convierta en algo más que un simple entretenimiento, que me haga sentir emociones por la historia, por los personajes, tal como hizo Nolan con Batman. Aunque él lo logró a la segunda. Así que toca confiar en la secuela, ya confirmada para la absurda fecha de el año que viene, para ver cómo de alto puede llegar este Superman.
Jake Scott
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8
19 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atención, SPOILERS

Bane puede ser muy malo, y el mayor enemigo al que se haya enfrentado jamás Batman. Pero, el mayor enemigo de The Dark Knigt Rises (su traducción al español me parece demasiado absurda, y prefiero llamarla TDKR) no es el mercenario enmascarado, por mucho que se empeñe en destruir Gotham. Por muchas flexiones que haga, el Bruce Wayne de TDKR, el hombre que lleva 8 años en la sombra destrozado por la muerte de su amada, pierde al enfrentarse al Batman que vimos hace 4 años perdiendo la cabeza ante el mejor actor de la historia. Y Bane podrá pegar muy fuerte, pero caerá ante los trucos de magia del Joker del inmortal Heath Ledger.

Así son las cosas. Por mucho que lo intentemos, es prácticamente imposible ir a ver TDKR sin recordar aquella explosión de brillantez sin precedentes que resultó ser El Caballero Oscuro. “O mueres como un héroe, o vives lo suficiente como para verte convertido en un villano” son las últimas palabras que pronuncia Batman en uno de los mejores finales de la última década. “Yo si he podido hacerlo. Porque no soy un héroe, como Dent”. Tras acabar TDKR, puede que tuviera razón. A Batman le apuñalan, le rompen la espalda, hasta le llevan a la quiebra. Pero Bane nunca consigue llevarle al límite como lo hizo el Joker. Tom Hardy da vida a un villano potente y brutal, pero que es como un niño con esteroides comparado con el genio que creó Ledger.

Los secundarios nos dan una de cal y otra de arena: Michael Caine está mejor que nunca lo ha estado en toda la trilogía, Joseph Gordon-Levitt es la revelación de la película y Anne Hathaway es la gran sorpresa con una Catwoman perfecta, el personaje más interesante de la película, que pide más protagonismo a gritos. Sin embargo, luego tenemos a una Marion Cotillard con un papel forzadísimo, un malvado empresario encarnado por Ben Mendelsohn que podriá haber dado más de sí y a un Morgan Freeman más anecdótico que nunca.

Y eso nos lleva a una conclusión que supone una decepción con las expectativas que se habían creado. Durante los dos últimos minutos busqué en lo más profundo algo que me emocionara de la forma que lo hizo El Caballero Oscuro, me obligué a repetir las sensaciones que tuve hace cuatro años, pero no las encontré. Y la trilogía que mejores momentos me ha dado y que con más ansias he esperado, se acababa para siempre. Fin.

Pero, pensando con perspectiva, TDKR está muy, muy lejos de ser una completa decepción. Si, claro que no está a la altura de El Caballero Oscuro, pero no por ello hay que despreciarla, todo lo contrario. TDKR alcanza cotas de espectacularidad nunca antes vistas. Escenas de acción brilantes, de las que sobresale el conflicto del avión del prólogo que deja sin respiración. La trama tarda mucho en arrancar, pero cuando lo hace, resulta en una muy interesante idea que alcanza un clímax monumental (a pesar de su descafeinado final). Incluso en los momentos más flojos de la película, se aprecia esa mano maestra de Nolan, unida al empleo masivo de la banda sonora de Hans Zimmer, que crea un ritmo trepidante y sin altibajos pronunciados durante casi tres horas, una proeza al alcanza de muy pocos.

Así que, desde esa perspectiva, TDKR es un entretenimiento monstruoso como ninguna otra película del verano. Entonces, ¿por qué soy en principio tan duro con ella? Porque estaba malacostumbrado, acostumbrado a un guión inteligente, a situaciones límite, a personajes pulidos por todos los lados, a toda la perfección que nos brindó El Caballero Oscuro. Pero eso fue algo irrepetible, y si queremos recordarlo como algo especial, quizás sea mejor que lo siga siendo. Sí, quizás sea esa la clave para ver TDKR: olvidarse de todo lo anterior, entrar al cine con ganas de pasarlo bien y disfrutar con otra clase maestra de entretenimiento marca Nolan. Seguro que no me vuelve a defraudar.
Jake Scott
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9
3 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso cómo a la mayoría de los críticos no les convence El Hobbit, mientras que todos los fans la adoran. Ese extraño acontecimiento que unió a ambos colectivos hace once años con La Comunidad del Anillo no se ha vuelto a repetir esta vez. La principal razón de esto parece ser su excesiva duración, de casi tres horas. No puedo negar que es mucho. Pero que una película sea larga, no la hace mala. De hecho, nadie se quejó con esos 200 minutos de El Retorno del Rey. Entonces, ¿cuál es el problema aquí?

No se puede esperar lo mismo de una adaptación de El Señor de los Anillos, unas novelas de marcado tono épico destinadas a un público adulto que de El Hobbit, un cuento que Tolkien escribió para sus hijos sin siquiera ánimo de publicarlo. Convertir entonces un cuento en una monumental trilogía de nueve horas es un reto cuya megalomanía no parecía estar justificada. Pero Peter Jackson lo afronta, y aprovecha la ocasión para inventarse situaciones y personajes, ahondar en temas apenas mencionados en el libro y exagerar muchos momentos para llenar la película de espectáculo y lucimiento de su novedoso y tan polémico formato a 48 fps. La buena noticia es que lo hace estupendamente, a pesar de que la crítica en general diga lo contrario. Sí es cierto que algunas escenas como la aparición de Radagast o el encuentro de Gandalf, Elrond, Saruman y Galadriel en Rivendel están fuera de lugar y no hacen avanzar la trama, pero estoy seguro de que su aparición no es capricho, y serán importantes para alguna trama secundaria de alguna de sus secuelas. Seguro de que nos depararán muchas sorpresas, especialmente la tercera, Partida y Regreso, que ya se ha adelantado que servirá como nexo de unión entre El Hobbit y El Señor de los Anillos.

Por tanto, creo que se está siendo algo injusto con El Hobbit. Era prácticamente imposible alcanzar las mismas cotas de grandilocuencia que ESDLA solamente porque la base del libro no daba para mucho más, y aún así esta primera parte de El Hobbit es puro disfrute de principio a fin. La Tierra Media de Jackson ya no sorprende, pero sigue siendo igual de impresionante esos planos aéreos de Nueva Zelanda con esa música que mezcla los maravillosos temas ya conocidos con algunos nuevos geniales. No es algo que no nos suene, es verdad, pero es un auténtico placer y una experiencia audiovisual incomparable. Además de la mejor forma de lucir un 3D y un nuevo formato que realmente ensalzan la experiencia en gran medida.

El tema de los 48 fps tampoco ha causado demasiada sensación. De hecho lo que más se ha oído sobre el tema es que es molesto, extraño e innecesario. A mi me ha encantado. Por si no lo conocéis, 48 fps son 48 fotogramas por segundo, es decir, que en un segundo se bombardea a nuestros ojos con el doble de imágenes que lo habitual (24fps). Si bien resulta algo extraño, no puedo negar que me ha encantado. Es casi como si estuviera acelerado, con movimientos extrañamente fluidos. Por supuesto eso depende del paladar (o la retina) de cada espectador, pero yo lo encontré asombroso, además de ayudar a resaltar uno de los 3D más logrados que he visto nunca. ¿Llegará a convertirse en el nuevo formato referente de la industria? Yo creo que no, y si lo hace le llevará mucho tiempo. El nuevo formato es caro, tanto para las productoras que necesitan nuevas cámaras capaces de grabar en este formato, como para los cines, que tienen que cambiar sus proyectores, y para el espectador, que tendrá que pagar un plus, por lo menos de momento. Tampoco ensalzaría esto a una película sencilla, hasta el punto de perjudicarla (le haría menos creíble, menos cercana). Pero en superproducciones como esta puede tener mucho que decir.

Quizás tiene un ritmo algo irregular, pero Un Viaje Inesperado es muy entretenida, divertida y con momentos sorprendentes. A los amantes de la obra de Tolkien no les defraudará. Al resto puede que se les haga algo larga, pero indudablemente pasarán un gran rato disfrutando del talento de Peter Jackson. Una gran adaptación a la altura de las expectativas.
Jake Scott
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8
3 de mayo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo superar el que quizás sea el mayor bombazo cinematográfico del siglo? Cualquiera en Hollywood te dirá siempre la misma palabra mágica: más. Y Joss Whedon no es una excepción: naturalmente, Age of Ultron es más grande que su predecesora, tiene más acción, más personajes y una trama más compleja. Tanto, que a veces da la sensación de estar pasando de puntillas por aspectos algo desaprovechados. Pero hay mucho por tratar, y la película dura lo que dura. En ese sentido, Whedon maneja sus hilos con innegable soltura, colocando cada pieza en su sitio para que la maquinaria funcione fluidamente. Esta película no es un teaser de Infinity War, ni muchísimo menos, aunque los que esperen una nueva apoteosis como lo supuso Los Vengadores en 2012 deberían pensárselo mejor. Age of Ultron es una película mayor en ejecución pero menor en espíritu.

Y eso es sumamente refrescante, en realidad. Intentar replicar esa sorpresa y sense of wonder de la primera no es solo una tarea casi imposible, sino también innecesaria. Whedon nos ahorra introducciones y va directo al grano, dejando el listón altísimo desde el primer minuto. Al fin y al cabo, son películas distintas, que cuentan cosas distintas, y con intereses distintos: la primera desarrolla a los personajes para una gran reunión final, pero es aquí cuando realmente los vemos por primera vez funcionar como equipo no solo en el campo de batalla, sino fuera de sus trajes, planeando su próxima misión o disfrutando de su (escaso) tiempo libre.

Muy lejos quedan las raíces de SHIELD, que aquí juega un papel apenas testimonial. Los que busquen coherencia argumental sufrirán muchos quebraderos de cabeza; afortunadamente para el resto, la película es más independiente de lo que cabría esperar. Por supuesto, los enlaces están ahí, y el universo Marvel nunca había abierto tantos horizontes, pero todo está felizmente cosido en un todo con entidad y personalidad propia. Y eso, en el nuevo boom de los universos cinematográficos, donde las películas se reducen a meras piezas de puzle, es algo a apreciar. Una vez más, Marvel da una lección de cómo hacer las cosas bien.

Así, la Era de Ultrón es un delicioso banquete de diversión, hecho en su punto, aunque algunos bocados se atraganten. La acción es la que quizás salga peor parada: suele ser espectacular, pero sufre del acuciante síndrome de exceso de grandilocuencia: muchos planos muy cortos enlazados a ritmo vertiginoso desde ángulos y movimientos de cámara imposibles. La acción se llena de florituras muy propias de una viñeta, pero que en pantalla sobrecargan la imagen y hacen realmente complicado asimilar todo lo que está pasando. Exceptuando algún momento verdaderamente impactante, esta forma de rodar y sobre todo de montar atosiga muy rápido, y supone un paso atrás con respecto a la primera aventura con los Chitauri y sobre todo con El Soldado de Invierno, película cumbre en el cine de superhéroes en cuanto a acción se refiere.

También hay alguna decisión argumental cuestionable, pero son fáciles de pasar por alto gracias al ritmo de la trama. Una trama que sabe colocar a sus innumerables personajes en el punto precioso para desarrollarlos sin entorpecer el transcurso de la historia. Tanto la agudeza de los diálogos como el humor están un pasito por detrás, pero siguen funcionando como alivio dramático muy agradecido. Cierto momento hizo que la sala, tras un tímido comienzo, acabara estallando en aplausos…
Si hace tres años la película de Whedon nos hizo sentir como niños, con nos lleva a la madurez. A veces, crecer supone encontrarte con que el mundo que admirabas ya no es ni tan inhóspito ni tan insólito como creíamos, y eso puede doler. Esa fascinación infantil al ver a los Héroes más poderosos de la Tierra como nunca antes habíamos soñado se ha perdido. Joss Whedon sabe que no podemos vivir en un mundo de fantasía para siempre, y lo ha tenido muy claro a la hora de hacer evolucionar a sus criaturas. Además, lo ha hecho con la soltura y el cuidado que cabría esperar de él. Poco reproche se le puede hacer, pues, más allá de los que sigan queriendo estar en el país de Nunca Jamás.

Estos Vengadores no os dejarán una huella como lo hicieron hace tres años, pero ni falta que hace. No es falta de ambición, es cierta humildad que algunos se niegan a reconocer en su búsqueda constante del dichoso más. Civil War planea ser el punto de inflexión que algunos ansían, pero hasta entonces, los Vengadores se reúnen de nuevo en una película hecha a su medida, que les hace sufrir y brillar, con las dosis adecuadas de acción, drama y humor y cuyos pequeños defectos no la alejan de ser un entretenimiento de primerísimo nivel. La Fase 2 culmina con la película quizás menos arriesgada, pero quizás también, muy probablemente en realidad, la más redonda.
Jake Scott
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