Mark Webb hace un reboot de la historia con un spiderman muchísimo más humano en todos los sentidos, pero a la vez menos melodrámatico y mas "duro" que su antecesor, con una historia más detallada en lo dramático que eso si, no pierde sus ínfulas de blockbuster a través de un mejor y más fresco romance, el sentido del humor en plena lucha (lo que me recordo la serie televisiva en los 90's), excelentes secundarios (muy bien Dennis Leary, Sheen y Field), y escenas de acción menos explosivas y vertiginosas, pero si más elaboradas. En sintesis, y sin ser experto en el comic, Garfield es más Spidey que Maguire. PD: Verán el mejor cameo de Stan Lee en las pelis de Marvel.

Silente, sin color, sin 3D, sin sangre, sin misterios, sin buenos y malos, sin un solo beso, e incluso con una sencilla historia, es una obra maestra para el cinéfilo psicorígido y para el más relajado. Conmovedora, mágica, llena de pureza y perfectamente narrada con rostros humanos, un bigote, un lunar, un perro, una lagrima, una sonrisa, y un !!!BANG!!!. Es imposible no emocionarme. La mejor película del año. Clasificación: IMPERDIBLE!!!

Un ciego, un completo paralítico y un enfermo terminal postrado en silla de ruedas, todos jóvenes, deciden hacer la ruta del vino desde Bélgica hasta España con la aquiescencia inicial de sus padres, lo que estos desconocen es que el fin del tan anhelado viaje, por parte de los chicos es perder de una vez por todas su virginidad en un prostíbulo especializado para discapacitados. Junto a ellos la enfermera Claude, de oscuro pasado y maneras poco sutiles, pero que se convertirá en personaje clave para la cohesión y, si se quiere defensa del grupo.

Hasta la vista es una road movie que aparentemente nos propone la comicidad de la bellísima Amigos (Intouchables), pero que difiere plenamente de ella al combinar lo cómico y lo dramático con más dosificación y, si se quiere mayor grado de crudeza. No por eso, deja de hacer estallar sonrisas en quien la vea (por los menos en mi lo hizo), pero esta vez de aquellas que provienen mas del corazón y de la capacidad de reírse de sí mismo de los protagonistas, que de los gags, las insolencias, o la morbosidad.

El guión de Pierre De Clercq, nos lleva junto a estos personajes a través de un viaje que inicia siendo un verdadero chasco, pero que termina siendo su camino de autodescubrimiento, de liberación no solo física sino espiritual, de autocrítica, de reconocimiento de dependencia, pero sobre todo, de afianzamiento de la solida amistad que los une. Las actuaciones, pese a lo peliagudo del tema a la complejidad de algunos personajes, son tan naturales y conmovedoras –sin llegar a generar pesar- que uno termina por hacer fuerza para que los jóvenes cumplan con su pecaminoso objetivo. Sin un milímetro de duda una joyita digna de ocupar una tarde de vacaciones.

De mi infancia recuerdo muchas películas, pero con ninguna sufrí emociones tan aterradoras como con Alien el Octavo Pasajero (1979), hoy y siempre en el Olimpo de las películas de ciencia ficción un obra maestra con escenas inolvidables y una carga de suspenso psicológico brutal. Inmensas gracias Ridley Scott (también por Blade Runner). Años después tengo ante mí la precuela de ese mito con Prometheus, por tanto la expectativa es ver elementos nuevos de la mitología, pero en vez de eso presenció un reboot basto y desquiciado, pero sobre todo un festival de desperdicios actoral y narrativo.

La mesa está servida: Charlize Theron (un premio de la Academia) interpretando a la arpía Vickers, anfitriona de la nave Prometheus, Idris Elba (un Globo de Oro y quizá próximo 007 negro) el capitán de la nave, Guy Pierce (Memento) como el mal maquillado Sr Weiland –mecenas de la expedición- , Sean Harris (Miqueletto en The Borgias- uno de mis personajes favoritos de esta serie) como Fifield el geólogo con esotérico corte punk, Michael Fassbender (X-Men First Class, Bastardos sin Gloria, entre otros) como el androide David, y Noomi Rapace (la Lisbeth Salander de la versión Europea de la trilogía Millenium, hasta ahora superior a la gringa) la arqueóloga Dra Shaw. Sin embargo el director Scott y los guionistas (D. Lindelof cada vez me decepcionas más) hacen el uso más desafortunado de figuras actorales desde las patéticas Oceans (Eleven, Twelve y Thirteen) y Contagio, pues en vez de sacarles retornos les asignan papeles estereotipados y carentes de la profundidad psicológica del Alien de 1979.

Hasta la mitad de la película Scott y compañía nos llevan a través de las vías del enigma previo al anudamiento de la historia, conocer el origen de la vida en la Tierra en otro planeta, pero luego en una bribonada mezquina y afanada por el deseo de llegar pronto al éxtasis de la acción se la juegan por recursos narrativos tan artificiosos como ofensivos –hologramas????- y como es que el capitán Janek (que no es científico) se dio cuenta de lo que la raza alienígena tenía almacenado en ese planeta. Finalmente en ese vaivén de revelaciones espontáneas la Dra Shaw (que protagoniza quizá la única escena rescatable del metraje, dentro la cámara médica) termina siendo la heroína cual “antecesora” de la inolvidable Ripley (corre y lucha pese el tremendo trauma al que fue sometida) y, sin pensarlo, termina siendo la clave para que nos expliquen y, de manera aun más artificiosa, de donde carajos surgió el original Alien.

La película deja cabos desatados, en especial sobre el comportamiento del androide David, pero es tan delusoria y facilista que no me quedan ánimos de pensar en ellos, porque hacía rato no había visto tan mala copia de un clásico del sci fi como este -heroína femenina, tripulación de nave espacial jodida por extraterrestres alienígenas, y hasta una Dra igualita a la original. Momento!!!! Qué le pasó a la Dra del Prometheus??? Mehhh que importa???-

Luego de la sobrevalorada Hurt Locker, Kathryn Bigelow vuelve al medio oriente para contar con detalles declasificados, la historia de Maya (Jessica Chastain) una joven agente de la CIA cuya obsesión es cazar, a como de lugar, a Osama Bin Laden. El filme tiene cinco nominaciones -debieron ser más- a los premios Oscar.

Iniciando con un delusorio aviso (“basada en hechos actuales”) La laureada directora borda un filme milimétrico, contundente y potente, sin medias tintas de crudeza, y de golpe y porrazo cuando el guión lo exige, en especial en las escenas de tortura, bombazos y de operaciones militares. El drama histórico, que parece más la biopic particular de la agente “sin apellido”, deja la sensación de haber presenciado un documental periodístico sin censura en el que el "core" es la obsesión de Maya por su target patriótico y personal.

Bigelow –al igual que Darren Aronofsky- nos recuerda que gusta de personajes capaces de autodestruirse por sus obsesiones, ejemplos hay en sus películas: El patético adicto Lenny Nero (Ralph Fiennes en Días Extraños –me encanta esta película-), el surfista bandido Bodhi y el policía infiltrado “cool” Johnny Utah (Patrick Swayze y Keanu Reeves en Punto de Quiebra), y el Sargento antibombas William James (Jeremy Renner en The Hurt Locker). Por otro lado, logra exprimir del personaje de Maya todo rastro de relación filial –de hecho lo único que vemos es un flash de algún familiar en el wallpaper de su PC- para que el espectador se concentre o encauce por el camino de lo que ella quiere contarnos al detalle. Mark Boal -su ahora habitual guionista- es también responsable de esto, en un intento exitoso por desligarnos de perturbaciones “sentimentaloides” y ubicarnos en el objetivo básico de un personaje que va creciendo en dureza, madurez y osadía a medida que avanzan los 10 años que abarca la película.

Jessica Chastain ha estado fantástica, demostrando que es una de las actrices top del cine actual y que sabe escoger y ser escogida en papeles trascendentes y demasiado bien ligados que termina por merendarse con sutileza; es el centro del metraje convirtiéndose hasta la carne en un personaje que con cada minuto se va despojando de su humanidad y debilidades. Pese a su extensión, que sobrepasa las dos horas y media, a mi modo de ver la película no tiene sobras ni faltantes, aun cuando ya conocemos el final, el thriller se va tensando con los minutos lo que lo hace atrapante y entretenido. Aunque uno podría hallar en él detalles al estilo de la serie Homeland, a diferencia de ésta, su ritmo nunca toca los limites de lo irregular y cansino. La dramatización de la operación –que ha tenido casi la misma duración en tiempo de la real- ha sido casi perfecta con unas contrastantes, sobriedad y espectacularidad en elaboración técnica.

Al final no veremos, al acostumbrado panel de políticos, militares, técnicos y al mismísimo presidente de los EEUU gritando a brazo extendido y puño empedrado su orgullosa victoria, al estilo Michael Bay. No!!!. Esta es una película sería y no un truño nacionalista, el post victoria es una escena de descarga personal de lo mejor que he visto en cine, un giro en la vida de alguien que lo ha dado todo por una misión. En suma, si uno se sustrae de sus pensamientos “anti-imperialistas” –y como solía decir alguien “pitiyankis”-, es una película amplísimamente deleitable y de una factura inmejorable a la que vale dedicarle una tarde entera.